Víctor
Álvarez R.
La
salida de Giordani ha sido interpretada como un triunfo de los pragmáticos
sobre los radicales que evidencia las contradicciones entre las tendencias que hay
en el gobierno: una comprometida con la transformación del capitalismo en
un modelo socialista, otra tratando de recuperar
la gobernabilidad económica a través de concesiones al sector privado. Pero su salida no significa
una política económica distinta. A lo sumo, acelerará el abandono de un régimen
cambiario que degeneró en el principal incentivo a la corrupción y especulación.
Pero mientras no se ataquen las distorsiones cambiarias, fiscales y monetarias
se mantendrán las causas que reducen las reservas internacionales, castigan la
producción, crean escasez, erosionan el bolívar, atizan la inflación y
destruyen los salarios.
Un cambio de
política económica implica la unificación cambiaria bajo un sistema de
flotación libre controlada por bandas. El anclaje no
solo afecta las finanzas de Pdvsa, también estimula las importaciones que
desplazan la agricultura e industria, sectores llamados a sustituir
importaciones y diversificar las exportaciones. Con un tipo de cambio
que exprese la productividad del aparato productivo interno, Pdvsa aliviará el déficit
que la lleva a endeudarse con el Bcv, el cual ya no tendrá que emitir dinero
para prestarle las sumas que necesita para completar el pago de una nómina de más de 100 mil empleados, cancelar deudas a proveedores
y financiar las misiones. Solo así se evitará el impacto inflacionario que causa
el desmesurado crecimiento de la liquidez monetaria en un mercado con
crecientes índices de escasez.
Cambiar la política económica significa corregir
las distorsiones que genera calcular el presupuesto con base en un precio subestimado
del barril de petróleo. Esto sustrae a Pdvsa -a través del impuesto a la ganancia
súbita- divisas que debería administrar el BCV, el cual además transfiere al Fonden
las llamadas reservas excedentarias. Así
el Bcv podrá recuperar un adecuado nivel de divisas para atender las
necesidades del aparato productivo.
Pero esto no se resuelve solo con el cambio de
un hombre. Requiere mayores capacidades técnico-políticas para dirigir la
transformación del capitalismo rentístico en un nuevo modelo productivo
socialista, y esto pasa por superar la práctica de enroques y policamburismo por
la que funcionarios que no pueden con un solo cargo, tienen a su vez cuatro y
cinco cargos adicionales. Los ejecutores de la política económica deben tener
la capacidad técnica y autoridad política para explicarle al país las causas de
la problemática económica y las medidas que es necesario aplicar. Endosar estos
problemas a la guerra económica y simultáneamente decir que el modelo económico
es exitoso, más que una contradicción es un sarcasmo que resta credibilidad y
mina la confianza del pueblo en su dirigencia. Romper la inacción gubernamental
ante medidas que se caen de maduro como sincerar el precio de la gasolina, unificar
los tipos de cambio y reorientar en favor de la producción nacional los millardos
de dólares que se gastan en importaciones, demostraría que el nuevo liderazgo comprende
la naturaleza del problema económico y puede conjurar la amenaza de estanflación.
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