Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
Algunos medios
informaron -como si se tratara de una nueva noticia-, que el Seniat autorizó la
facturación en divisas. Vale recordar que, si bien inicialmente la Ley contra Ilícitos
Cambiarios prohibió en 2005 la compra-venta de bienes y servicios en divisas,
en 2014 se levantó tal prohibición. Adicionalmente, el artículo 25 de la Ley
del IVA y el artículo 51 de su Reglamento también permiten que el contribuyente
fije el precio o base imponible en divisas.
La Providencia Administrativa 0071 dictada por el Seniat en 2011
establece que cuando el precio esté fijado en divisas, en la factura deberán indicarse también los valores
equivalentes de base imponible e impuesto en bolívares, considerando la
tasa de cambio establecida por el BCV. A su vez, el Decreto 35 del 28 de
diciembre de 2018 establece el pago de impuestos en divisas cuando el precio o base
imponible se haya fijado en divisas. Como se puede apreciar, el tema de la
facturación y pago de impuestos ya estaba aprobado, solo que no se aplicaba por
temor a las arbitrariedades de muchos funcionarios en la interpretación de la
norma.
La normativa establece
dos condiciones: i) expresar en la factura el equivalente en bolívares del
monto facturado en divisas; ii) indicar el tipo de cambio utilizado para el
cálculo de la cantidad en bolívares, tal como lo establece el numeral 14 del
Artículo 13 de la Providencia Administrativa N° 0007112 del SENIAT en la que se
indican las Normas Generales de Emisión
de Factura y Otros Documentos.
La Providencia del
Seniat y el Decreto 35 se suman a la eliminación de la Ley de Ilícitos
Cambiarios, el Convenio Cambiario N° 1 y la Resolución 19-05-01 del BCV como parte del nuevo marco legal y
regulatorio que, en un contexto hiperinflacionario, legaliza y acelera la
dolarización de la economía venezolana.
Ventajas atribuidas a la dolarización
El consenso entre los economistas indica que
el principal factor propagador de la hiperinflación es el financiamiento
monetario del déficit fiscal. El sector público consolidado ha registrado
déficits superiores a 10 % del PIB por más de cinco años, lo cual se debe en
gran medida al empeño por mantener irracionalmente bajos los precios y las
tarifas de los bienes y servicios públicos. Esto genera descomunales déficits
que son financiados con desmesuradas emisiones de dinero inflacionario. Los defensores de
la dolarización le atribuyen estas ventajas:
Erradica la emisión desordenada de
dinero inflacionario
Al gobierno también lo afecta la hiperinflación. La caída del poder adquisitivo de los ingresos fiscales se agrava porque hay
una desincronización entre el momento en el que se generan los impuestos y el
momento en el que se recaudan. Como la hiperinflación también devora el poder
adquisitivo de los ingresos fiscales, el gobierno cae en el círculo vicioso de
financiar el déficit imprimiendo dinero.
Erradicar la
hiperinflación exige poner freno al manejo irresponsable de la gestión fiscal y
de la política monetaria. Al dolarizar, el BCV no puede emitir dinero para
financiar el déficit fiscal, toda vez que los dólares se imprimen en Washington
y en Fort Worth para luego ser emitidos por los bancos de la Reserva Federal.
Reduce el riesgo cambiario que
desestimula las inversiones
Una de las
más graves distorsiones del control de cambios es el riesgo que pesa sobre los
inversionistas que, al invertir en Venezuela, lo hacen a una tasa de cambio,
pero nunca saben a qué tipo de cambio van a remitir los dividendos a la casa
matriz. Con la dolarización, los inversionistas traerían dólares y remitirían
dólares, con lo cual se despeja el riesgo cambiario que desestimula la
inversión.
En una
economía dolarizada las tasas de interés tienden a converger con las tasas de
interés internacionales. Sin embargo, en el corto plazo puede reflejar el
elevado riesgo país que genera el colapso económico y el impago de la deuda
externa.
En
tales circunstancias, la banca tenderá a aumentar las tasas de interés para
cubrir los riesgos de impagos. Pero como el aumento de las tasas de interés
limita el acceso al crédito del sector privado, cuestión que entorpece la
inversión productiva e impide la reactivación económica que urge para superar
la escasez.
Los críticos argumentan que la
dolarización -aunque erradica la emisión irresponsable de dinero para financiar
el déficit de las empresas públicas-, no garantiza la disciplina fiscal. Si
bien es una opción que puede ser efectiva para erradicar la emisión de dinero y
estabilizar los precios, no resuelve los otros problemas básicos de
insostenibilidad fiscal y respaldo a la competitividad internacional. Tampoco es una garantía contra la fuga
de capitales y deja al gobierno de turno sin instrumentos para enfrentar los
choques típicos que recibe una economía petrolera cuando varían los precios del
petróleo.
Entre los cuestionamientos a
la dolarización se destacan:
La
existencia de alternativas
Como alternativa a la dolarización hay un conjunto
de políticas de estabilización macroeconómica que, acompañadas de reformas
institucionales, pueden sentar las bases para erradicar la hiperinflación y
lograr una recuperación económica sostenida. A la luz de la experiencia
internacional, esto es posible si se combinan diferentes factores en la fase de estabilización:
ü
Un
plan económico integral para estabilizar y reactivar la economía que comience
por cerrar la brecha fiscal y reactivar el financiamiento internacional.
ü
Un
equipo de profesionales y técnicos competentes y con experiencia, capaces de
asumir responsablemente la conducción de la política económica.
ü
Fortalecimiento
de la institucionalidad económica, con reglas claras y transparentes, libre de
tráfico de influencias y corrupción.
ü
Respaldo
de la comunidad internacional con recursos financieros y técnicos.
ü
Fortalecimiento
de la cooperación bilateral y multilateral.
La pérdida de competitividad que se
deriva de un sistema cambiario fijo
Entre los críticos también están los que argumentan
que la dolarización prolongará el efecto negativo causado por la sobrevaluación
sobre la competitividad internacional de las exportaciones no petroleras. Los países subdesarrollados que dolarizan
quedan atados a una moneda fuerte que no expresa la verdadera productividad y
competitividad de su débil aparato productivo y pierden así el margen de
maniobra que confiere el manejo del tipo de cambio para respaldar la
competitividad de sus exportaciones.
La indisciplina fiscal que mediatiza el
efecto de la dolarización
La
dolarización por sí sola no equilibra la gestión fiscal. Al día siguiente de
tomar esta medida, la administración pública tendría la misma brecha fiscal
como porcentaje del PIB, pero en dólares. Y el gobierno de turno ya no podría financiar
ese déficit con emisiones de dinero por parte del BCV, o con devaluaciones
fiscalistas para obtener más bolívares por cada petrodólar.
La
dolarización no le pone freno a la indisciplina fiscal. Y esto podría
desembocar en una crisis aún peor si no se logra imponer una regla fiscal de no
gastar más de lo que ingresa. El margen de maniobra para cerrar la brecha
fiscal está en la sinceración de los precios y tarifas de los bienes y
servicios púbicos; la desestatización, socialización y privatización de
empresas públicas; el alza del precio de la gasolina y la reestructuración de
Pdvsa. Estas son medidas a las cuáles se les atribuye un impacto antipopular y
un costo político que el gobierno de turno evade pagar, sobre todo si está en
la antesala de un proceso electoral.
Muchas
economías que optaron por la dolarización lo hicieron porque de facto el
dólar ya era el medio de pago predominante. Cuando Ecuador dolarizó, el 54% de
los depósitos del público en el sistema financiero era en dólares y el 66% de
la cartera de crédito estaba en dólares.
Todo país
que dolariza renuncia a su soberanía monetaria al perder la facultad de emitir
su signo monetario nacional, el cual es sustituido por la divisa de otro país.
Al dolarizar, el dinero que pone en circulación tiene su origen en las reservas
internacionales y en los saldos en dólares de sus personas naturales y
jurídicas.
Las
economías dolarizadas tienen dificultades para
enfrentar problemas puntuales de solvencia en la banca, o eventuales
crisis del sistema financiero. A falta de un prestamista de última instancia
que asegure la estabilidad del sistema, la viabilidad de la dolarización impone
fortalecer patrimonialmente a la banca frente a los riesgos de su cartera
crediticia
El tamaño
del sistema financiero venezolano es muy pequeño. Esto representa una sería
limitante para la reactivación productiva e impone la necesidad de fortalecer
patrimonialmente a la banca, actualizar los requisitos mínimos de capital,
fortalecer la supervisión bancaria, los fondos de garantía de depósitos e,
incluso, abrir el sistema bancario y financiero nacional a la inversión
extranjera.
Otra de las críticas que se le hace a la
dolarización de una economía petrolera es que -ante el estancamiento de los
precios del petróleo, el colapso en la producción de Pdvsa y la merma de las
reservas internacionales-, no hay divisas suficientes para iniciar y sostener
la dolarización.
El impacto
del comportamiento errático de los precios e ingreso petrolero aumenta cuando
la economía está dolarizada. En el caso venezolano, el hundimiento cada vez mayor
de la producción de petróleo disminuye los ingresos fiscales y obliga de
inmediato a un ajuste en el gasto público, afectando el ritmo de actividad
económica. Si no se cuenta con un fondo de estabilización macroeconómica o con
acceso a los mercados financieros, no es posible suavizar los efectos del
comportamiento errático del ingreso petrolero.
En función de compensar el colapso de la renta
petrolera, el gobierno ha venido desmontando paso a paso el entramado de leyes,
convenios cambiarios, providencias y resoluciones que configuraron el control
de cambios. Al liberar el mercado cambiario y las operaciones de compra-venta
en divisas, el gobierno espera estimular la reactivación de las inversiones
extrajeras en la Faja Petrolífera del Orinoco, la repatriación de capitales de
origen venezolano depositados en la banca internacional, las exportaciones no
petroleras y la entrada de remesas por los canales regulares.
En una economía hiperinflacionaria, donde la moneda
nacional ha perdido sus funciones básicas de unidad de cuenta, medio de pago y
reserva de valor, la despenalización y flexibilización de las operaciones de
compra-venta en divisas a través de medidas como la Providencia Administrativa
N° 00071 del Seniat, significa que se legaliza y acelera la dolarización de la
economía, aun cuando el gobierno no termine de oficializar la sustitución del
bolívar por el dólar.
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