viernes, 20 de junio de 2014

Los objetivos PAP (producción, abastecimiento y precios)


Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencia 2013

En la nueva fase de la ofensiva Económica, el Presidente Nicolás Maduro se ha planteado reactivar la producción para aumentar el abastecimiento y estabilizar los precios. Hasta ahora, las medidas para lograrlo giran en torno a agilizar la entrega de divisas y ofrecer nuevas fuentes de financiamiento. Pero estas deben ser complementadas con incentivos para fortalecer las capacidades tecnológicas e innovativas del aparato productivo, en función de incrementar la productividad y reducir de forma drástica los costos. Esto implica un acceso oportuno a los recursos que se requieren para mejorar los productos y procesos tecnológicos, lo cual pasa por reformar la Ley de Ciencia, Tecnología e Innovación (Locti).

Al comienzo de la Locti, las empresas podían escoger entre utilizar su aporte en inversión puertas adentro, financiar proyectos de universidades o entregarlo al MCTI. A pesar de que la ley identificaba más de diez formas de vinculación universidad-empresa, el 95% de los aportes se quedó en las compañías, no pocas veces para pagar las vacaciones de sus ejecutivos en Cancún, simulando que habían sido enviados a un evento sobre nuevas tecnologías. Solo el 4% se destinó a financiar proyectos con universidades y centros de investigación y apenas 1% fue depositado en el Ministerio.

Para evitar este fraude, con la reforma de 2010 todos los aportes se centralizaron en el Fonacit. Sin embargo, la producción científica y tecnológica -medida a través de los indicadores tradicionales de proyectos de investigación, artículos publicados en revistas indexadas, eventos científicos y patentes-, no ha aumentado en la misma proporción de los fondos Locti. Solo el número de investigadores y tecnólogos se incrementó. Paradójicamente, la caída en los demás indicadores se atribuye a los bajos salarios, cuestión que obliga a renunciar a muchos investigadores para buscar trabajos mejor remunerados.

La sola recaudación de Locti no puede ser catalogada como una inversión. Si así fuera, el monto de 2 % del PIB que se recauda nos ubicaría a nivel de Japón y Alemania, pero está claro que no hemos alcanzado el grado de desarrollo científico ni mucho menos económico de esos países. Semejante volumen de recursos no puede ser absorbido únicamente por las universidades. Por eso es necesario abrir otros espacios para realizar proyectos de investigación e innovación. Es aquí donde la empresa pública y privada están llamadas a jugar un importante papel como locus de una nueva actividad científica y tecnológica que sustente una abundante producción de calidad y precios solidarios.
El logro de los objetivos PAP requiere una reforma de la Locti que facilite la inversión empresarial en el fortalecimiento de su productividad, calidad y competitividad. De esta forma, el insuficiente número de laboratorios universitarios se complementaría haciendo de cada empresa un centro de investigación e innovación. Adicionalmente se crearía una infraestructura de uso común para el fortalecimiento de las capacidades tecnológicas e innovativas del aparato productivo, el cual remuneraría con mejores sueldos y beneficios a los profesionales con nivel de maestría y doctorado que se dedican a la investigación, pero que de acuerdo a las tablas oficiales apenas reciben 1,2 salarios mínimos.

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