Por: Víctor Álvarez R. / Director del Proyecto Pedagogía Económica y Electoral
Una
oposición dividida, desorganizada, sin un candidato único y unitario, y sin un programa de
gobierno que estimule a votar, es incompetente para salir victoriosa en unas
elecciones competitivas.
La
mayoría de los partidos carece de una estructura organizativa en todos y cada
uno de los estados, municipios y parroquias del país, no cuentan con una militancia
organizada, no tienen una maquinaria electoral con testigos que defiendan los
votos en cada urna frente a la poderosa maquinaria electoral oficialista que
correrá con ventaja al utilizar a su favor los recursos del Estado.
Aunque
se logren unas elecciones competitivas, si la oposición no está en capacidad de
competir con un candidato único y unitario, un programa de gobierno que
entusiasme al electorado, y el respaldo de una poderosa maquinaria capaz de
movilizar masivamente el descontento nacional, no podrá capitalizar
electoralmente la ventaja comparativa que le otorga el enorme rechazo al
gobierno.
Quienes
tienen la certeza que con la inhabilitación de María Corina Machado (MCM) por el TSJ será
imposible inscribir su candidatura en el CNE, plantean que la PUD no debe seguir perdiendo tiempo ni
esperar hasta el último día de inscripción para anunciar al nuevo candidato. Aferrarse a una
candidatura que no puede correr en la carrera presidencial es poner en peligro
lo que el país descontento sí puede lograr en torno a una candidatura de
consenso: es decir, capitalizar
electoralmente el enorme rechazo al gobierno para lograr un cambio en el mando
político por la vía electoral y pacífica.
Desde Barinas dejó escuchar su voz el gobernador Sergio Garrido, quien dijo:
“No nos vamos a parar por María Corina
Machado, escogeremos otro candidato”. Garrido personifica el éxito de una
decisión pragmática y oportuna que se tomó en tiempo real cuando Freddy
Superlano -el candidato de la PUD a la gobernación de Barinas-, le fue
desconocido su triunfo, convocaron nuevamente los comicios pero lo inhabilitaron
a él y también a su sucesora para que no pudieran competir y ganar. La PUD
hubiese podido llamar a la abstención, pero para capitalizar electoralmente el
enorme rechazo al candidato oficialista, el candidato inconstitucionalmente
inhabilitado se hizo a un lado y apoyó a un candidato de otro partido, quien
finalmente se alzó con la victoria de la oposición en el emblemático estado de
Barinas, la tierra donde nació Hugo Chávez, el líder de la Revolución.
Pero ahora resulta que, según MCM[1], Sergio Garrido resultó
ser el candidato que Maduro quería que ganara las elecciones en Barinas y por
eso no lo inhabilitó y lo dejó competir. Dijo MCM: “Ya lo vivimos aquí, mucha gente habla del caso Barinas donde Maduro
inhabilitó al candidato que había ganado, después a otro y después a otro, y
terminó quedando un candidato, un gobernador, que hoy es absolutamente afín a
Maduro, sigue la narrativa del régimen, promueve sus ideas y planteamientos”.
Por ese camino, MCM se terminará peleando y alejando de sus aliados de la PUD.
Y con esta incapacidad de la oposición para ponerse de acuerdo, hay un
creciente riesgo de que la moraleja de
Barinas sea dejada a un lado si no se consigue pronto un sucesor.
Ante el reclamo por no tener una fecha clara para las presidenciales de 2024, el oficialismo reaccionó con el llamado a Elecciones Ya. Una vez inhabilitada MCM por el TSJ, la nueva jugada del gobierno es apostar a que -en un lapso tan corto-, los partidos de la PUD no logren escoger una candidatura de consenso, se dividan y decidan abstenerse. Solo así el gobierno podrá convertir en mayoría el decadente apoyo que registra en las encuestas.
La candidatura
de consenso todavía no existe y hay que construirla. Y no puede ser una decisión personal de MCM,
toda vez que los partidos de la PUD van a exigir participación para escoger a
su candidato presidencial. Intentar imponer a dedo al sucesor o sucesora, sin
consensuar con la PUD, es una huida hacia adelante, es seguir a toda velocidad
en la dirección equivocada. Y la dirección equivocada es ir a contravía del
consenso necesario, que lleve a una nueva división y abstención que pongan en
peligro la posibilidad real de capitalizar electoralmente el 75% de rechazo al
gobierno.
Mantener viva la posibilidad de cambio pasa por convenir
lo antes posible un mecanismo para escoger un sucesor, mecanismo en el cual MCM
debe participar activamente. Sin su decidido apoyo a la nueva candidatura aumenta
la probabilidad de que la oposición se divida, se abstenga y sea derrotada. Los partidos de la PUD que reconocieron el triunfo
de MCM en la Primaria presidencial han dicho que una cosa es la candidatura unitaria
y otra cosa muy distinta es el liderazgo político de la coalición opositora. Esta
tensión impidió consolidar una unidad sincera en torno a MCM. Se nota un
distanciamiento y falta de comunicación entre la candidata y los líderes de la
PUD que la han dejado prácticamente sola. MCM también los subestima y no los
convoca porque los 12 aspirantes que le disputaron la candidatura presidencial
no sumaron juntos el 8 % de los votos escrutados, y los hechos dicen que le
suman muy poco a su propio caudal electoral.
La posibilidad de que la PUD pueda participar en las
presidenciales de 2024 emplaza a buscar un nuevo candidato. Este no podrá ser
ninguno de los que compitieron en la primaria presidencial. Al precandidato que llegó de segundo con apenas el
4% de los votos lo expulsaron de su partido, y el resto de los precandidatos no
logró el 1%. Y como MCM se llevó el 92,35 % de los votos, ninguna coalición en
el seno de la PUD suma lo suficiente como para imponer su voluntad, tal como lo
hacía entes el G-4. Aun así, los partidos de la PUD no están dispuestos a dejar
que MCM se arrogue la prerrogativa de escoger y levantar la mano al sucesor.
Una
vez electa MCM en la Primaria del 22 de octubre, los partidos de la PUD no se
dedicaron a construir una poderosa maquinaria electoral, capaz de movilizar a
los seguidores y de defender los votos en todos y cada uno de los centros y
mesas electorales que se instalarán a lo largo y ancho del territorio nacional.
Este trabajo lo asumió el partido de MCM, Vente Venezuela y SUMATE. El ex
coordinador de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), Jesús “Chuo” Torrealba cuestionó
que: "La dirigencia de los partidos
de oposición esperan que el Gobierno les haga el favor de quitarle del medio a
María Corina. En vez de exigir su habilitación, tienen la esperanza de heredar
su caudal electoral".
MCM ha dicho “sin mí no
habrá elecciones” e insiste en mantener su candidatura hasta el final. Y sus seguidores dejan oír su voz: “o es MCM o no es nadie”. Se siguen confundiendo deseos con realidades. La personalización de la política, el culto a la
personalidad y las estrategias gobernadas por el voluntarismo y la
ambición personal llevarán a perder un tiempo crucial que pondrá en peligro la
mejor oportunidad de cambio político en los últimos 25 años. Al país
descontento con el gobierno y la oposición no se les ofrece un proyecto
político de cambio, sino que se les convoca a apoyar incondicionalmente a un
líder con ínfulas de mesías y redentor. Se impone despersonalizar la opción
política para motivar y movilizar a los ciudadanos en torno a un proyecto de
unidad nacional esperanzador, cuyo exponente pueda ser cualquier candidato íntegro
y decente, que intérprete el sentir nacional y reúna las condiciones básicas
para ser jefe de estado y presidente del gobierno.
Pero mientras la
esperanza de cambio gire única y exclusivamente en torno a una persona que se
aferra a la idea de que si no es él/ella no es nadie, el país descontento
seguirá viendo como las aspiraciones nobles, se convierten en ambiciones particulares
que finalmente se degradan a codicia personal y llevan a desperdiciar las
oportunidades históricas de cambio. Para no perder la mejor oportunidad de cambio en el
mando político que tiene el país descontento con el gobierno y la oposición, es
necesario despersonalizar la opción política y -en vez de rendirle culto a un liderazgo
mesiánico-, más bien promover la organización y participación electoral en
torno a un gran proyecto de reencuentro, reconciliación y reconstrucción
nacional que motive y movilice al país descontento a votar masivamente para
poder lograr una solución electoral y pacífica del conflicto venezolano.
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