Víctor Álvarez R./Premio Nacional de Ciencias
Venezuela
no solo ha dejado de ser un país rentista sino que está dejando de ser un país
petrolero. La extracción de crudos cayó
de 3 millones de BPD en 2012 a menos de 400 mil BPD en el primer semestre de
2020. La capacidad de refinación está en ruinas y por eso hay escasez de combustibles.
Por si fuera poco, las sanciones económicas han sido el golpe de gracia para un
país exhausto.
Sin
ingreso fiscal petrolero y con una economía contraída la recaudación fiscal se
ha desplomado. Las empresas en quiebra no tienen cómo pagar ISLR y la
informalización de las operaciones de compra venta que no exigen la factura
para evitar el pago del IVA merma aún más los ingresos fiscales. El gobierno no
cuenta con recursos para repotenciar los servicios de agua, energía eléctrica,
gas doméstico y telecomunicaciones. A todas estas, el BCV continúa emitiendo
dinero para financiar empresas públicas deficitarias, atizando así la
hiperinflación que disuelve el ingreso real y empobrece a la población.
Según la última Encuesta de Condiciones de Vida (ENCOVI)
el 79 % de los hogares está en condición de pobreza al no poder cubrir el costo
de la canasta alimentaria.
De acuerdo a los cálculos del Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores CENDA, la Canasta Alimentaria para el grupo familiar de 4 personas en el mes de julio tuvo un costo de Bs. 45.519.252,73, equivalente a $ 183.
Por su parte, el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas), el precio de la Canasta Mínima Alimentaria conformada por solo 15 productos se ubicó en julio en 6.906.073,51 bolívares, equivalente a $ 25,86, mientras que el salario mínimo apenas equivale a $ 1,5.
Esto quiere decir que se requieren 17,2 salarios mínimos para poder comprar la canasta alimentaria.
El acelerado empobrecimiento ha causado una diáspora sin precedentes. Según ACNUR, más de 4,6 millones de venezolanos son migrantes y refugiados que se enfrentan al hambre, la falta de acceso a la atención médica, la falta de vivienda y la xenofobia.
Esta es
la lamentable tragedia económica y social que sufre el país con las reservas de
petróleo más grandes del mundo.
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