Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
La dolarización de
una economía comienza como un fenómeno espontáneo a través del cual las
personas naturales y jurídicas buscan protegerse de la acelerada pérdida del
poder adquisitivo que sufre la moneda nacional. Así, la economía gradualmente
va cotizando y transando un número creciente de mercancías en dólares. Esta
práctica se inicia en el mercado inmobiliario y con los productos que tienen un
alto componente importado, tales como vehículos, electrodomésticos,
computadoras, teléfonos móviles, etc., pero luego se extiende a todos los
mercados y ramas de la economía.
La dolarización como
fenómeno espontáneo encuentra su principal factor propagador en las
desviaciones y errores de la política económica, sobre todo cuando el creciente
déficit fiscal tiende a ser financiado con desmesuradas emisiones de dinero sin
respaldo que disuelven el poder de compra de la moneda nacional. Un coctel
perfecto para catalizar la dolarización surge cuando las tasas de interés permanecen
largo tiempo congeladas y no compensan lo que pierden los ahorros debido a la
inflación. En esas condiciones, nadie quiere ahorrar en moneda nacional y todos
buscan dólares a cualquier precio para proteger el poder de compra de los
recursos familiares y empresariales.
¿En qué consiste la dolarización?
La dolarización oficial
consiste en una decisión entre el gobierno y la autoridad monetaria para
sustituir el signo monetario nacional por el dólar. Aunque inicialmente los
gobiernos y autoridades monetarias de esos países se resistieron a aplicar la
medida, en América Latina solo Panamá, Ecuador y El Salvador tienen economías
oficialmente dolarizadas.
Al dolarizar, el instituto emisor cambia toda la moneda
nacional en circulación por divisas. Un factor clave es la tasa de cambio a la
cual se transforma en dólares la moneda nacional. Como la tasa de cambio es una
relación entre dos monedas, una referencia elemental para convertir la moneda
nacional por dólares puede ser la división de la liquidez monetaria entre las reservas
internacionales (LM/RI). En Venezuela, este resultado está en torno a los 100
Bs/$, la mitad del Simadi y apenas un 25 % de la cotización del dólar paralelo.
Como es
lógico suponer, las personas naturales y jurídicas querrán recibir la mayor
cantidad de dólares por las monedas, billetes y depósitos bancarios que tienen.
Sin embargo, en presencia de un régimen de cambios múltiple en el que prevalece
una abismal diferencia entre las diferentes tasas de cambio, para obtener más
dólares la gente exigirá que se le cambien sus bolívares a la tasa más barata,
mientras que el Banco Central procurará hacer rendir las reservas
internacionales aplicando la tasa de cambio más cara para y recibir así la
mayor cantidad de moneda nacional por cada dólar que entregue.
Para
despejar el terreno y evitar un confrontación que pueda complicar aún más la
administración de la medida, -antes de dolarizar-, las autoridades pueden
unificar el régimen de cambios múltiple en torno a la tasa oficial más alta, la
cual se aplicaría para el canje de bolívares por dólares una vez que se haya oficializado
la medida de dolarizar la economía.
Dolarización oficiosa, más no oficial
En el caso
venezolano, la práctica de la dolarización no puede ser considerada como un capítulo
más de la guerra económica a la cual
el gobierno atribuye los graves problemas de escasez, acaparamiento y
especulación que azotan a la población.
Muchas y variadas son
las medidas adoptadas por el propio gobierno que han contribuido a crear una cultura
de la dolarización. Desde la emisión de bonos de Pdvsa denominados en dólares
que se compraban en bolívares, hasta el Convenio Cambiario N° 33 que dictó las
normas para las operaciones en divisas en el sistema financiero nacional,
pasando por el Sistema de Transacciones en Moneda Extranjera (Sitme) y el
Convenio Cambiario Nº 20 que autorizó la apertura de cuentas en divisas, el
gobierno ha venido flexibilizando las condiciones que permiten realizar un
creciente número de transacciones financieras y comerciales en dólares. Quienes
tienen cuentas en divisas en la banca nacional pueden realizar transferencias
electrónicas desde y hacia el exterior, lo cual facilita las operaciones de
compra-venta en dólares. En el caso de las empresas, éstas pueden mantener
fondos en divisas destinados a la adquisición y pago de bienes y servicios
relacionados con los proyectos de inversión que ejecutan en el país.
Aunque oficialmente
no termina de publicarse la medida en la Gaceta Oficial, la compra-venta de
vehículos en divisas acelerará aún más el fenómeno de la dolarización. En
efecto, al aceptar que las ensambladoras vendan
vehículos en dólares se abren nuevos senderos para extender la dolarización
hacia otros mercados. Tengamos en cuenta que la adquisición de vehículos
mayoritariamente se realiza a través de préstamos bancarios, lo cual lleva a
pensar que la dolarización se extenderá a la firma de los contratos
crediticios. Lo mismo ocurre con las pólizas de seguro que son obligatorias
para protegerse del robo o pérdida total, en caso de choque o accidente.
Como la reposición del vehículo solo
podrá hacerse en dólares, se supone que la póliza también tendrá que ser en
dólares. Incluso, cualquier reparación que implique la sustitución de piezas y
repuestos importados seguramente tendrá que pagarse en dólares que ya no
proveen ni Cencoex ni Sicad.
¿Es
buena o mala la dolarización?
En un país donde el 95 % de las divisas
que ingresan pertenece al Estado, el régimen cambiario suele estar supeditado a
los vaivenes de las finanzas públicas. Mientras abundan los petrodólares, el
ingreso fiscal de origen petrolero es alto y la tasa de cambio oficial suele
ser baja. Pero cuando caen los precios del petróleo y las divisas se tornan
cada vez más escasas, el gobierno ya no puede darse el lujo de venderlas tan
baratas y devalúa para obtener más bolívares por cada dólar. La devaluación
fiscalista suele tener un fuerte impacto inflacionario debido al alto
componente importado con el que opera la economía nacional, el cual se encarece
con cada devaluación. En este sentido, la dolarización elimina las
devaluaciones fiscalistas, toda vez que el gobierno no podría vender más caros
los petrodólares con el fin de incrementar sus ingresos fiscales. Pero al
erradicar esta especie de impuesto cambiario, la corrección de la brecha fiscal
tendría que hacerse, o bien reduciendo el gasto público, a bien a través de una
reforma tributaria para recaudar más impuestos.
Una de las grandes críticas que se le
hace al actual gobierno y al BCV tiene que ver con el auge inflacionario que
genera la emisión de desmesuradas cantidades de dinero sin respaldo en la
producción para financiar el déficit fiscal. Cada emisión de dinero inorgánico deteriora
aún más el desbalance entre el mercado monetario y el mercado de bienes y
servicios. Mucho dinero y pocos productos, mucha demanda y poca oferta en u
mercado signado por crecientes índices de desabastecimiento y escasez. Y mucho
dinero persiguiendo pocos productos no puede ocasionar otra cosa que no sea más
y más inflación. Si bien es cierto que la dolarización erradica la
perversa práctica
de monetizar el déficit fiscal, también lo es que el país dolarizado renuncia
al margen de maniobra que ofrece la política monetaria para expandir o
contraer la cantidad de dinero en circulación, en dependencia de los objetivos
de política económica que se platee lograr. No obstante, al aliviar las
presiones inflacionarias derivadas de las emisiones de dinero sin respaldo, se pueden lograr tasas
de interés reales positivas que estimulen el ahorro y alivien las presiones de
demanda que atizan la inflación. A su vez, tasas de interés que no persigan la
inflación tienen a bajar y a reducir los costos financieros, estimulando así la
inversión productiva y la generación de abundantes empleos estables y mejor
remunerados.
El asunto está en que un país
dolarizado tiene que generar suficientes dólares. Pero la economía rentista
venezolana prácticamente no produce ni exporta nada que sea no sea petróleo. Es
la única actividad que genera divisas a un país que tiene que pagarlo todo en
dólares. Por lo tanto, hasta tanto se conforme un sólido aparato productivo
-capaz de sustituir importaciones y diversificar la oferta exportable-, el ingreso en divisas dependerá del comportamiento
errático de los precios del petróleo. @victoralvarezr
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