miércoles, 22 de septiembre de 2021

La dolarización llegó para quedarse

En esta nueva entrega de la serie Diez conversaciones estelares con diez de los mejores economistas de Venezuela hemos invitado a Asdrúbal Oliveros, Socio-Director de Ecoanalítica. Vea la conversación completa aquí https://youtu.be/Tcbc63UGPgg           


Víctor Álvarez R. / @victoralvarezr

El efecto combinado del colapso de la renta petrolera, el endurecimiento de las sanciones y el impacto económico del Covid 19 ha obligado al Ejecutivo nacional a activar válvulas de escape para aliviar la presión económica y social. Un gobierno sin capacidad financiera para sostener el modelo nacionalista y estatista ha dado rienda suelta a la apertura comercial, desregulación y liberalización económica, dolarización, privatización y apertura a la inversión extranjera. Son las nuevas tendencias que se asoman en la economía venezolana y que pudieran consolidarse y llegar a ser irreversibles. Estos cambios en la política económica crean otro ambiente para el emprendimiento y la iniciativa privada.  Quien no los perciba debido al ruido de la diatriba política, se quedará al margen de las oportunidades de negocio e inversión que empiezan a aparecer en Venezuela. En este abandono del modelo nacionalista y estatista, una presión clave la han ejercido los inversionistas privados que están dispuestos a correr los riesgos de hacer negocios en un país sancionado, pero en un contexto de apertura comercial y liberalización económica.

La dolarización transaccional ha sido forzada por la hiperinflación que disolvió el poder de compra de los billetes y obligó a sustituirlos por la divisa estadounidense. Para no trancar el mercado interno por falta de medios de pago, el Ejecutivo ha permitido el uso de divisas en las transacciones locales, práctica que antes era perseguida y penalizada. A su vez, la dolarización transaccional presiona la dolarización de los servicios financieros para que este creciente circulante en divisas se pueda canalizar hacia el financiamiento de la producción y el consumo.

Para compensar la escasez causada por la reducción en un 80 % del PIB y contener la inflación, el gobierno abrió el mercado interno a toda clase de importaciones sin arancel. Ha exonerado una amplia gama de códigos arancelarios del pago de impuestos de importación que, en condiciones de apreciación del tipo de cambio, compiten ventajosamente con la producción nacional y hacen mucho más lucrativo importar que producir. Bodegones, supermercados, tiendas de electrodomésticos y agencias de automóviles, proliferan a lo largo y ancho del territorio nacional.

La mala gestión y la corrupción se combinaron para dar al traste con las empresas manufactureras y de servicios en manos del gobierno. Las sanciones económicas han sido un agravante toda vez que se extienden a proveedores internacionales con intereses en territorio estadounidense que no pueden hacer negocios con empresas del gobierno porque serían sancionados. Esto agrava la crisis de los servicios de agua potable, gas doméstico, electricidad, telecomunicaciones. Para evadir las sanciones, se plantea la privatización de empresas públicas.

El gobierno ni Pdvsa tienen recursos financieros para levantar la producción de petróleo y gas. Tampoco puede reactivar las refinerías. Necesita de la inversión privada nacional y extranjera para reactivar estos sectores cuya buena marcha es necesaria para el buen funcionamiento del resto de la economía. Solo una recuperación de la extracción de petróleo en torno a 3 millones de barriles diarios y precios por encima de 80 $/b devolverían al gobierno su capacidad para controlar la economía y ese escenario en el corto y mediano plazo está descartado. La cruda realidad ha forzado al gobierno a ser pragmático y a abandonar ideologías y dogmas. Aflojar los controles y liberar la economía es crucial para su sobrevivencia política. Si no respira la economía, el poder político se asfixia. Así lo ha entendido el régimen cuyo pragmatismo apunta a preservar su modelo político de dominación hegemónica.

¿Cuáles son las ciudades o regiones del país donde la dolarización tiene la mayor cobertura y profundidad? ¿Cómo evoluciona la dolarización financiera? ¿Por qué no avanza a la misma velocidad que la transaccional? ¿Aunque nunca llegue a ser una medida oficial, crees que la dolarización llegó para quedarse?

¿Cuál es el impacto que tiene la apertura comercial sobre la producción nacional y sobre el nivel de precios? ¿Cuáles sectores pierden y cuáles salen ganando? ¿Cuáles cambios identificas en la estructura económica de Venezuela y en la conformación del PIB?

¿Has hecho seguimiento al proceso de privatización? ¿Dónde ha avanzado? ¿Cuáles son las empresas y sectores de los que el gobierno quiere salir y cuáles son los que despiertan más interés para el capital privado?

¿Mientras el ingreso petrolero se mantenga bajo y las sanciones no se levanten, la apertura y liberalización económica se profundizarán? ¿Además del levantamiento de los controles de cambio y de precios, desregulación, dolarización y privatización, como visualizas la apertura a la inversión extranjera en los próximos años? ¿Habrá mayor participación del capital privado en las empresas mixtas de la Faja Petrolífera y en el Arco Minero? ¿Dónde veremos más inversión privada?  

¿Estamos en presencia de un proceso de chinización de la economía venezolana? ¿Crees que en los próximos años veremos un gobierno que ratifica su carácter socialista pero en la práctica termina de desmontar la política de controles e introduce cambios en el modelo de propiedad estatal? ¿Este proceso de liberalización y privatización puede desembocar en una economía gobernada por los mecanismos del mercado que coexiste con un sistema político cada vez más autoritario?

Estas preguntas son respondidas por el destacado economista Asdrúbal Oliveros, Socio-Director de Ecoanalítica, en esta nueva entrega de la serie Diez conversaciones estelares con diez de los mejores economistas de Venezuela. Vea la conversación completa aquí https://youtu.be/Tcbc63UGPgg           

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