El economista Francisco
Rodríguez, coordinador del programa económico del candidato Henri Falcón, ha
planteado la dolarización de la economía venezolana. Vamos a evaluar la
conveniencia y viabilidad de esta medida, explicando las ventajas y desventajas
de la misma.
Una de las críticas más
fuertes que actualmente se le hace al Gobierno es su pésimo manejo de la
política fiscal, monetaria y cambiaria, toda vez que ha desatado una voraz
hiperinflación que ha destruido el signo monetario nacional y el poder
adquisitivo de los hogares que viven de un ingreso fijo en bolívares.
Venezuela ha registrado
déficits fiscales durante 6 años consecutivos. En 2017 fue de 21 % del PIB. Eso
es como una fiebre a 40. Las principales causas se ubican en el irracional
subsidio a la gasolina, lo que Pdvsa deja de percibir al vender los
petrodólares a una baja tasa de cambio, y los ineficientes subsidios a los
bienes y servicios públicos como electricidad, agua, gas, metro, etc. los
cuales se financian con desmesuradas emisiones de dinero sin respaldo que han
superado los Bs. 120 billones (120 x 1012). Y al inyectar semejante
masa de dinero a una economía contraída -signada por crecientes índices de
escasez-, mucha plata detrás de pocos bienes lo que ha hecho es desquiciar la
hiperinflación.
A la presión
deficitaria se suma la reciente práctica populista y clientelar de repartir
bonos que no son fruto de un mejor desempeño productivo. Estos bonos también se
financian con emisiones de dinero sin respaldo en la producción.
Acabar con el desastre que causa esta manera
irresponsable de gastar y financiar el déficit fiscal es justamente lo que se
busca con la dolarización.
Análisis
costo-beneficio
Cualquier
decisión de política pública debe evaluar sus costos y beneficios. Al hacer
esta comparación, los reparos más importantes que se le hacen a la dolarización
se refieren a la pérdida de la política monetaria y cambiaria para contrarrestar
el impacto de los shocks externos que afectan la economía venezolana, según sea
el comportamiento de los precios del petróleo.
La
política monetaria es la gama de medidas que aplica el BCV para proteger la
capacidad adquisitiva del signo monetario nacional, impedir graves
desequilibrios en la balanza de pagos, contribuir al crecimiento económico y a la
generación de nuevos y mejores empleos. Esto se trata de lograr a través del
manejo de la tasa de interés como uno de los instrumentos más potentes de la
política monetaria para controlar la oferta-demanda de dinero. Como la
inversión reacciona inversamente al comportamiento de la tasa de interés, en
períodos de desaceleración, estancamiento o contracción económica, la autoridad
monetaria disminuye la tasa de interés para estimular la inversión productiva.
Pero cuando la economía está recalentada debido a un intenso ritmo de
actividad, entonces el instituto emisor sube la tasa de interés para mesurar la
expansión económica y evitar que se desquicien los precios.
Por su parte, la política
cambiaria es clave para preservar el poder de compra externo de la moneda
nacional. La productividad laboral es muy diferente entre los sectores de
bienes y servicios transables internacionalmente. Cuando una economía no tiene
una oferta exportable diversificada, el tipo de cambio tiende a reflejar la
productividad del producto que más se exporta. Pero una vez que se alcanza un
tipo de cambio que exprese la productividad promedio de la agricultura e industria,
se reducen las importaciones y se incrementan las exportaciones de bienes
transables. Pero para mantener la competitividad internacional no basta la
manipulación de la tasa de cambio. Los exportadores están emplazados a mejorar
su calidad, productividad y competitividad, lo cual implica invertir en talento
humano y ofrecer mejores remuneraciones.
Impacto de la dolarización en el corto y largo plazo
En el corto plazo, el
beneficio de dolarizar es que se frenaría en seco la hiperinflación. Ecuador
sufrió inflaciones de dos dígitos a lo largo de veinte años, pero a partir de
la dolarización en el año 2000, el promedio de inflación apenas llega a 3,8 %.
Desde entonces, el ingreso per cápita ha crecido 114 %, liberando a más de tres
millones de ecuatorianos de la pobreza extrema. El desempeño del Ecuador
dolarizado está entre los mejores en América del Sur.
Pero cuando un país subdesarrollado, con una baja
productividad, adopta la moneda de una potencia económica que lo supera
ampliamente en niveles de productividad, difícilmente la producción agrícola o
industrial del país dolarizado podrá competir internacionalmente. Al
igual que Ecuador, Venezuela es un país petrolero. Y al dolarizarse, pierden su
capacidad de ajustar el tipo de cambio para respaldar la competitividad de las
exportaciones no petroleras. Rafael Correa no pudo
respaldar la competitividad cambiaria de las exportaciones no petroleras a
través del manejo de la política cambiaria. Y a largo plazo, Venezuela
pagaría costos semejantes al renunciar al manejo de la política monetaria y
cambiaria.
Una vez
resuelto el problema inflacionario, recuperado el salario real y reducido el
nivel de pobreza, Correa quiso eliminar la dolarización en Ecuador porque no
podía expandir la economía a través de un aumento del gasto público y de la
expansión de la liquidez. Por eso, al evaluar las ventajas y desventajas de la
dolarización, hay que identificar y analizar cuáles serían las nuevas fuentes
de financiamiento del gasto público, toda vez que ya no habría margen de
maniobra para el manejo de la política monetaria con fines de expansión
económica.
Dolarización y vulnerabilidad
externa
Los
países que dependen de un solo producto de exportación sufren de una gran
vulnerabilidad externa. Si caen los precios del petróleo, no le entran
suficientes divisas para financiar la expansión económica. Al estar
dolarizados, se produce una contracción monetaria que presiona un alza en las
tasas de interés, cuestión que desestimula la inversión productiva.
Bajo
un sistema de flotación libre, el impacto de un shock externo es aliviado a
través de la devaluación que encarece los bienes y servicios importados y
fortalece la competitividad cambiaria de las exportaciones no petroleras,
contribuyendo así a corregir el déficit en la balanza comercial. Bajo un
control cambiario con tasa de cambio fija y emisiones desmesuradas de dinero
para financiar el déficit fiscal, se ejerce una permanente presión sobre el
tipo de cambio paralelo al que se traslada la demanda insatisfecha de divisas.
Así, es imposible mantener la oferta de dinero alineada con la tasa de cambio y
por eso el dólar paralelo sube de manera incesante.
El
régimen de cambios múltiples es la peor manera de administrar la política
cambiaria, toda vez que genera incentivos perversos para los cazadores de
rentas, especuladores cambiarios y corruptos que lograr amasar jugosas
ganancias a través de toda clase de delitos e ilícitos cambiarios, causando un
grave daño a los ingresos fiscales, las reservas internacionales y la
estabilidad macroeconómica.
A
la hora de dolarizar, es necesario considerar la
vulnerabilidad externa de Venezuela derivada de la volatilidad de los precios
de su principal fuente de divisas, aunque el problema clave en el corto plazo
para generar divisas no es la volatilidad de los precios del petróleo, sino la
grave caída de la producción de Pdvsa. La pregunta entonces es: ¿En qué rango o
banda debería moverse la producción y el precio del petróleo para sostener la
dolarización?
La dolarización del salario
La mejor manera de lograr
la competitividad internacional no es con base en salarios bajos. Sin embargo,
un país que sufre un colapso de los precios del crudo necesita bajar sus
sueldos en dólares para estimular inversiones y aumentar la oferta exportable
que ayude a compensar la caída de la renta petrolera. Venezuela está lejos de lucir
los salarios en dólares más altos de la región.
A la tasa de cambio paralela,
el salario mínimo integral de 905 mil bolívares equivale a 4,35 $/mensual. Si
la dolarización se aplicara a la última tasa Dicom de 40 mil Bs/$, el ingreso
mínimo del trabajador subiría a 23 $/mes. Este
nivel seguiría siendo apenas una fracción del sueldo mínimo promedio
latinoamericano que está entre $ 350-400. A pesar de su estrepitosa caída, el
actual nivel de reservas internacionales alcanzaría para convertir la totalidad
del dinero circulante y los depósitos en dólares, a la tasa de cambio derivada
de la última subasta del Dicom.
Los salarios dolarizados
son tan bajos que su recuperación solo haría mella a la competitividad
internacional, una vez que la recuperación económica llegue a un nivel tal que
empuje incrementos significativos del salario. Y eso llevará al menos una
década. Si la dolarización forma parte de un programa de reformas económicas
bien diseñado y ejecutado, se corregirían los desequilibrios fiscales y
monetarios que han provocado la hiperinflación. Una vez que la macroeconomía se
estabilice y la economía real comience a crecer, los salarios en dólares
comenzarán a aumentar, en lugar de seguir deteriorándose como ocurre
actualmente.
El problema real de la
productividad y competitividad de la oferta exportable venezolana no se deriva
de los altos costos laborales, sino de los sobrecostos que genera el precario y
deficiente entorno productivo: servicios, infraestructura, trámites, controles
y regulaciones que castigan la competitividad. Y con la dolarización, el país
renuncia al manejo del tipo de cambio para abaratar los sueldos, servicios y
otros factores productivos que se pagan con moneda nacional, toda vez que estos
habría que pagarlos en dólares.
Claves para una dolarización exitosa
En economía no hay
panaceas. Las medidas cuando se diseñan y aplican bien, resuelven el problema
principal, pero también suelen estar acompañas de efectos secundarios no
deseados. Bien diseñada y aplicada, la dolarización no
tendría por qué generar más costos que beneficios para la mayoría de la
población.
Otro problema que se le
atribuye a la dolarización es que volvería sal y agua el capital suscrito y
pagado de los bancos y otros entes financieros que, convertido en dólares a la
tasa Dicom de 40.000 Bs/$, quedaría reducido a $ 75 millones y la cartera de
crédito no pasaría de $ 750 millones, monto insuficiente para financiar la
reactivación de la economía. Esta relación se deterioraría a medida que la tasa
de cambio de bolívares por dólares aumente.
Para
que la dolarización sea exitosa debe ir acompañada de un oportuno y suficiente financiamiento
externo de los organismos multilaterales. Estos fondos permitirían recapitalizar
el sistema bancario, cubrir los déficits del sector público y reestructurar la
deuda externa.
El gobierno ha demostrado
ser más peligroso que mono con cuchillo de doble filo en el manejo desordenado
de las finanzas públicas, en la emisión desproporcionada de dinero y en la
administración poco transparente de la renta petrolera. En aras de enderezar el
rumbo de la economía y recuperar el bienestar social, urge quitar de sus manos
el manejo irresponsable de la política monetaria y cambiaria.
La dolarización temporal de
la economía podría ser una medida conveniente para evitar que el gobierno de
turno siga emitiendo dinero inorgánico para financiar el déficit de las
empresas públicas, erradicando así el principal factor propagador de la
hiperinflación que atormenta a las familias y empresas venezolanas. Al
dolarizar, se acaba el relajo de la emisión de dinero porque el BCV no puede
imprimir dólares.
Ante
el pésimo empleo de la política monetaria y cambiaria que ha causado la espiral
hiperinflacionaria, es absurdo darse golpes de pecho para dejarle al gobierno
los instrumentos de política monetaria y cambiaria que no ha sabido utilizar.
Si algo conviene al interés de las familias que viven de un ingreso fijo
devorado por la hiperinflación que desencadena un déficit fiscal financiado con
emisiones de dinero inorgánico, es precisamente quitarle el uso irresponsable de
estos instrumentos.
Al dolarizar el gobierno de turno perderá el
manejo de las políticas monetaria y cambiaria, pero el país saldrá favorecido
en el corto plazo al frenar en seco la hiperinflación, cuyos costos sociales y
económicos son más difícil de recuperar a largo plazo si se mantiene la
indisciplina fiscal y el desequilibrio monetario
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