jueves, 17 de marzo de 2016

Cuando el oro se tiñe de sangre


Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias

La masacre de 28 mineros en Tumeremo no es la primera que ocurre en Venezuela. La búsqueda del oro comienza con la Leyenda de El Dorado, según la cual los conquistadores y colonos incursionaban selva adentro buscando una ciudad hecha de oro, donde el cotizado metal era tan abundante y común que los nativos le daban poca importancia y por eso lo cambiaban por espejitos y otras baratijas. Tras la codicia del oro, millares de indígenas que se resistieron a la dominación y el saqueo fueron masacrados y los pueblos originarios terminaron diezmados. Después de más de cinco siglos del extractivismo minero, la muerte sigue tiñendo de sangre la extracción de oro y los asesinatos de indígenas, campesinos y mineros se repiten con frecuencia.

Cuando se planteó la nacionalización del oro en el año 2010, Chávez anunció: “Vamos aprobar una Ley Habilitante para tomar la zona del oro y ahí cuento con ustedes porque eso sigue ahí con anarquía, mafias y eso es una gran riqueza, oro, piedras preciosas, la bauxita, el hierro. Vamos a convertir eso en reservas internacionales porque el oro sigue incrementado su valor” [1].

Para entonces el dólar perdía valor mientras que los precios internacionales del oro aumentaban constantemente y representaban la mejor opción para proteger la capacidad de compra de las reservas. Por eso, el gobierno anunció la monetización del oro para  asignarle un valor que permitiera compensar la caída de las reservas internacionales debido al descalabro de los precios del petróleo. Luego de varios años, las mafias siguen imponiendo su anarquía y siembran de terror y muerte los territorios indígenas, sin que las toneladas de oro extraídas se hayan monetizado para levantar las reservas internacionales. Por el contrario, actualmente se encuentran en el nivel más bajo en los años de Revolución bolivariana.


El interés del gobierno bolivariano en torno a la explotación del oro cambia según sea el comportamiento de los precios del petróleo. Cada vez que se desploma la renta petrolera con la que el gobierno se financia, se retoma la explotación del oro y otros minerales como la alternativa no petrolera para compensar la caída del ingreso petróleo y revertir la caída de las reservas internacionales. Justamente, esto fue lo que hizo el fallecido presidente Chávez cuando decidió la nacionalización de la industria del oro mediante una nueva ley que impulsó con el objetivo de incorporar la producción aurífera a las reservas internacionales.

Nada se ha avanzado desde entonces. En el año 2009, el gobierno estableció la venta obligatoria de oro al BCV como parte de una estrategia para acrecentar las reservas de divisas del Estado: “… es más seguro para las arcas nacionales contar con el respaldo del oro que del dólar o del euro, en momentos de la actual crisis financiera internacional”[2]

Con este fin, el gobierno sustituyó el marco legal liberal con unas nuevas reglas que obligaban a las concesionarias del oro a vender prácticamente la totalidad de la producción al Estado, a un precio determinado con base en la tasa de cambio oficial, restringiendo el acceso a las divisas, así como su transferencia al exterior. Finalmente, en 2011 el gobierno nacionalizó la industria del oro.

El Arco Minero y la resistencia de los pueblos

En la actualidad la explotación aurífera del país se da principalmente en el estado Bolívar, siendo las poblaciones más representativas de esta actividad: El Callao, Guaniamo, El Dorado, Guasipati, Tumeremo, Las Claritas-Km 88, La Paragua y Santa Elena de Uairén. La explotación aurífera primaria en el Estado Bolívar  puede darse por:

1) Yacimientos epigenéticos: conformado por regiones mineralizadas en las que el oro se encuentra en vetas mineralizados en la edad precámbrica.

2) Yacimientos singenéticos: el oro está en los aluviones que explota la minería ilegal con el uso de hidrobombas y mercurio con un alto impacto ambiental.

De acuerdo a la Ley de minas vigente, la minería puede practicarse en el país bajo las siguientes modalidades:

ü  Directamente por el ejecutivo Nacional

ü  A través de concesiones de exploración y subsiguiente explotación

ü  Pequeña minería y minería tradicional

Desde que se anunció la explotación del Arco Minero en el año 2012, los pueblos indígenas han exigido la demarcación de sus territorios para prohibir allí el modelo minero-extractivista y así poder reestablecer relaciones armoniosas entre el hombre y la naturaleza.

Diferentes organizaciones, agrupadas en la Coordinadora de Organizaciones Indígenas del Estado Amazonas, han expresado su preocupación por el proyecto Arco Minero del Orinoco y han planteado que el gobierno debe abrir una mesa de diálogo para revisar de manera conjunta los proyectos y evitar nuevas intrusiones en los territorios indígenas.

Los pueblos indígenas y comunidades campesinas cuestionan el modelo minero extractivista que rompe totalmente con sus patrones culturales de vivir armoniosamente con la naturaleza y denuncian los grandes daños ambientales que implica el recrudecimiento del extractivismo minero en sus territorios ancestrales.

 

Maduro desanda el camino de Chávez

El fallecido Presidente Chávez se opuso tajantemente a la explotación del carbón y el oro por considerarlas actividades muy depredadoras y altamente contaminantes. Estas decisiones fueron bandera de su discurso ambientalista que desplegó en diferentes foros internacionales y dejó plasmado en el Objetivo 5 del Plan de la Patria. Pero a raíz del colapso de los precios del petróleo, el gobierno de Nicolás Maduro se ha declarado en una búsqueda intensiva de divisas. Y no podía ser otra su suerte. Al acabarse la bonanza petrolera más grande que haya disfrutado Venezuela en toda su historia y no haber ahorrado nada para encarar los tiempos de escasez,  Maduro se ha visto obligado a decretar la emergencia económica y su sobrevivencia pasa por reconciliarse con las transnacionales mineras para que retomen los proyectos extractivistas que habían sido suspendidos por Chávez

Con ese fin, firmó el decreto para cuantificar y certificar las reservas mineras contenidas en el Arco Minero del Orinoco y en un reciente encuentro con 150 empresas nacionales e internacionales de 35 países realizado en BCV, ofreció facilidades para la extracción del oro, cobre, diamante, coltán, hierro, bauxita y otros minerales de alto valor industrial.

Ante la urgencia de sobrevivir, Maduro desanda el camino recorrido por Chávez y reactiva el extractivismo minero con el argumento de que así se podrán generar los ingresos necesarios para financiar la inversión social y productiva. Si bien es cierto que los anticipos que reciba por las concesiones mineras significan una máscara de oxígeno para sortear la crisis que lo agobia, en esencia se trata de una huida hacia adelante y no representa una verdadera alternativa al modelo extractivista-rentista. Por el contrario, por esta vía se estará comprometiendo la renta que debería corresponder a las generaciones futuras. Será “pan para hoy y hambre para mañana”.

Para concluir, si bien con la nacionalización del oro se reivindicó frente a las transnacionales mineras la soberanía nacional sobre los yacimientos auríferos, la falta de vigilancia y control convirtió las áreas mineras en tierra de nadie, cuestión que incrementó vertiginosamente la actividad ilegal, con el brutal impacto ambiental que se expresa en miles de hectáreas de reserva forestal que fueron arrasadas y acuíferos contaminados. Y lamentablemente, los trágicos sucesos de Tumeremo nuevamente vuelven la mirada sobre la depredación y masacres que siguen ocurriendo en la Amazonía venezolana, tal como comenzó hace cinco siglos con la irrupción de la conquista y la colonización. @victoralvarezr

 



[1] http://www.noticias24.com/actualidad/noticia/300354/chavez-anuncia-una-nueva-ley-habilitante-vamos-a-nacionalizar-el-oro/
 
[2] Viceministro de Minas: “70% de la producción de oro será para el mercado interno”, publicado en El Universal, del 5 de mayo de 2009.
 

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