viernes, 27 de septiembre de 2024
jueves, 19 de septiembre de 2024
lunes, 16 de septiembre de 2024
Megaelecciones de 2025: ¿Abstenerse o participar?
Víctor Álvarez R. / Premio Nacional de
Ciencias
Director del Proyecto Pedagogía Económica
y Electoral
El
cuestionado resultado de las Presidenciales del 28-J anunciado por el CNE y
ratificado por el TSJ revive las consignas abstencionistas que plantean que “en Venezuela se vota pero no se elige”, que “dictadura
no cae con votos”, que “participar en las próximas elecciones es convalidar la
farsa electoral del régimen”.
En
las Megaelecciones de 2025, un nuevo llamado a la abstención una vez más convertiría
en mayoría a la minoría oficialista. Recordemos que al desconocer la
legitimidad de las Presidenciales de 2018, la tendencia abstencionista de la
oposición argumentó que los comicios para elegir alcaldes, gobernadores y
diputados no resolverían lo que consideraban el problema de fondo: la usurpación del poder por parte de Nicolás
Maduro. Restaron importancia a las elecciones parlamentarias y regionales,
y para participar en cualquier elección convirtieron en un punto de honor la
salida de Maduro del poder. Con la consigna del cese de la usurpación lanzaron su ultimátum: “solo negociaremos con Maduro su salvoconducto o el color del uniforme
en la cárcel de Guantánamo”.
Debido
al deterioro de las condiciones electorales y con el propósito de deslegitimar cualquier
elección, los principales partidos de la oposición dejaron de participar en las
elecciones parlamentarias, de gobernadores y alcaldes. Cayeron en la jugada del
gobierno y facilitaron el triunfo de los candidatos oficialistas. En apenas 5
años la oposición pasó de la contundente victoria en las Parlamentarias de
2015, a las consecutivas derrotas en las Regionales de 2016, las Municipales de
2017, las Parlamentarias de 2020, y en las Megaelecciones de 2021. En estos
procesos la oposición se abstuvo o se presentó dividida, razón por la cual
perdió importantes espacios de resistencia y lucha institucional que -además de
ser el contrapeso institucional del gobierno-, constituyen la plataforma para
la organización política de su militancia, activistas y seguidores.
Con
la abstención la oposición entregó al gobierno el control de la Asamblea
Nacional, que es la que designa a los rectores del Consejo Nacional Electoral y
a los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, sobre cuya independencia y
autonomía se erige la democracia. La abstención inclina la balanza a favor del
gobierno, toda vez que debilita la presencia de la oposición en la Asamblea
Nacional y le facilita al oficialismo lograr una ventajosa correlación de
gobernadores, alcaldes, diputados regionales y concejales. Esa correlación de
fuerzas políticas no refleja el malestar nacional que se queda sin
representación en unas instituciones que terminan bajo el control de una
minoría oficialista que se hace mayoría gracias a la abstención de la oposición.
Al
desandar la ruta electoral, el terreno perdido no se recupera en la próxima
elección y hay que volver a iniciar un largo proceso de acumulación de fuerzas,
participando en todos y cada uno de los procesos electorales que se convoquen.
Por lo tanto, no se puede seguir llamando a la abstención en unas elecciones y
entregar los contrapesos institucionales, para luego regresar a participar en
las siguientes elecciones, sin fuerza ni capacidad para lograr la
reinstitucionalización de los poderes públicos y lograr igualdad de condiciones
electorales.