lunes, 5 de febrero de 2024

¿Cuál es la clave para realizar unas elecciones libres, trasparentes y competitivas en Venezuela?

 

Por: Víctor Álvarez R. / Premio Nacional de Ciencias

Director del Proyecto Pedagogía Económica y Electoral

Un Pacto de Convivencia Pacífica tiene que contemplar la amnistía por delitos políticos. Se trata de poner fin a las persecuciones, juicios y encarcelamientos a los líderes de la oposición acusados de traición a la patria por haber promovido internacionalmente el reconocimiento de un gobierno paralelo, solicitado sanciones económicas contra Venezuela, invocado una intervención militar externa a través del TIAR, formado parte del TSJ en el exilio, apoyado el intento de golpe militar, respaldado la prolongación de funciones de la AN-2015-2020 y por haberse pronunciado a favor del aislamiento internacional, la máxima presión y la amenaza creíble contra Venezuela. En un Pacto de Convivencia Pacífica estos delitos políticos tienen que ser amnistiados.

La alternabilidad democrática será posible si se garantizan los derechos políticos, no solo de la oposición, sino también de los que tengan que entregar el poder en caso de perder las elecciones. En América Latina, el caso chileno es paradigmático para demostrar que a través de la negociación de garantías políticas es posible poner fin a una férrea dictadura y recuperar la democracia. Pinochet y los militares se comprometieron a reconocer el resultado de las elecciones y hacer posible la alternabilidad en el poder, a cambio de seguir al mando del Ejército, ser designado como senador vitalicio e inmunidad parlamentaria y evitar una persecución contra los militares. La transición chilena a la democracia tuvo que bajar los costos de salida de los gobernantes salientes y dejar a un lado las amenazas de persecuciones, juicios y cárcel. De lo contrario, Chile no habría recuperado la alternabilidad en poder por la vía electoral y pacífica.

En Venezuela, estas garantías pueden requerir una reforma constitucional para que el ex Presidente de la República y el candidato que resulte perdedor sean designados como diputados con inmunidad parlamentaria por delitos políticos durante un período de diez años o incluso vitalicio. No negociar estas garantías llevará a aferrarse al mando al oficialismo que teme ser perseguido y enjuiciado. Por mucho que se le critique, sancione y aísle, el chavismo no va a cambiar la seguridad del poder para quedar expuesto a una ola de persecuciones, juicios y condenas. La alternabilidad en el mando político pasa por la protección de los derechos políticos de los perdedores.

Si su derrota electoral se convierte en una tragedia de juicios y condenas, el oficialismo se aferrará al poder y en Venezuela no habrá elecciones competitivas ni alternabilidad en el mando político. El régimen no va a dejar correr en la carrera presidencial a quien lo amenace con convertirse en su verdugo. Si perder el poder se convierte en un calvario, a través de los poderes públicos que controla hará todo lo posible para sacar de la contienda electoral a quien lo amenace con tribunales y cárcel.

Los acuerdos para mejorar las condiciones electorales son necesarios para la oposición pero no son suficientes para el gobierno. Para avanzar hacia una solución electoral y pacífica del conflicto venezolano, los Acuerdos Parciales de Barbados deben ser complementados con un Acuerdo de Convivencia Pacífica que garantice los derechos políticos de la oposición, pero también de los que están en el gobierno y tengan que entregar el poder en caso de perder las elecciones.

Del revanchismo y la persecución a la complementación y cooperación

La solución del conflicto no puede ser el exterminio del contrario o la rendición incondicional del otro. En caso de un cambio en el mando político, el nuevo presidente tendría que coexistir con una Asamblea Nacional (AN), un Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), una Contraloría General de la República (CGR), una Defensoría del Pueblo (DP) y la mayoría de las gobernaciones y alcaldías que todavía se mantendrían bajo el control del chavismo. Con todos ellos tendría que entenderse. Para poder gobernar tendrá que reconocer a su adversario e interactuar con los demás poderes públicos y niveles de gobierno que no controla. Venezuela necesita un acuerdo político que convierta en aliados a los antiguos enemigos políticos, a través de una fórmula incluyente de convivencia pacífica y cogobierno. Para evitar que al cambio político le siga una crisis de gobernabilidad, los factores en pugna están llamados a impulsar un Programa de Reformas Económicas, Sociales e Institucionales que se comprometen a continuar, independientemente de quien resulte ganador.

Reformas Económicas y Programas Sociales Compensatorios

Los cambios políticos por sí mismos no garantizan que la situación económica y social mejore. El nuevo gobierno heredará una enorme deuda social, tendrá que hacerle frente al grave deterioro de los servicios públicos de agua potable, electricidad, gas doméstico, telecomunicaciones, escasez de combustibles, deterioro de la infraestructura vial y colapso de los sistemas públicos de educación y salud. Recibirá un país con graves desequilibrios macroeconómicos que contraen la producción y generan inflación, una industria petrolera en ruinas y sin recursos financieros, y un aparato productivo que no genera suficientes puestos de trabajo. Familias completas huyen del hambre en una incesante diáspora que no tiene precedentes. La desesperación nacional le exigirá resultados concretos en el primer año de gestión. De lo contrario, el país otra vez se sentirá defraudado y el nuevo gobierno rápidamente habrá perdido credibilidad.

Para corregir los graves desequilibrios que generan la inflación, contraen la producción e impiden la generación de empleo, el nuevo gobierno tendrá que aplicar drásticos correctivos que no suelen ser bien recibidos por los sectores más vulnerables que protestan con mucha razón cuando se recarga sobre sus bolsillos el costo del ajuste. Para aliviar el déficit fiscal y erradicar su financiamiento con emisiones de dinero inflacionario tendrá que reestructurar de toda la administración pública para reducir el exagerado número de ministerios, liquidar entes públicos inoperantes y privatizar empresas públicas que terminaron secuestradas y quebradas por la corrupción; tendrá que reducir los subsidios y sincerar las tarifas de los servicios públicos a fin de generar ingresos propios para su mantenimiento y repotenciación; y tendrá que hacerlo en un país empobrecido donde el ingreso familiar no alcanza para comprar la canasta alimentaria, mucho menos para cubrir el costo de los demás servicios.

A las medidas de ajuste suele atribuirse un impacto social y un costo político que termina dando al traste con los gobiernos que las aplican. El creciente descontento social aborta las reformas económicas y desemboca en el reemplazo del gobierno que impulsó las mismas. Recordemos lo que le pasó a Macri en Argentina, a Lenin Moreno en Ecuador y la ola de protestas en Colombia que desencadenó la reforma tributaria que intentó Duque. En Argentina, Javier Milei enfrenta un creciente malestar social por el drástico ajuste que está llevando a cabo. En Venezuela, la viabilidad económica de una transición política, sin marchas y contramarchas, tiene que mirarse en el espejo de esos países y contemplar las medidas de protección social para compensar los efectos no deseados de las medidas económicas de ajuste. Un Pacto de Convivencia Pacífica es necesario para evitar que al cambio político le siga una ola de protestas y crisis de gobernabilidad. En vez de apostar al fracaso del otro, los actores en pugna están llamados a cooperar y compartir las críticas y méritos por las medidas de ajuste que será necesario aplicar para hacer posible la reconstrucción nacional.

Conformación de un Gobierno de Coalición

Transiciones políticas exitosas han comenzado por un período de coexistencia y cogobierno entre adversarios que no sólo fueron parte activa de las negociaciones, sino que terminaron integrando el nuevo gobierno que resultó de las elecciones. En Venezuela, esto comienza por la incorporación de la oposición al actual gobierno; y –en caso de un cambio en el mando político,- la incorporación al nuevo gobierno de quien pase a la oposición. Esta fórmula facilitará el respaldo y continuidad del programa de reformas previamente pactado, los cual facilitará la gobernabilidad poselectoral.

Los incentivos y apoyo de la comunidad internacional serán claves para la conformación de un Gobierno de Coalición. La mejora de las condiciones electorales puede ser incentivada no solo con la flexibilización de las sanciones, sino también con la rebaja y reestructuración de la deuda externa, la reinserción de Venezuela en los mercados financieros y las inversiones extranjeras para recuperar la industria petrolera y reactivar el aparato productivo. Con estos incentivos el Gobierno de Coalición podrá llevar a cabo las reformas económicas, sociales e institucionales necesarias para que el nuevo gobierno que surja de unas elecciones competitivas -con garantías de no persecución a quien resulte perdedor-, en vez de heredar una bomba de tiempo económica y social, reciba una economía saneada, un Estado reinstitucionalizado y una sociedad desarmada que se pueda gobernar. 

Reinstitucionalización de los poderes públicos

En Venezuela no hay autonomía ni independencia de los poderes públicos, su actuación es funcional al Poder Ejecutivo. La designación de funcionarios vinculados al partido de gobierno genera mucha desconfianza e inseguridad jurídica. Antes de cumplir su período legal, magistrados del TSJ y rectores del CNE suelen ser cambiados por el gobierno cuando no responden a sus directrices. Al frente de los poderes de las instituciones públicas deben quedar ilustres venezolanos, reconocidos por su imparcialidad y neutralidad. Un Pacto de Convivencia Pacífica pasa por reinstitucionalizar los poderes públicos controlados por el Gobierno,

Renovación del CNE. El oficialismo sufre un enorme rechazo entre los electores. Para recrudecer la apatía electoral y la abstención que lo ponga a ganar, maniobra para designar un árbitro electoral que luzca parcializado. Unas elecciones competitivas tienen que ser organizadas y dirigidas por un árbitro imparcial, con rectores del CNE reconocidos por su capacidad técnica, prestigio e imparcialidad.

Renovación de la CGR. Dirigentes políticos que no han sido funcionarios públicos pero que son candidatos potencialmente ganadores han sido inhabilitados por la CGR, sin un expediente administrativo y sin haber sido notificados para que puedan presentar alegatos y pruebas a su favor en una  instancia competente. Constitucionalmente, la limitación de los derechos políticos no es viable por decisiones administrativas, solo es posible mediante un juicio donde se respete el debido proceso y el derecho a la defensa del enjuiciado. Hay que renovar la CGR para impedir inhabilitaciones administrativas e inconstitucionales.

Renovación del TSJ. Constitucionalmente, la inhabilitación política no puede ser por la vía de un acto administrativo sino por un tribunal que dicta sentencia firme por un delito. Sin embargo, el TSJ ha ratificado inhabilitaciones administrativas, sin que la persona afectada haya sido notificada para que pueda defenderse en un juicio. Aun así, se exige a los inhabilitados demandar la nulidad de actos inexistentes. Se requiere un poder judicial que no se preste a maniobras para impugnar resultados electorales, romper la mayoría lograda por la oposición en la AN, judicializar e intervenir partidos políticos e inhabilitar candidatos de la oposición que pueden ganar una elección.

Justicia transicional. La aplicación exagerada de la justicia puede hacer inviable retomar la paz política, el crecimiento económico y el bienestar social. El otro extremo es la impunidad y el olvido de la justicia que reclaman las víctimas de violaciones a sus derechos humanos, lo cual dejaría abiertas muchas heridas y afanes de venganza. Las medidas excepcionales de la justicia transicional deben estar condicionadas al esclarecimiento de la verdad, la reparación de daños y la no repetición de la tragedia. Solo así será posible el perdón que lleve al reencuentro y la reconciliación nacional.

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