Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
Durante
enero de 2019, la tasa de cambio no oficial pasó de 720 a 2.885 BsS/$ para
estabilizarse entre febrero y marzo en torno a 3.200 BsS/$. Pero en abril, el
ritmo cambiario comenzó a acelerarse a un promedio de 15% intersemanal.
Luego en mayo, debido a la activación de las mesas de cambio en la banca, el
ritmo cambiario se desaceleró nuevamente en torno a 2,7% intersemanal. La
arritmia cambiaria reapareció a mediados de junio cuando se registró una tasa
de crecimiento intersemanal de 17%. Desde entonces, el tipo de cambio se ha
desquiciado con un vertiginoso ascenso en los meses de julio y agosto, en cuya
última semana la tasa de cambio no oficial subió 45%. Solo en el mes de agosto,
el bolívar se devaluó más de 100 % al ubicarse la tasa de cambio en 20.511
BsS/$, en comparación con los 9.830,94 BsS/$ al cierre del mes julio.
Como
era de esperarse, se agotó el efecto pasajero de la política monetaria restrictiva
sobre la evolución de la tasa de cambio y como instrumento de política
antiinflacionaria. Ciertamente, al aumentar el encaje legal, entendido éste
como el porcentaje de los depósitos y captaciones que los bancos están
obligados a congelar en las cuentas del BCV, la autoridad monetaria logró bajar
temporalmente la presión de demanda en
el mercado paralelo, al restringir el crédito a la producción y el consumo.
Esta
política, aunada a una reducción relativa en la emisión de dinero para cubrir
el déficit fiscal, contuvo temporalmente el alza del tipo de cambio y ayudó a
desacelerar la inflación, la cual pasó de 261,1% en enero a 33,8% en
julio, según el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) calculado por
la Asamblea Nacional (AN). Pero en el mes de agosto la hiperinflación se
desbordó otra vez al llegar a 65,2%, la hiperinflación acumulada en lo que va
de 2019 sumó 2.674,1% y la interanual entre agosto de 2018 y agosto de 2019
llegó a 135.379,8%.
Muchos bolívares detrás de pocos dólares
Ante
la certeza de que el bolívar seguirá perdiendo su valor, todos corren a
proteger su ingreso en bolívares
tratando de comprar dólares en un mercado en el que no hay una oferta
suficiente de divisas. Como la creciente demanda ya no es solo para protegerse,
sino también para pagar operaciones de compra-venta en una economía que se
dolariza cada vez más, la mayor demanda de divisas ejerce una permanente presión
al alza de la tasa de cambio.
Cuando
muchos bolívares intentan comprar pocos dólares, entonces la tasa de cambio se
dispara. Y exactamente esto fue lo que ocurrió. El BCV reportó un aumento en
sus reservas internacionales por compra de divisas a PDVSA, las cuales fueron
pagadas en bolívares a la compañía petrolera que, a su vez, procedió a pagar deudas
pendientes a sus proveedores y contratistas. Inmediatamente, estos corrieron a proteger
el poder de compra de esos bolívares comprando dólares, y esa súbita demanda impulso
al alza la tasa cambio. Siempre que PDVSA y las empresas públicas pagan a sus proveedores
en bolívares, estos se protegen de la hiperinflación comprando divisas,
cuestión que eleva su precio.
La
política monetaria estimula la
especulación cambiaria
Cuando
la política monetaria restrictiva frena la evolución normal del precio del dólar,
esto deviene en un incentivo para los especuladores cambiarios que aprovechan
las semanas en las que la tasa de cambio se ralentiza para comprar divisas a un
precio menor al que realmente deberían tener.
Aunque la demanda de dólares temporalmente esté
mediatizada debido a la restricción del crédito a la producción y consumo, la
demanda de los especuladores cambiarios se mantiene. Pero llega un momento en
el que el dique cambiario finalmente se agrieta, se desbordan las presiones
cambiarias represadas y se desquicia el precio de la divisa.
Cuando
la contención cambiaria se hace insostenible y el precio del dólar se desboca,
los especuladores venden lo acumulado y obtienen cuantiosas ganancias sin haber
realizado ninguna inversión o esfuerzo productivos. A la larga, la política
monetaria restrictiva degenera en un incentivo a la especulación cambiaria.
La
brecha entre los precios oficial y no oficial de la divisa se estira y se
encoge. En enero de 2019 llegó a ser de 180%. Luego, como resultado de la
política monetaria restrictiva, la diferencia entre ambas llegó a reducirse a 10%. Incluso,
por breves períodos, la tasa de cambio oficial ha llegado a ser mayor que el
dólar paralelo.
Hay
meses en los que todas las mercancías registran aumentos significativos en sus
precios, mientras que el precio del dólar no sube a la misma velocidad. Cuando esto
sucede, las familias, las empresas y las instituciones se ven obligadas a
cambiar más dólares para pagar los bienes y servicios que se cotizan en
bolívares, y esto crea la impresión de una inflación en dólares. El demencial
desquicie de todos los precios en bolívares y el rezago en la evolución del
precio del dólar en bolívares, se traduce en una pérdida del poder adquisitivo
del dólar. De hecho, en la economía dolarizada los precios también suben y en
lo que va de 2019, el dólar ha perdido más del 50 % de su poder de compra.
La corrección del rezago cambiario obliga a reconocer y absorber la inflación
no registrada en el comportamiento de la tasa de cambio. Si esta distorsión se
corrigiera ahora, el precio del dólar superaría los BsS 35.000, en lugar de los
20.959,92 BsS/$ que hoy registra, después de haber perforado el umbral de los
25.000 BsS/$.
Esta
arritmia cambiaria se prolongará mientras la dinámica económica venezolana siga
afectada por una persistente contracción de la economía; un déficit fiscal de
más de 10 puntos del PIB y su financiamiento monetario con desmesuradas
emisiones de dinero; por la caída de la producción y exportación petroleras que
restringe el ingreso en divisas; y, por el impacto de las sanciones financieras
y comerciales que agravan la crisis, toda vez que dificulta la venta de
petróleo en Asia y de oro a Turquía. Todo esto se traduce en menos divisas para
abastecer el mercado cambiario, razón por la cual es fácilmente previsible que
la tasa de cambio seguirá subiendo en lo que resta de año. El cielo es el
límite y el infierno también. @victoralvarezr
No hay comentarios:
Publicar un comentario