viernes, 27 de mayo de 2016

La (des) militarización del Gobierno

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias

Luego de la derrota sufrida por el oficialismo en las elecciones del 6-D, el presidente Maduro anunció que los militares en el gobierno regresarían a puestos de mando y a filas activas en cada componente y que sólo permanecerían los estrictamente necesarios para cargos claves. Pero en la restructuración que se hizo del gabinete se mantuvo una importante presencia de militares en los ministerios más importantes a la luz de los presupuestos y áreas que manejan: defensa, interior y justicia, alimentación; vivienda y electricidad.

El objetivo de desmilitarizar al gobierno no fue logrado por el presidente, lo cual sugiere cuál es el verdadero poder que gobierna al gobierno. Los militares que ostentan cargos públicos no regresaron a los cuarteles y no solo mantienen bajo su control ministerios clave, sino que además aumentaron su radio de influencia y acción con la creación de la Compañía Anónima Militar de Industrias Mineras, Petrolíferas y de Gas (Camimpeg). ¿Concesiones de Maduro para  contar con el apoyo que necesita o estrategia militar para ampliar su control del gobierno?

Lo cierto es que se mantiene una fuerte presencia militar en un gobierno en el que  la lógica civil ha ido perdiendo espacios de acción. Los civiles que fueron ministros de Chávez o que actualmente son viceministros y subalternos de ministros militares, saben muy bien que su estilo de gestión no es deliberante, no debaten, su cultura es la de dictar órdenes que deben ser acatadas y cumplidas sin reparo. La lógica militar basada en la subordinación y la obediencia inhibe la generación de alternativas e impide comparar los pro y contra de cada una con el fin de encontrar las mejores soluciones a una problemática que se agrava ante el permanente ensayo y error de medidas improvisadas. La presencia de militares en cargos públicos desplaza la cultura civil, tanto así que el gobierno y la militancia se organizan en estados mayores, órganos superiores, comandos, patrullas, batallones, figuras inherentes a la cultura militar en la que se ordena y obedece.

Choque de poderes: viento a favor del protagonismo militar

En América Latina, crisis de gobernabilidad como la que actualmente sacude a Venezuela suelen desembocar en golpes de estado que entronizan a los militares en el poder, quienes a través del monopolio de la fuerza aplacan los conflictos que las élites políticas no fueron capaces de resolver.

En efecto, el choque de poderes entre el Ejecutivo Nacional -que con el apoyo del TSJ anula las leyes que aprueba la AN-, y ésta -que a su vez rechaza los decretos que dicta el gobierno-, ofrece en bandeja de plata la excusa perfecta para que los militares irrumpan y terminen de dominar la escena con el pretexto de poner orden. En medio del caos generado por la incapacidad del gobierno y la oposición para concertar una agenda mínima que permita sacar al país de la crisis en la que se hunde cada vez más, los militares emergen como los salvadores de la patria, los únicos capaces de poner mano dura para rescatar a la Nación anarquizada por la ambición de las élites políticas que se obstinan en tomar el poder y gobernar, así sea sobre las ruinas del país.

Viento a favor para este desenlace es el discurso de la unión cívico-militar sembrado en el imaginario popular, el cual facilitaría el apoyo ingenuo de una población que, ante tanto desorden, opta por una fuerte disciplina militar para superar el caos, sin reparar en la enorme importancia del conocimiento experto que se requiere para superar los graves problemas que la atormentan y azotan.

La procesión va por dentro

Al igual que en los demás sectores de la sociedad, al interior de la FANB hay una creciente preocupación por el recrudecimiento de la crisis económica, social y política que también repercute sobre sus hogares. La institución no quiere que sobre su conciencia e imagen se cargue la responsabilidad de reprimir el creciente descontento social que se expresa en la multiplicación de protestas, saqueos y actos violentos a lo largo y ancho del territorio nacional.

Cada vez son más las voces de oficiales retirados que asumen una postura crítica a la forma como se está conduciendo el gobierno. Los casos más recientes son los de Florencio Porras, Miguel Rodríguez Torres y Clíver Alcalá Cordones que se desempeñaron como gobernador, ministro y jefe de región. Incluso, entre gobernadores y alcaldes de origen militar hay mucha preocupación porque el acelerado deterioro de las condiciones de vida hará muy difícil ganar una sola gobernación o alcaldía en las próximas elecciones regionales y municipales. Por eso, muchos ven con simpatía el Referendo Revocatorio (RR) e incluso la renuncia de Maduro como un mal necesario para salvar al chavismo en las regiones.

Pero al cerrar las soluciones previstas en la CRBV resulta prácticamente imposible resolver por la vía electoral esta crisis de gobernabilidad, toda vez que la nomenklatura aferrada al poder niega la institución del RR y, sin cuidar las formas ni mucho menos respetar el pronunciamiento oficial del CNE, se apresura a sentenciar tajantemente que este año no habrá referendo. Como se sabe, si el RR  se realiza después de los 4 años, en lugar de convocar elecciones presidenciales para elegir un nuevo mandatario, será el Vicepresidente designado por Nicolás Maduro quien se encargue de la Presidencia para culminar el período constitucional. Así, la nomenklatura burocrática se mantendría en el poder al precio de haber sometido al escarnio de la historia a Nicolás Maduro.

En efecto, quienes todavía no se reponen de no haber sido los escogidos para reemplazar al Comandante Supremo, se encargarán de endosarle a Maduro toda la responsabilidad de su derrota y de execrarlo como líder del chavismo. Por eso, en lugar de inmolarse para mantener atornillada al poder a una nomenklatura que de todas formas lo terminará acusando de haber dilapidado el enorme capital político que Chávez le legó, Nicolás Maduro pudiera pasar dignamente a la historia de Venezuela como un mandatario que -al ver la amenaza de caotización y violencia que se cierne sobre Venezuela-, prefirió renunciar para que sea la ciudadanía la que resuelva de manera constitucional, democrática y pacífica la crisis que castiga a la Nación. Y si no, la incapacidad de las élites políticas para superar la crisis de gobernabilidad de todas formas creará las condiciones para un mayor protagonismo militar. @victoralvarezr

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