viernes, 3 de junio de 2011

¿Reactivar o transformar la economía?

Resumen
En el período de auge económico anterior, mientras el PIB estuvo creciendo, cada vez que el BCV publicaba su informe celebrábamos el acierto de la política económica y la fortaleza de la economía venezolana. Nunca reparamos en la naturaleza y calidad de ese crecimiento, razón por la cual se mantuvo la inercia de otorgar los incentivos públicos, sin aplicar ningún principio de reciprocidad a los beneficiarios. Pero cuando nos dimos cuenta que gracias a estos generosos incentivos lo que más estaba creciendo era la economía capitalista y que la estructura del PIB se estaba tornando de mala calidad -con un creciente peso del comercio importador y los servicios financieros especulativos y de alto riesgo-, entonces comenzamos a celebrar la caída del PIB, argumentando que lo que se derrumbaba era la economía capitalista, sin hacer nada para reactivarla. La lección fue clara: apostar a la desaparición de la economía capitalista sin haber creado antes la nueva economía socialista es el atajo perfecto para quedar atrapados en un círculo vicioso de caída de la producción, escasez, acaparamiento, especulación, inflación, desempleo y creciente malestar social.

En adelante, las medidas que el Gobierno tome deben buscar -más que la sola reactivación-, la transformación del capitalismo rentístico en un nuevo modelo productivo socialista. Lograr esta transformación estructural exige una profunda revisión y rectificación de la política económica. Más que medidas aisladas, se impone el diseño de una nueva estrategia económica que reimpulse y transforme la dinámica económica interna, en función de lograr los objetivos de la soberanía productiva y empoderamiento popular sobre la economía. La reactivación es un proceso que debe estar sincronizado con la transformación estructural en función de sustituir el orden viejo, explotador del ser humano y depredador de la naturaleza, por otro orden capaz de erradicar las causas estructurales del desempleo, la pobreza y la exclusión social.
¿Se reactiva la economía o se reactiva el capitalismo?

El Informe Económico del Banco Central de Venezuela indica que PIB creció 4,5 % en el primer trimestre de 2011. Con este resultado se pone fin a dos años consecutivos de recesión y se da inicio a una nueva reactivación del aparato productivo nacional. Esta recuperación se debe en gran medida a una política económica que se propuso incentivar una mayor demanda agregada interna a través de un mayor flujo de divisas a los agentes económicos para reanimar así el consumo y la producción.
 
Desde 1998 hasta 2010, el peso del sector privado de la economía pasó de 64.7 % a casi 70 %, mientras que la participación del sector público en el PIB cayó de casi 35 % a 30 %. Por su parte, la participación de la economía social, contabilizada como componente del sector privado, es de apenas 1.6 %.

Estos datos revelan que entre 1998-2010 la economía venezolana se hizo más capitalista, lo cual es totalmente contradictorio con los objetivos que se ha planteado el Gobierno Bolivariano de construir un nuevo modelo productivo socialista. En la Venezuela de 2011, tanto la reactivación del PIB como el nivel de empleo que se genera están fuertemente marcados por el abrumador peso que todavía tiene el sector mercantil en la economía, siento este el que define la naturaleza explotadora y depredadora del modelo productivo que aún impera en Venezuela.

En Venezuela, la lucha por lograr una mejor distribución del ingreso no tiene como escenario el sector capitalista de la economía. Esta pugna se traslada a la captura de la mayor parte de la renta petrolera. Su inversión social a través de las Misiones ha permitido compensar una distribución regresiva del ingreso en el sector privado de la economía, donde la participación del capital se ha incrementado en desmedro de lo que reciben los trabajadores. En 1999 a estos les tocaba el 39.7% del valor creado, superior al 36.2 % que le tocaba al capital. Diez años después, la participación de los trabajadores cayó a 32.8 % mientras que la de los capitalistas subió a 48.8%.

Estos datos son una clara demostración del capitalismo salvaje que aún predomina en Venezuela, el cual no se aprecia en toda su crudeza debido a la inversión social de la renta petrolera. Sin embargo, cuando el ingreso petrolero se derrumba, quedan al descubierto los potenciales conflictos distributivos entre capital y trabajo. En condiciones de restricciones económicas, es muy probable que se intensifiquen los conflictos obrero-patronales a través de reclamos, marchas, paros y huelgas para lograr una distribución progresiva del ingreso generado al calor de su esfuerzo productivo. La rivalidad en la distribución del ingreso puede hacerse más cruenta si los precios del petróleo también muestran un comportamiento errático y la economía no se reactiva en el corto plazo. Por lo tanto, transferir el poder económico al pueblo y traspasar la propiedad de los medios de producción fundamentales a los trabajadores directos y a la comunidad organizada para liberarlos de la explotación del capital, es un reto que todavía tiene pendiente la Revolución Bolivariana.

Significativo: reactivación sustentada en el sector privado y en la actividad no petrolera

Tradicionalmente, los dos motores más importantes de la economía venezolana han sido el sector petrolero y el de la construcción. Sin embargo, en esta oportunidad esos dos sectores cayeron en -1,8 % y -7,7 %, respectivamente. Esto quiere decir que la recuperación actual de la economía venezolana ha descansado en la actividad no petrolera, la cual creció 5,2% en el primer trimestre, respecto a igual período del año anterior. Por otra parte, es muy significativo el impulso retomado por el sector privado, al crecer en 4,6%, mayor que el 4,5 % registrado por el PIB total y el 3,3 % de crecimiento que reportó el sector público.

El comportamiento positivo de las actividades no petroleras es generalizado; Comercio, 10,4%; Servicios de transporte y almacenamiento, 7,8%; Comunicaciones, 8,0%; Manufactura, 7,6%; Servicios producidos por el Gobierno General, 7,6%; Instituciones financieras, 5,6%; y Electricidad y agua, 3,1%.

Construcción

La construcción privada disminuyó en 17,8%, afectada por la paralización de obras por parte de constructoras fraudulentas que estafaron a miles de familias. También influyó la menor disponibilidad de insumos básicos debido a la crisis eléctrica que afectó la producción en este sector. La construcción del sector público aumentó 5,2%, asociado a una mayor ejecución de las obras demandadas por las empresas petroleras y no petroleras, pero no pudo compensar la caída de la construcción privada. En promedio, el sector construcción cayó 7,7 %.

Productores de servicios del Gobierno General

Los Servicios del Gobierno General crecieron en 7,6%. Esto se debe a una mayor prestación de servicios de administración pública, 10,7%; salud, 7,7%; y, enseñanza, 4,6%: Todo esto, en el marco de la creciente inversión social que realiza el Gobierno bolivariano para atender a la población de menores recursos, lo cual se expresa en el incremento de la matrícula en la educación superior, la mayor dotación de los planteles educativos, la entrega de insumos y materiales a la red hospitalaria y la atención a la población afectada por las fuertes lluvias que ocurrieron durante el período.

Un crecimiento apoyado en el sector real de la economía

En la manufactura se observa un significativo crecimiento de 8,6% del sector privado, mientras que el crecimiento del sector público fue de 8,2%. Se destaca el crecimiento de la industria de alimentos y bebidas, que creció en 5,6%. También crecieron los sectores de Maquinarias y aparatos eléctricos, 27,9%; Industrias del papel, 18,6%; Edición e impresión 14,1%; Fabricación de sustancias y productos químicos, 13,6%; Muebles, 12,9%; Prendas de vestir, 12,9%; Metales comunes, 11,9%; Minerales no metálicos, 9,6%; y Caucho y plástico, 7,8%. Se observó contracción en la Fabricación de maquinaria y equipos, -10,9%; Productos de madera, -8,7%; Vehículos, -3,1%; y, Textiles, -1,2%.

La reactivación sostenida de la economía no será gracias a la mano invisible del mercado, sino obra de una sabia y oportuna actuación del Estado. Mantener esta recuperación pasa por concentrar el impacto de los incentivos públicos en los sectores con mayor efecto multiplicador: los de más peso en la estructura del PIB que han sufrido una mayor contracción. En Venezuela, la manufactura es el sector que más aporta en la conformación del PIB (15 %), en los dos años anteriores de recesión fue uno de los que más se contrajo, pero también ha sido uno de los que ha mostrado un mayor ritmo de recuperación. Por lo tanto, su incidencia en el desempeño general del PIB es mucho mayor.

Por su peso específico en el PIB, cualquier crecimiento o contracción de la industria repercutirá en la dinámica general de la economía y el empleo. La manufactura tiene un gran impacto sobre las cadenas productivas. Hacia atrás demanda materias primas a la agricultura, pesca, forestal, minería, etc. Hacia adelante ofrece bienes intermedios y finales para el desarrollo de otros sectores. Demanda también servicios de apoyo, agua, gas, electricidad, telecomunicaciones, financiamiento, infraestructura, redes de distribución y comercialización. Si crece la industria crecen también estos sectores.

Solo a través de un firme reimpulso a la industrialización transformaremos la economía rentista e importadora en un nuevo modelo productivo capaz de sustituir eficientemente el alto volumen de importaciones, diversificar la oferta exportable y ser cada vez menos vulnerables a los traumas que ocasionan los altibajos del ingreso petrolero.

¿Reactivar o transformar la economía?

Luego de dos años consecutivos de recesión, mantener la reactivación de la actividad productiva y propiciar su transformación estructural exige una profunda revisión y rectificación de la política económica. Más que medidas aisladas, se impone el diseño de una nueva estrategia económica que reimpulse y transforme la dinámica económica interna, en función de lograr los objetivos de la soberanía productiva.

La recuperación del PIB anunciada por el BCV es una ocasión propicia para revisar la política económica, toda vez que ya no se trata solo de reactivar la economía sino de transformarla. En este sentido, las medidas que el Gobierno en adelante tome, deberán ir más allá de mantener una simple reactivación económica para plantearse, fundamentalmente, la transformación de una economía rentista en un nuevo modelo productivo socialista.

En el período de auge económico anterior a la última recesión, mientras el PIB estuvo creciendo, cada vez que el BCV publicaba su informe, celebrábamos el acierto de la política económica y la fortaleza de la economía venezolana. Pero nunca reparamos en la naturaleza y calidad de ese crecimiento, razón por la cual se mantuvo la inercia de otorgar los incentivos públicos, sin aplicar ningún principio de reciprocidad a los beneficiarios.

Pero cuando nos dimos cuenta que gracias a estos generosos incentivos lo que más estaba creciendo era la economía capitalista y que la estructura del PIB se estaba tornando de mala calidad -con un creciente peso del comercio importador y los servicios financieros especulativos y de alto riesgo-, entonces comenzamos a celebrar la caída del PIB, argumentando que lo que está cayendo es la economía capitalista, sin hacer nada para reactivarla. La lección fue clara: apostar a la desaparición de la economía capitalista sin haber creado antes la nueva economía socialista es el atajo perfecto para quedar atrapados en un círculo vicioso de caída de la producción, escasez, acaparamiento, especulación, inflación, desempleo y creciente malestar social.

Por lo tanto, la reactivación de la economía es un proceso que debe estar sincronizado con su transformación estructural. Pero no será la mano invisible del mercado la que guie este proceso llamado a sustituir el orden viejo, explotador del ser humano y depredador de la naturaleza, por un nuevo orden capaz de erradicar las causas estructurales del desempleo, la pobreza y la exclusión social. Se requiere el diseño y ejecución de una sabia y oportuna estrategia de reactivación y transformación estructural de la economía venezolana que impulse la sustitución del capitalismo rentístico por un nuevo modelo productivo de amplia y creciente inclusión social, bajo el control de los trabajadores directos y de la comunidad organizada. Profundizar la transformación de la estructura económica es el nuevo reto que tiene por delante la Revolución Bolivariana, con el fin de sustituir el orden viejo, explotador del ser humano y depredador de la naturaleza, por otro orden capaz de erradicar las causas estructurales del desempleo, la pobreza y la exclusión social.












































1 comentario:

  1. “Por lo tanto, transferir el poder económico al pueblo y traspasar la propiedad de los medios de producción fundamentales a los trabajadores directos y a la comunidad organizada para liberarlos de la explotación del capital, es un reto que todavía tiene pendiente la Revolución Bolivariana.”
    En que se diferenciara el modelo “Bolivariano” de traspaso de los bienes de produccion a todos los otros modelos “socialistas” que ya se han intentado en varias partes del mundo y que nunca han funcionado? Entiendo el romanticismo del ideal pero no déjà de ser algo “romantico”.
    “Luego de dos años consecutivos de recesión, mantener la reactivación de la actividad productiva y propiciar su transformación estructural exige una profunda revisión y rectificación de la política económica. Más que medidas aisladas, se impone el diseño de una nueva estrategia económica que reimpulse y transforme la dinámica económica interna, en función de lograr los objetivos de la soberanía productiva.”
    Se habla mucho de transformaciones y se dicen muchas palabras inteligentes pero no se menciona lo que se tiene que hacer y el como. Como dice el dicho: el Diablo esta en el detalle. Lo que si queda claro es que hay que producer bajo el rotulo que sea y no solamente vivir de la renta petrolera con un modelo de capitalismo o socialismo parasito. Como dice otro dicho: Si no hay “lial” no hay “lopa”

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