viernes, 27 de mayo de 2016

Me sobra mucho mes al final del sueldo

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
El Gobierno decretó que a partir del 1° de mayo el salario mínimo será de Bs. 15.051 y el bono de alimentación de Bs. 18.585. Así, el ingreso mínimo mensual llega a Bs. 33.636. Según el último estudio del CENDAS, la canasta alimentaria subió en marzo a Bs. 142.853, por lo que se requieren más de cuatro salarios mínimos para comprarla. El bono de alimentación es una compensación que no es considerada como salario y, por lo tanto, no es tomada en cuenta a la hora de calcular prestaciones, utilidades ni vacaciones. El bono al ser mayor que el salario revela cuánto se ha deteriorado el poder adquisitivo de los trabajadores que viven de un ingreso fijo.

Si bien es cierto que los dos aumentos decretados este año suman 105%, el quid está en que con una inflación de 15 % mensual, un Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) acumulado en el primer cuatrimestre de 70 % y una inflación en alimentos que ya supera en 200% en lo que va de 2016, este aumento pronto se volverá sal y agua.  Recordemos que según el INPC, la inflación acumulada durante 2015 alcanzó el 180,9% y solo en alimentos los precios se incrementaron 315%, triplicando la inflación de 102,2% registrada en 2014. Por sexto año consecutivo, la inflación en alimentos fue superior a la inflación anual promedio. Y la frecuencia de tiempo a la cual se duplican los precios es cada vez más corta e indica que cada vez estamos más cerca de un voraz proceso hiperinflacionario. 

Gobierno no entiende naturaleza de inflación venezolana

Para compensar el impacto de la inflación sobre la capacidad adquisitiva de los trabajadores, el Gobierno anunció el aumento número 12 en los 3 años que van del actual período presidencial. Pero un aumento de los ingresos nominales que no esté respaldado con su correspondiente aumento en la productividad y la producción, pronto se traduce en una mayor inflación que anula el aumento. Una vez más, este ajuste salarial no está asociado a incrementos en la productividad del trabajo y se realiza en una economía que sufre crecientes índices de escasez debido a que el aparato productivo no termina de reactivarse en un contexto de inseguridad jurídica, amenazas de expropiación, rígidos controles y conflictividad laboral.

El Gobierno ha fracasado en su intento de controlar el incremento sostenido y vertiginoso de los precios porque no entiende la naturaleza de la inflación venezolana. Con un déficit fiscal de más de 20 % del PIB y su financiamiento a través de emisiones de dinero sin respaldo por parte del BCV, Venezuela se encuentra en la antesala de la hiperinflación, un fenómeno que fue entendido y superado en todo del mundo, pero aquí amenaza con empobrecer aún más a los hogares.

A su vez, el estancamiento de los precios del petróleo sentencia que las importaciones serán cada vez menores, lo cual agravará la escasez de alimentos y medicinas. La caída de la producción nacional combinada con menores importaciones se traduce en mayor escasez y grandes presiones en la formación bárbara de precios. En una economía con alta inflación de costos y de demanda, y una creciente escasez estructural, este nuevo aumento salarial incrementará la liquidez monetaria sin el correspondiente aumento de la cantidad de bienes y servicios que se pudieran comprar. Y esto presionará aún más los precios.

La tragedia es que si bien este nuevo aumento se queda corto frente a la inflación, a su vez generará más inflación porque no está respaldado con un incremento real de la productividad. Por si fuera poco, se pagará con más emisiones de dinero inorgánico, toda vez que el Gobierno tendrá que tramitar un crédito adicional cuya inyección a la circulación doméstica no encontrará el debido respaldo en una mayor oferta o producción. En consecuencia, la presión de demanda adicional que significa más dinero en una economía con menos mercancías que comprar, desembocará en una inflación mayor al incremento del salario mínimo y del bono de alimentación. Así, la tragedia de los salarios se repite, ya que cada aumento resulta insuficiente pero por la forma como se decreta y paga agrava la inflación que los pulveriza y devora.

Una vez más, este nuevo aumento salarial “será pan para hoy y hambre para mañana”, porque la consiguiente inflación lo volverá sal y agua. Pura ilusión monetaria porque las familias que viven de un ingreso fijo nominalmente ganarán más bolívares, pero realmente podrán comprar menos bienes y así buena parte de sus necesidades básicas quedará insatisfecha.

El espejismo del mayor salario mínimo

En América del Sur, los países con mayor salario mínimo son Argentina $ 489, Uruguay $ 368 y Ecuador $ 354. Mientras los más bajos los tienen Perú $ 265 y Bolivia, con $ 237. ¿A cuánto equivale el salario mínimo de Venezuela en dólares? En un régimen de cambios múltiples como el que prevalece en Venezuela, esto dependerá de la tasa de cambio a la que se calcule.  Sumando salario y bono, el ingreso nominal de los trabajadores llega a Bs. 33.636,17. Si se convierte a la nueva tasa “protegida” de 10 Bs/$, el salario mínimo llega a $ 3.363,61, el más alto de América latina. Pero si se calcula a la tasa Simadi o Dicom -que al momento de redactar este artículo estaba en 390 Bs/$-, el ingreso mínimo se reduce a $ 86 mensual. Y si el cálculo se hace con base en el dólar paralelo que rige la formación de precios en Venezuela, el ingreso nominal cae a $ 30, equivalente a un dólar diario. Si se quita el bono de alimentación y se convierte en dólares solo el monto del salario mínimo de Bs.15.05117, este queda pulverizado en solo $ 13,60 mensuales.

¿Cuál de estos cálculos retrata con más fidelidad la realidad de los hogares venezolanos si se tiene en cuenta que cada vez son más los precios que se calculan con base en el dólar Simadi y en el paralelo? Más allá de los debates sobre las metodologías para calcular el salario mínimo y la canasta alimentaria, lo cierto es que el salario real cada mes rinde menos y no alcanza para pagar todas las cuentas. En la carrera de los salarios contra la inflación, siempre salen perdiendo los salarios. A las familias que viven de un ingreso fijo les sobra mucho mes cuando se les acaba el sueldo y por eso sería mejor que no les suban más el sueldo pero que paren la inflación.  @victoralvarezr

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