jueves, 21 de noviembre de 2013

Industrializar la economía para derrotar la escasez

Por: Víctor Álvarez R.

La industrialización de la economía venezolana no puede ser un proceso que se deje a merced de las fuerzas ciegas del mercado. Tiene que ser un esfuerzo bien planificado para asegurar el rápido crecimiento y desarrollo de las capacidades productivas y tecnológicas dedicadas a transformar materias primas en insumos básicos, bienes intermedios y productos de consumo final, con el fin de satisfacer las crecientes demandas y necesidades del aparato productivo nacional y de la población.

La industrialización en una nueva estrategia económica

El desarrollo económico de Venezuela tiene que ser un proceso integral y autosostenido, que se apoye  en un crecimiento armónico y  pro­porcional de la agricultura,  la pesca, la  minería, la industria, las telecomunicaciones, el comercio, las finanzas, los servicios y las demás actividades económicas sobre cuyo desarrollo descansa la esperanza de un mayor bienestar para nuestra sociedad.

La industrialización es un componente fundamental de una política económica diseñada para avanzar hacia el logro de los objetivos de seguridad y soberanía alimentaria y productiva. Es la mejor manera de generar empleos verdaderamente fructíferos, cuya remuneración tenga como contrapartida la producción de una abundante oferta de bienes y servicios destinados a satisfacer las necesidades básicas y esenciales del pueblo trabajador, sin romper el equilibrio que se debe preservar entre la oferta y la demanda para contribuir a estabilizar los precios.

Al satisfacer la demanda interna con producción nacional se evita que los ajustes en el tipo de cambio -que encarecen el componente importado y repercuten en la estructura de costos-, desborden las presiones inflacionarias. Por eso, requiere un adecuado manejo de la política macroeconómica y microeconómica, comenzando por la fijación de un tipo de cambio que exprese la verdadera productividad de la economía no petrolera; una política arancelaria y fiscal que desaliente las importaciones y favorezca la producción nacional y las exportaciones; así como incentivos fiscales y financieros para la inversión productiva y el fortalecimiento de las capacidades tecnológicas e innovativas.

La industria como fuerza motriz de la economía


Los países que han alcanzado un creciente grado de bienestar social han reconocido la importancia de la industria como la fuerza motriz del desarrollo económico. En su proceso de transformación productiva, el crecimiento del sector manufacturero con frecuencia ha sido mayor que la velocidad de crecimiento del PIB, convirtiéndose así en el sector dinamizador del desarrollo económico, lo cual se expresa en un aumento del grado de industrialización, es decir, de la contribución de la industria en la conformación del PIB, en comparación con el aporte de los demás sectores económicos.

En Venezuela, la industrialización está llamada a ser la fuerza motriz para impulsar la transformación de una economía rentista, que poco produce y casi todo lo importa, en una nueva economía independiente y soberana. Es la única estrategia posible para transformar el modelo primario-exportador -que impusieron las grandes potencias y nos condenó a ser exportadores de petróleo y materias primas-, por un nuevo modelo productivo capaz de sustituir eficientemente importaciones, diversificar la oferta exportable y, de esta manera, ahorrar y generar nuevas fuentes de divisas que nos hagan menos dependientes del ingreso petrolero.

La escasez de divisas: una oportunidad

La tarea de conformar una nueva economía sustentada en los ingresos que pueda generar la actividad productiva interna y así superar la tradicional dependencia del ingreso petrolero, todavía sigue pendiente. Los problemas relacionados con la liquidación oportuna de divisas que restringen la capacidad de importación, deben ser vistos como una gran oportunidad para relanzar y reimpulsar el desarrollo industrial. No hay que esperar a que se produzca un nuevo auge de la renta petrolera, toda vez que la abundancia de dólares lo que ha hecho es reactivar la propensión importadora y posponer una vez más el necesario proceso de revisión, rectificación y reimpulso de la estrategia económica, lo cual se expresa en la inercia de comprarle al resto del mundo los productos agrícolas e industriales que pudieran generarse internamente.
Lograr la industrialización de la economía venezolana es el reto de este momento en el que nuevamente se ha revelado con toda su fuerza nuestra paradoja de ser un país rico en materias primas pero pobre tecnológicamente para transformarlas en productos de mayor valor agregado. Impulsar la manufactura nacional es una necesidad que hoy más que nunca debemos reconocer, sobre todo si tenemos en cuenta el efecto multiplicador que el desarrollo de este sector es capaz de ejercer sobre otras actividades económicas orientadas a generar la oferta de bienes, servicios y empleos destinados a satisfacer las necesidades materiales y espirituales de nuestra sociedad. Industrializar la economía venezolana es la clave para transformar el capitalismo rentístico dependiente e importador en un nuevo modelo productivo soberano y exportador. Sin lugar a dudas, este el gran reto que el país tiene plateado para superar los problemas de desabastecimiento, escasez, acaparamiento y especulación que tanto malestar generan en la población.  

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