martes, 20 de mayo de 2025

Diez razones para votar el 25-M

 

Víctor Álvarez R. / Pedagogía Electoral

En las elecciones regionales y parlamentarias del 25 de mayo se elegirán 569 cargos: 24 gobernadores, 260 legisladores regionales y 285 diputados a la Asamblea Nacional. De estos últimos, 133 son diputados nominales que representan a 88 circuitos electorales; 149 diputados se eligen por las listas de partidos políticos, 99 corresponden a las listas por estado y 50 por lista nacional; adicionalmente se eligen 3 diputados indígenas.

Para estos comicios se estima un bajo nivel de participación. La apatía y abstención electoral han sido agravadas por el cuestionado resultado de las Presidenciales del 28 de julio que -al ser contrario a las encuestas, consultas a boca de urna y actas en manos de la oposición-, revivió las consignas abstencionistas que plantean que “en Venezuela se vota, pero no se elige”, “dictadura no cae con votos”, “participar en las próximas elecciones es convalidar la farsa electoral del régimen” y “no voy a votar porque no quiero que me vuelvan a robar mi voto”.

El concepto de desesperanza aprendida se refiere a un estado psicológico en el que una persona que reiteradamente es expuesta a estímulos desagradables que no puede controlar, finalmente aprende a comportarse pasivamente, al creer que es inútil su acción para cambiar un resultado no deseado que considera predeterminado. Esto genera frustración, impotencia, falta de motivación, apatía e inacción. Así, la desesperanza aprendida se revela como una estrategia de dominación del régimen para provocar la abstención que lo ponga a ganar.

Para las parlamentarias y regionales del 25 de mayo, un sector de la oposición llamó a la abstención y el otro se presentó divido. Quienes llaman a la abstención argumentan que no pueden participar con sus partidos intervenidos y sus candidatos inhabilitados, presos o en el exilio; pero cuando los rehabilitan y logran una tarjeta para postularse, entonces los llaman alacranes y traidores.

La desconfianza en la institución del voto atrapa al país descontento en un callejón sin salida del que solo es posible salir retrocediendo: mientras más ciudadanos se abstienen de participar, más se consolida el control autoritario del régimen. Este fenómeno político-electoral erosiona gradualmente los fundamentos democráticos y perpetúa el dominio de una ruidosa minoría sobre la mayoría auto silenciada que decide no expresarse.

Abstenerse es más que no votar y puede generar consecuencias irreversibles para la restauración de la democracia. Hay por lo menos diez razones para participar en las elecciones del 25-M:

viernes, 2 de mayo de 2025

Yo voto consciente, mi voto es inteligente

 

Víctor Álvarez R. / Pedagogía Electoral

Ante el cuestionado resultado electoral en las Presidenciales del 28 de julio, nuevamente se escuchan las consignas abstencionistas que plantean que “en Venezuela se vota, pero no se elige”, que “dictadura no cae con votos”, que “participar en las próximas elecciones es convalidar la farsa electoral del régimen”.

Los abstencionistas alegan que no pueden participar porque sus candidatos están inhabilitados, presos o en el exilio. Pero cuando les quitan la inhabilitación y deciden participar, entonces los consideran alacranes y traidores. Los electores no se sienten estimulados a votar cuando escuchan este torneo de insultos entre la dirigencia política que les impide a conectarse con las necesidades reales de la gente.

Un sector de la oposición decidió llamar a la abstención y el otro decidió participar, pero se presentó dividido, con dos y tres candidatos para cada cargo en disputa. Una vez más, el país descontento no contará con candidaturas únicas y unitarias. Y así, la abstención y división de la oposición nuevamente pueden convertir en mayoría a la minoría oficialista. 

Ciertamente, los malos candidatos representan una amenaza para recuperar la confianza en la institución del voto. Quienes aspiren a capitalizar electoralmente el malestar nacional no pueden ser figuras desprestigiadas, con malos antecedentes, ni personas arrogantes y prepotentes, poseídas por revanchismos y afanes de venganza. Los malos candidatos no motivan a nadie ni contribuyen a superar la abstención.

Pero si dedicamos un poco de tiempo a revisar las postulaciones, encontraremos buenos candidatos, reconocidos luchadores sociales, con autoridad ética y moral, que han dedicado buena parte de su vida a la organización y participación ciudadana en iniciativas de reencuentro y reconciliación nacional, impulsadas de abajo hacia arriba, para recuperar espacios de resistencia y lucha institucional en los diferentes estados y municipios del país.

Claro que hay buenos candidatos que merecen nuestro voto. Como electores, interesados en mejorar las condiciones de vida, tenemos que votar y votar bien. Por eso hay que identificar y hacer campaña por los buenos candidatos, aquellos de destacada trayectoria que tengan ideas claras y motiven a votar.

¡El voto tiene que ser consciente, el voto tiene que ser inteligente!