Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
Un día
después de que Juan Guaidó anunciara el agotamiento de las negociaciones de
Barbados, representantes de cuatro partidos de la oposición minoritaria anunciaron
la conformación de una “Mesa Nacional de Diálogo” con
el gobierno de Nicolás Maduro. De cara a la unidad de la coalición opositora, el
régimen abrió una nueva grieta entre sus adversarios al anunciar un
acuerdo con un sector de la oposición electoral que habrá que analizar y
evaluar con base en los resultados que genere.
Reincorporar
a la AN los 55 diputados del PSUV/GPP significa reconocer al parlamento
presidido por Guaidó. Y la designación de un nuevo CNE con el voto favorable
de la bancada oficialista sería reconocer que la AN no está en desacato y
reconocer una falacia que sirvió para vaciar de funciones y anular la AN. Si se logra la reinstitucionalización del poder
electoral se
abrirán vías para avanzar hacia una solución
política, electoral y pacífica del conflicto venezolano.
El fin de Barbados: sin pena ni gloria
En 2019 la
oposición lanzó la estrategia de la Presidencia interina de Juan Guaidó con la
ruta de los tres pasos que al final se
convirtió en un rígido mantra que le ha restado flexibilidad y capacidad de
respuesta a toda la oposición. El G4 (PJ, AD, UNT, VP) liderado por Guaidó, con
el respaldo de casi 60 gobiernos, no logró lo que prometió: la salida inmediata
de Maduro.
La
frustración es mayor cuando a pesar de la mediación del Reino de Noruega, la
oposición radical no pudo lograr ningún acuerdo con el régimen de Maduro. Había
una expectativa favorable pero nadie sabía lo que se discutía. Dominicana, Oslo
y Barbados fracasaron porque al ser procesos poco transparentes no despertaron
el decidido apoyo y movilización de la opinión pública nacional. Agotado el
mecanismo de Barbados, vale preguntarse ahora ¿qué otras opciones pueden
relanzarse desde la AN que no estén en catálogo de las salidas violentas que
invocan al TIAR o al numeral 11 del artículo 187 de la CRBV que faculta a la AN
a autorizar misiones militares extranjeras en territorio venezolano?
En Venezuela
el enorme rechazo a la gestión del gobierno pone a ganar a cualquier candidato
no oficialista. La oposición es una potencial mayoría electoral, pero todavía
hay partidos muy influyentes que prefieren invocar al TIAR y llamar a una
invasión militar, antes que prepararse con tiempo para medirse en una próxima
contienda electoral y así enfrentar con éxito el ventajismo oficialista.
Ante el fracaso de Oslo y el relanzamiento de la
opción de una intervención militar que desate una espiral de violencia y
amenace con sembrar al país de odio y afanes de venganza, el diálogo y la
negociación siguen siendo la mejor opción. A la luz de las lecciones que dejan
los anteriores intentos fallidos de diálogo y negociación en el extranjero, se
impone la nacionalización del diálogo con una agenda abierta y transparente, a
la vista de la opinión pública nacional e internacional, que garantice que los
asuntos que se están negociando son los que realmente importan a la Nación y
que no responden única y exclusivamente a las ambiciones personales ni a las
agendas de los partidos políticos.
¿Cuál es el margen de maniobra para que
la nueva coalición logre la presidencia de la AN?
Si se cumple
el acuerdo de rotación de la presidencia de la AN -que para el próximo año
corresponde a los partidos minoritarios-, la designación recaería en un diputado
del partido minoritario que tiene más parlamentarios (Cambiemos). Esto le
pondría fin a la Presidencia interina de Juan Guaidó y obligaría a replantear
las posiciones de los casi 60 gobiernos que desconocieron a Maduro para
reconocer a Guaidó como Presidente interino. ¿Cómo lograrán el quórum?
Para
alcanzar el quórum parlamentario el día de la elección, la nueva coalición
entre el gobierno y los partidos minoritarios de la oposición tendrían que
lograr al menos 84 diputados asistentes. Y para cambiar la presidencia de la AN es necesario que a los
55 diputados del oficialismo se sumen los seis de su partido, el de Avanzada
Progresista, así como los diputados que el gobierno logre desmarcar de la
bancada del G4 para que no se manifiesten a favor de Guaidó.
¿Cuál es el margen de maniobra del nuevo G4
(Cambiemos, AP, MAS y Soluciones) frente al gobierno y resto de la oposición
para conformar nuevas alianzas de cara a la elección de la nueva directiva de
la AN para el 2020? De
los 167 diputados, la oposición tiene 112 y el oficialismo 55. De estos, 25
diputados opositores están refugiados, en el exilio o encarcelados. Solo 87
diputados opositores están habilitados y activos.
En un
escenario al que la bancada opositora liderada por Guaidó decida ausentarse de
la votación, con un quórum de 84 asistentes la nueva coalición necesitaría 43
parlamentarios para tener la mayoría que hace falta para nombrar al nuevo Presidente
de la AN. Si se suman los 55 diputados del PSUV/GPP y los 7 diputados de
Cambiemos y Avanzada Progresista, en total serían 62 diputados, cifra más que
suficiente en un quorum de no más de 84 diputados que el oficialismo tendría
que construir. En este escenario, el próximo presidente de la AN podría ser el
diputado Timoneo Zambrano por ser el líder del partido minoritario que más
curules tiene.
La elección de un nuevo CNE
Para la elección de un nuevo CNE se necesita 110 votos
a favor. En caso de no lograr los dos tercios que se requiere para elegir ese
organismo en la AN, la nueva coalición apelaría por el recurso de la
"inhibición parlamentaria" y trasladaría la elección del CNE al Tribunal
Supremo de Justicia, tal como ya lo hizo el gobierno en el pasado reciente.
El nuevo CNE
tendrá que resolver la situación de los partidos políticos inhabilitados, de lo
contrario estos acuerdos parciales serían interpretados como una maniobra para
mantener su inhabilitación y aumentar la opción electoral de los partidos
pequeños que forman parte de la coalición con el gobierno.
En otro escenario, si se adelantan las elecciones para
el primer cuatrimestre de 2010, se mantiene la inhabilitación y los partidos del
G4 ratifican su decisión de no postularse si las parlamentarias se convocan
antes que las presidenciales, tal como ya lo anunció Guaidó, lo más probable es
que la AN quede en manos de la nueva coalición entre el oficialismo y los
partidos opositores que firmaron el acuerdo para activar la Mesa de Diálogo Nacional.
Tengamos en cuenta que con la modificación de la Ley
Electoral se reactivaría la representación de la minoría para que en la
elección parlamentaria de 2020, otros partidos minoritarios logren sacar
curules en la AN y así se puedan incorporar a la nueva coalición entre el
gobierno y los partidos minoritarios. Y si esta nueva coalición logra la
Presidencia de la AN, se acabará la Presidencia interina de Juan Guaidó y se
quebrará la coalición internacional que lo reconoció como Presidente encargado.
Dos oposiciones que se acusan mutuamente
de ilegítimas y en lugar de unirse se dividen
Desde 2002,
en la oposición se han manifestado diferencias que tienen su origen en dos visiones distintas para
resolver el conflicto venezolano. Por un lado, la visión extremista o
maximalista que apuesta al todo o nada, al ganador se lo lleva todo, y lo que
más ansía es la rendición incondicional y humillante de su adversario. Por el
otro, la oposición electoral o gradualista que opta por recuperar espacios de
poder a través de su participación en los procesos electorales, aún si no se
logran todas las garantías y condiciones electorales y se tiene que postular enfrentando
el ventajismo oficialista.
Lamentablemente,
cuando las diferentes tendencias de la oposición se unieron, a la larga no pudieron
administrar bien la contundente victoria lograda en las Parlamentarias de 2015.
Al instalarse la nueva AN controlada por la oposición, en lugar de aprovechar su
mayoría parlamentaria para obligar al gobierno a negociar un programa común de
interés nacional, el mismo día de la juramentación se lanzó un grito de guerra
a Nicolás Maduro, amenazándolo de que en solo seis meses definirían la ruta
para sacarlo de Miraflores. Este grito de guerra provocó la más feroz reacción del
régimen que impuso la ANC como un poder legislativo paralelo y vació de
funciones a la AN.
Con la
activación de la Mesa Nacional de Diálogo
las dos oposiciones se deslindan y una acusa a la otra de
"ilegítima". Después de haberlos subestimado y excluido de toda
decisión, las reacciones del G4 en contra de los partidos minoritarios que
firmaron el Acuerdo con el gobierno han sido desmesuradas. Lo contradictorio es
que esa misma oposición de los partidos mayoritarios que negociaba con el
gobierno la firma de un Acuerdo, es la que ahora acusa a los partidos
minoritarios de falsa oposición, traidores
y colaboracionistas por firmar un Acuerdo semejante al que ellos mismos
negociaban en Barbados.
A su vez, los partidos mayoritarios de la oposición están siendo cada vez más cuestionados
por la oposición más extremismo y radical, la cual los acusa y descalifica por “haber caído en la trampa del gobierno que
utiliza el diálogo para ganar tiempo”. Al no lograr el cese a la
usurpación, los partidos del G4 han reaccionado de manera muy negativa ante la
iniciativa de la Mesa Nacional de Diálogo
y descalifica a sus promotores como colaboracionistas y traidores. La agresividad con la que se ha
manifestado este nuevo desencuentro entre las distintas tendencias de la
oposición revela que no hay un verdadero espíritu unitario sino un afán de
protagonismo. Si el Acuerdo lo firma la oposición radical es bueno, pero
si lo firma la oposición electoral, entonces es malo. Queda claro que para unos es más
importante su protagonismo que el la pertinencia, relevancia y alcance de los
acuerdos.
A pesar
de que en Barbados se planearon los mismos objetivos que en Caracas, ahora que
el nuevo mecanismo comienza a lograrlos, entonces se le atribuyen consecuencias
negativas. Lo que se anunció en la Mesa Nacional formaba parte de la agenda de
Barbados y es parte de la agenda que la comunidad internacional ha exigido y no
puede ser ahora descalificado. ¿Qué va a decir la UE y el Grupo de Contacto, la
OEA y el Grupo Lima, todos los que exigían una solución política y negociada?
En la oposición siempre habrá diferentes visiones de
lo que debe ser el país. Pretender borrar esas diferencias y erigirse como
depositario del sentir del pueblo y el clamor nacional solo degenerará en más
autoritarismo. Los diferentes partidos políticos y movimientos sociales son libres
de suscribir o no acuerdos entre ellos sin que por eso se les estigmatice y
someta al escarnio de los sectores más extremistas y radicales.
La oposición
venezolana tiene por delante el reto de preservar un mínimo reconocimiento y
respeto entre sus diferentes tendencias. Pero esto no es posible si se imponen los
prejuicios, ofensas y descalificaciones. Todos los que firmen un acuerdo con el
gobierno para propiciar una solución pacífica no dejan de ser de oposición, no son
unos colaboracionistas ni vendidos, no los compraron. Firmaron ese acuerdo y
conformaron la Mesa de Diálogo Nacional
porque están convencidos de que esa es la forma correcta de destrancar el juego
y construir una solución política y negociada.
La
agresividad con la que se administran las diferencias solo contribuye a
alimentar las desviaciones divisionistas que aumentan y prolongan la esperanza
de vida del régimen. Si no se acuerdan los mínimos términos de una cooperación
básica, llegará el 2020, el gobierno maniobrará para convocar las parlamentarias
lo más pronto posible y la oposición no habrá escogido candidatos unitarios
para postularlos. Peor aún, ni siquiera tendrá los testigos en todas y cada una
de las mesas electorales para asegurar la defensa de cada voto de la Venezuela sufrida
y opositora que quiere un cambio. Y así será prácticamente imposible superar por
la vía electoral y pacífica la crisis de gobernabilidad que hunde al país en
una crisis humanitaria sin precedentes. Quizás haya que mirarse en el espejo de
los rusos y turcos que, a pesar de denunciar el ventajismo oficialista, se
postularon, cooperaron y obtuvieron importantes espacios para la lucha y el
avance hacia la toma del poder político que se habrían perdido de no haber
participado.
¿Qué hacer?
¿Abstenerse o participar? Decida usted con mucha sensatez y conciencia, que el
próximo presidente de la AN será el que entre todos elijamos con nuestro voto o
con nuestra abstención. Tengamos en cuenta que no votar también es una forma de
elegir.
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