Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
Luego de la derrota sufrida
por el oficialismo en las elecciones del 6-D, el presidente Maduro anunció que
los militares en el gobierno regresarían a puestos de mando y a filas
activas en cada componente y que sólo permanecerían los estrictamente
necesarios para cargos claves. Pero en la restructuración que se hizo del
gabinete se mantuvo una importante presencia de militares en los ministerios más importantes a la luz de
los presupuestos y áreas que manejan: defensa, interior y justicia,
alimentación; vivienda y electricidad.
El objetivo de desmilitarizar
al gobierno no fue logrado por el presidente, lo cual sugiere cuál es el verdadero
poder que gobierna al gobierno. Los
militares que ostentan cargos públicos no regresaron a los cuarteles y no solo mantienen
bajo su control ministerios clave, sino que además aumentaron su radio de
influencia y acción con la creación de la Compañía Anónima Militar de
Industrias Mineras, Petrolíferas y de Gas (Camimpeg). ¿Concesiones
de Maduro para contar con el apoyo que
necesita o estrategia militar para ampliar su control del gobierno?
Lo cierto es que se
mantiene una fuerte presencia militar en un gobierno en el que la lógica civil ha ido perdiendo espacios de
acción. Los civiles que fueron ministros de Chávez o que actualmente son
viceministros y subalternos de ministros militares, saben muy bien que su
estilo de gestión no es deliberante, no debaten, su cultura es la de dictar
órdenes que deben ser acatadas y cumplidas sin reparo. La lógica militar basada
en la subordinación y la obediencia inhibe la generación de alternativas e
impide comparar los pro y contra de cada una con el fin de encontrar las
mejores soluciones a una problemática que se agrava ante el permanente ensayo y
error de medidas improvisadas. La presencia de militares en cargos públicos desplaza
la cultura civil, tanto así que el gobierno y la militancia se organizan en
estados mayores, órganos superiores, comandos, patrullas, batallones, figuras
inherentes a la cultura militar en la que se ordena y obedece.
Choque de poderes: viento a favor del protagonismo militar
En América
Latina, crisis de gobernabilidad como la que actualmente sacude a Venezuela suelen
desembocar en golpes de estado que entronizan a los militares en el poder,
quienes a través del monopolio de la fuerza aplacan los conflictos que las
élites políticas no fueron capaces de resolver.
En
efecto, el choque de poderes entre el Ejecutivo Nacional -que con el apoyo del
TSJ anula las leyes que aprueba la AN-, y ésta -que a su vez rechaza los
decretos que dicta el gobierno-, ofrece en bandeja de plata la excusa perfecta
para que los militares irrumpan y terminen de dominar la escena con el pretexto
de poner orden. En medio del caos generado por la incapacidad del
gobierno y la oposición para concertar una agenda mínima que permita sacar al
país de la crisis en la que se hunde cada vez más, los militares emergen como
los salvadores de la patria, los únicos capaces de poner mano dura para rescatar
a la Nación anarquizada por la ambición de las élites políticas que se obstinan
en tomar el poder y gobernar, así sea sobre las ruinas del país.
Viento a favor para este
desenlace es el discurso de la unión cívico-militar sembrado en el imaginario
popular, el cual facilitaría el apoyo ingenuo de una población que, ante tanto desorden,
opta por una fuerte disciplina militar para superar el caos, sin reparar en la
enorme importancia del conocimiento experto que se requiere para superar los graves
problemas que la atormentan y azotan.
La procesión va por dentro
Al
igual que en los demás sectores de la sociedad, al interior de la FANB hay una
creciente preocupación por el recrudecimiento de la crisis económica, social y
política que también repercute sobre sus hogares. La institución no quiere que
sobre su conciencia e imagen se cargue la responsabilidad de reprimir el
creciente descontento social que se expresa en la multiplicación de protestas, saqueos
y actos violentos a lo largo y ancho del territorio nacional.
Cada
vez son más las voces de oficiales retirados que asumen una postura crítica a la
forma como se está conduciendo el gobierno. Los casos más recientes son los de Florencio
Porras, Miguel Rodríguez Torres y Clíver Alcalá Cordones que se desempeñaron
como gobernador, ministro y jefe de región. Incluso, entre gobernadores y
alcaldes de origen militar hay mucha preocupación porque el acelerado deterioro
de las condiciones de vida hará muy difícil ganar una sola gobernación o
alcaldía en las próximas elecciones regionales y municipales. Por eso, muchos
ven con simpatía el Referendo Revocatorio (RR) e incluso la renuncia de Maduro
como un mal necesario para salvar al chavismo en las regiones.
Pero al cerrar las soluciones previstas en la CRBV resulta
prácticamente imposible resolver por la vía electoral esta crisis de
gobernabilidad, toda vez que la nomenklatura aferrada al poder niega la
institución del RR y, sin cuidar las formas ni mucho
menos respetar el pronunciamiento oficial del CNE, se apresura a sentenciar tajantemente
que este año no habrá referendo. Como se sabe, si el RR se realiza después de los 4 años, en lugar de
convocar elecciones presidenciales para elegir un nuevo mandatario, será el
Vicepresidente designado por Nicolás Maduro quien se encargue de la Presidencia
para culminar el período constitucional. Así, la nomenklatura burocrática
se mantendría en el poder al precio de haber sometido al escarnio de la
historia a Nicolás Maduro.
En efecto, quienes todavía no se reponen de no haber sido los escogidos
para reemplazar al Comandante Supremo, se encargarán de endosarle a Maduro toda
la responsabilidad de su derrota y de execrarlo como líder del chavismo. Por
eso, en lugar de inmolarse para mantener atornillada al
poder a una nomenklatura que de todas formas lo terminará acusando de haber
dilapidado el enorme capital político que Chávez le legó, Nicolás Maduro pudiera
pasar dignamente a la historia de Venezuela como un mandatario que -al ver la
amenaza de caotización y violencia que se cierne sobre Venezuela-, prefirió
renunciar para que sea la ciudadanía la que resuelva de manera constitucional,
democrática y pacífica la crisis que castiga a la Nación. Y
si no, la incapacidad de las élites políticas para superar la crisis de
gobernabilidad de todas formas creará las condiciones para un mayor
protagonismo militar. @victoralvarezr
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