Amnistía general y Pacto de Convivencia
Víctor Álvarez R. / @victoralvarezr
En el marco del Foro de París sobre la Paz, el Presidente de Francia propició un
encuentro entre los negociadores del gobierno y la oposición. Fueron testigos
de esa reunión los
presidentes de Colombia, Argentina y la ministra noruega de Asuntos Exteriores.
El presidente de Colombia dejó ver que si EEUU no cesa la persecución judicial
contra Nicolás Maduro no habrá elecciones libres en Venezuela. Recordemos que
EEUU ofrece una recompensa de 15 millones de dólares por la captura de Maduro, a
quien acusa de delitos de narcotráfico, terrorismo y complicidad con la
guerrilla colombiana. En tono de pregunta, Gustavo Petro advirtió: “¿Cómo se puede hacer una elección libre si
hay un precio sobre tu cabeza medido en millones de dólares para que te
maten?”.
En efecto, si el destino de Maduro -en
caso de perder las Presidenciales de 2024-, es una cárcel en EEUU o La Haya, y
todos sus colaboradores también serán perseguidos, el chavismo maniobrará para
aferrarse al poder. En otro escenario, si la oposición se presenta dividida, le
da margen de maniobra al gobierno para mejorar las condiciones electorales sin
poner en riesgo su victoria y este resultado finalmente es reconocido, pero una
vez legitimado en el poder el oficialismo desata un pase de factura a todos los
que estuvieron involucrados con el interinato de Guaidó, la promoción de
sanciones contra Venezuela, el saqueo a Monómeros y el despojo de activos de la
República en el exterior, el conflicto político se exacerbará y el país se hará
ingobernable.
Un cambio
político en paz pasa por garantizar los derechos políticos de los que pierdan
las elecciones, de tal forma que -en vez de verse forzados a responder con el
mismo calibre a la persecución y ataques que reciban-, más bien puedan seguir
participando en el proceso político. Sin un acuerdo de convivencia que evite
una cacería de brujas a quienes resulten derrotados, el solo cambio político no
asegura la paz ni la normalidad. Al contrario, puede agravar el conflicto y hacer ingobernable al país.
La superación de la crisis no se logrará
persiguiendo al rival político o tratándolo como un enemigo que debe ser
exterminado. La solución electoral y pacífica tiene que
garantizar los derechos políticos de los perdedores. Para poder celebrar
unas elecciones libres y limpias, Petro propone el cese de la persecución
judicial de EEUU, una amnistía general
y un Pacto de Convivencia que asegure
garantías a aquellos actores políticos que se comprometan con una solución
política, electoral y pacífica del conflicto venezolano. Esta propuesta ha sido
recibida con desconfianza por un sector de la oposición, el primero en
reaccionar fue el propio Gerardo Blyde en París, al decir que “no son
pactables amnistías para violadores de DDHH”.
Vale preguntarse, entonces, si ante un eventual
recrudecimiento de la represión del Estado ¿la oposición radical está preparada
para transitar una ruta distinta a la electoral? Ya lo intentó con La Salida y
las protestas violentas en 2014, las guarimbas en 2017, el fallido Golpe de Estado del 30 de Abril de 2019, los
mercenarios de la Operación Gedeón en 2020 y el frustrado intento de
magnicidio. Todos esos conatos de forzar una salida violenta de Nicolás Maduro
del poder fracasaron y obligaron a la oposición radical a retomar la ruta
electoral.
El país está extenuado de una
confrontación política estéril que ha agravado los problemas que azotan a los
hogares, empresas e instituciones venezolanas. Hay mucho dolor acumulado por
los muertos, heridos, perseguidos, encarcelados, exiliados y migrantes que ha dejado
como saldo el conflicto. La única manera de evitar que esas cifras sigan
subiendo y que ese creciente dolor se convierta en obsesión de venganza, es
abrirle paso al encuentro, la reconciliación y el entendimiento nacional. Una amnistía general y un Pacto de Convivencia pudieran ser pasos
de avance en esa dirección.
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