Víctor Álvarez R. / @victoralvarezr
La política cambiaria vigente se planteó
estabilizar la tasa de cambio, disminuir las expectativas de devaluación y
cerrar la brecha con el dólar paralelo. Si bien esos objetivos se lograron, los
efectos colaterales no deseados revelan que esa política está agotada y se hace cada vez más insostenible.
Se estima que el tipo de cambio de equilibrio
que iguala la oferta y demanda de divisas está en torno a los 100 Bs/$, pero la
tasa oficial es de 36,4 Bs/$. Un tipo de cambio anclado,
combinado con una inflación mayor, significa que mientras todo lo demás se
encarece, el dólar mantiene su precio y comparativamente se vuelve más barato.
Dicho gráficamente, mientras el precio del
dólar sube por las escaleras, los demás precios lo hacen por el ascensor. Este rezago
o apreciación del tipo de cambio genera serias consecuencias:
ü
Impulsa una demanda artificial de divisas que obliga al BCV a quemar reservas
internacionales para sostener la estabilidad cambiaria.
ü Estimula importaciones sin arancel que
compiten ventajosamente con la producción nacional.
ü
Tiene un ruinoso impacto fiscal toda vez que impide al Estado
obtener más bolívares por cada petrodólar vendido.
ü Genera un impacto recesivo al restringir el gasto público y el crédito a la producción y el consumo.
En el mercado interbancario la oferta de
dólares no es suficiente para satisfacer la creciente demanda estimulada por un
tipo de cambio apreciado. Quienes no consiguen divisas en los bancos se
trasladan al mercado paralelo y el precio del dólar sube. Para evitar que se
ensanche la brecha entre la tasa de cambio oficial y la paralela, el BCV quema
reservas internacionales e inyecta divisas en las mesas de cambio, pero esta es
insuficiente para frenar el alza del dólar paralelo. Al momento de hacer este
análisis el paralelo está en 40,2 Bs/$ mientras que el oficial se mantiene en 36,4
Bs/$.
Las Reservas Internacionales del BCV
están en el piso y la reactivación de las sanciones a Pdvsa obligará a vender
el petróleo con ruinosos descuentos. Se estima que el 60% de las exportaciones
de petróleo se venderá con 40 % de descuento, cuestión que afectará el ingreso
en divisas que alimenta el mercado cambiario. Así, es insostenible mantener un
precio del dólar tan bajo.
Cualquiera
sea el candidato que gane las elecciones presidenciales, una de las primeras
distorsiones macroeconómicas que tendrá que corregir es la apreciación del tipo
de cambio real. Dicho de otra forma, estamos ante una bomba de tiempo
cambiaria que estallará después de las elecciones y ante la cual hay dos
opciones:
ü
Que la desactive el actual gobierno
ü
Que se haga en el nuevo período presidencial
Eso dependerá de quién gane las elecciones. Si
las gana la oposición, lo más probable es que el gobierno saliente posponga el
ajuste cambiario para que el nuevo gobierno tenga que pagar el costo electoral
de la depreciación y consiguiente inflación en las megaelecciones de diputados,
gobernadores, alcaldes, legisladores regionales y concejales previstas para el
2025.
En cualquier caso, en el próximo período
presidencial habrá que soltar el ancla cambiaria hasta que el precio del dólar
llegue a un nivel en el que se igualen la oferta y la demanda y se logre una
tasa de cambio que exprese la verdadera competitividad de la producción
nacional. La devaluación o depreciación poselectoral está cantada.
Escuche el análisis completo en el nuevo
podcast de Pedagogía Económica y Electoral https://t1p.de/aspyh
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