Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
El Referendo Revocatorio (RR) es la vía constitucional para resolver
pacíficamente una crisis de gobernabilidad. El Gobierno debe hacer una lectura correcta de la válvula de escape que se activó en las filas de la Oposición con la
recolección del 1% de las firmas. Pero el desahogo que significó esa jornada se malogra con las tajantes afirmaciones de
importantes voceros del oficialismo que, sin esperar el pronunciamiento del
CNE, se apresuran a sentenciar que este año no habrá RR. El Gobierno debería
celebrar que la Oposición optó por la vía democrática para conquistar el poder,
en lugar de obstaculizar el RR con el argumento de que se está fraguando un golpe constitucional.
Con el RR no se está armando ningún golpe constitucional. La revocatoria de los funcionarios de elección popular fue una propuesta de
la Revolución Bolivariana, planteada por el propio Hugo Chávez, quien fue el
primero en someterse a un RR y dejar en manos del soberano la decisión de
revocar o ratificar su mandato. Y lo hizo con las encuestas en su contra y a sabiendas
de que se estaba jugando la suerte de la Revolución Bolivariana. A diferencia
del ejemplo que Chávez dio, Nicolás Maduro ha dicho que “el referéndum revocatorio es una opción, no una obligación”. No,
el RR es un derecho político consagrado en la CRBV que el CNE está obligado a
canalizar con base en el marco legal que lo rige.
Si el pueblo revoca el mandato
antes de los cuatro años, el CNE tendrá que convocar elecciones en los próximos
30 días para elegir un nuevo presidente. Pero si éste se realiza después de los
4 años, en lugar de realizar elecciones, será el Vicepresidente designado por Nicolás
Maduro quien complete el período constitucional. En este contexto, vale
subrayar que una cosa es reglamentar el proceso y otra cosa muy distinta
obstaculizarlo. Los únicos cambios en las normas y cronogramas que se pudieran
aceptar son aquellos que facilitan la expresión democrática de la soberanía del
pueblo a través del voto.
El RR no es un elemento
accesorio o decorativo en la CRBV sino un componente esencial de la Democracia
Participativa y Protagónica para que la ciudadanía ejerza sus derechos
políticos, evalúe si está satisfecha con el Gobierno y, sobre esa base, decida
soberanamente si lo ratifica o lo revoca. No hay otra vía para resolver de
forma constitucional, democrática, electoral y pacífica la actual crisis de gobernabilidad
económica, social y política.
El CNE tiene que ser un árbitro neutral y no puede sucumbir ante las presiones ni de
aquellos factores que pretenden saltarse los pasos legales en su afán de
convocar cuanto antes el RR, ni de aquellos que a nombre del derecho que tienen
de supervisar todos los pasos del
proceso, se obstinan en retrasarlo. Al convalidar maniobras para adelantar o demorar
el RR, el CNE pondría en duda la neutralidad, diligencia y pulcritud con la que
condujo esta consulta popular.
El temor a perder el RR
se conjura a través de un conjunto de eficaces políticas y estrategias para
erradicar la escasez, el acaparamiento, la especulación, la inflación, la
inseguridad, la crisis eléctrica, el racionamiento de agua y así revertir el
creciente descontento popular. Buscar pestañas en la sopa para hacer creer que
la Oposición no recogió las firmas y demorar los siguientes pasos puede exacerbar la indignación de la gente y transformarla en
crecientes manifestaciones de agresividad y violencia que pueden llevar al país
a una crisis de gobernabilidad. Al obstaculizar el
proceso se le tiende la alfombra a los violentos de lado y lado que deliran con
una gran confrontación final para definir quién es quién.
@victoralvarezr
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