lunes, 5 de septiembre de 2011

Leyes del Poder Popular abren espacio a un nuevo modelo de propiedad social

ENTREVISTA A VICTOR ALVAREZ
CLODOVALDO HERNÁNDEZ / ESPECIAL PARA CIUDAD CCS

Usted escribió un libro sobre los riesgos de que el burocratismo y los esquemas socialistas del siglo XX, acaben con el socialismo del siglo XXI. ¿Ha recibido alguna respuesta alentadora?

—La respuesta al alerta la encontramos en la creación de un nuevo marco legal que abre amplios espacios para un nuevo modelo de propiedad social. Se aprobaron las leyes del Poder Popular, Planificación Pública y Popular, Contraloría Social, del Sistema Económico Comunal y la reforma a la Ley de Consejos Comunales. Son instrumentos para conjurar la amenaza del burocratismo y de un exagerado peso de la propiedad estatal. En el socialismo del siglo XX, la estatal era prácticamente la única forma de propiedad: desde una peluquería hasta una siderúrgica. En ese caldo de cultivo fermentaron poderosas élites burocráticas que secuestraron la revolución y administraron la propiedad pública como si fuera su propiedad privada.

—¿Las decisiones del IV Congreso del Partido Comunista de Cuba pueden ayudar a que en Venezuela tengan eco posiciones como las suyas?

—Entre Venezuela y Cuba ha habido retroalimentación. La Revolución Bolivariana ha influenciado en las reflexiones y decisiones de Cuba. Y, por otro lado, la Revolución Cubana siempre es una inspiración para cualquier otra en Latinoamérica y el mundo porque nunca abjuró de sus ideales. Permitir el emprendimiento particular, familiar, colectivo, va a ser un detonante de las capacidades de mucha gente, familias que tienen sus proyectos particulares. Hasta ahora se ha hablado de la propiedad estatal como fórmula para liberar a los trabajadores de la explotación, pero comprobamos en las experiencias fracasadas del siglo XX que estatizar no necesariamente es socializar. Muchas veces es la expresión de un capitalismo de Estado que repite las relaciones de enajenación que se cuestionan al sistema capitalista. La salida es el empoderamiento de las comunidades, de los trabajadores organizados, que se sientan copropietarios sociales de esos medios de producción y ejerzan su capacidad de decisión para remunerar su trabajo y distribuir e invertir los excedentes.

—¿Esas élites burocráticas son una modalidad de corrupción?

—En el pasado, las élites se concedieron muchos beneficios y privilegios, altos sueldos, bonificaciones, incentivos. El Presidente ha sido crítico de eso porque significan apropiación de recursos públicos. Ese secuestro que ejecuta la burocracia sobre la propiedad pública la convierte en una especie de burguesía funcional. Igual que la burguesía, se apropia del excedente que generan los trabajadores, sin ninguna contraprestación. En la práctica, ejercen funciones de burguesía.

—¿Qué relación hay entre esa burguesía funcional y eso que llaman la boliburguesía?

—Sobre eso también hemos alertado: la Revolución Bolivariana ha sido muy permeada por oportunistas, incluso algunos que se han beneficiado de contrataciones públicas, préstamos estatales, exoneraciones arancelarias. Esos terminan siendo reproductores de las relaciones capitalistas de producción que la revolución cuestiona. Hay un grupo de empresarios que levantan las banderas del socialismo cuando en la práctica explotan a los trabajadores, contaminan el ambiente, ejercen tráfico de influencias y pagan comisiones. Es una desviación muy dañina porque genera desencanto y desilusión. La gente termina pensando que todo es más de lo mismo y hasta más de lo peor.

—¿Tienen nombre esas personas, esos grupos?

—El país sabe y ve quiénes ayer eran unos ciudadanos de a pie y hoy son prósperos empresarios; quiénes eran trabajadores que vivían de un ingreso fijo y ahora son magnates. ¿Cómo acumular una enorme fortuna en meses o años? Bueno, con la explotación intensiva de muchos trabajadores o con negocios oscuros con el dinero del Estado.

—Como ex ministro de Industrias Básicas y Minería: ¿se puede lograr la propiedad social con el nivel actual del movimiento sindical, en parte atomizado y en parte desideologizado?

—Una cosa es el interés genuino, íntegro, honesto del trabajador de base y otra, los intereses corporativos y grupales de quienes se disputan el control de los sindicatos y de las empresas. Esos grupos de rapiña que se disputan el poder, han llegado a paralizar las empresas, lo cual es un crimen porque abona al fracaso del empoderamiento de los trabajadores y lo desacreditan ante el país. Cualquier ciudadano, al ver aquel bochinche, puede pensar que esa no es la vía.

—Ha habido incluso violencia y crímenes por encargo. ¿Es posible quitar las élites corruptas y dar paso al control obrero real?

—El momento más oscuro de la madrugada es justo antes del amanecer. Por muy desalentador que se vea el panorama, la indignación de la base trabajadora, su decisión firme de ponerle límite a semejante voracidad, abrirá los caminos del control obrero y el empoderamiento popular.

—El Centro Internacional Miranda es muy criticado por otra tendencia interna, la del Grano de maíz, (autores de la columna del diario Vea). ¿Por qué no debaten y avanzan en una misma dirección?

—En el Centro Internacional Miranda asumimos el compromiso por la buena marcha de la revolución, con una voz crítica pero muy leal y comprometida. Hablamos desde el dolor y la preocupación de ver las desviaciones, los errores. Queremos proponer correctivos. Nuestra crítica siempre ha sido muy propositiva, no creemos en ella como profesión. Quienes honestamente estamos preocupados por la buena marcha de la revolución y hemos atendido el llamado del Presidente de revisar, rectificar y corregir, tenemos que encontrarnos en el camino.
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Tanque lleno de libros

Víctor Álvarez debe ser uno de los miembros del Centro Internacional Miranda (CIM) que más contribuye a mantener lleno ese “tanque de pensamiento” de la Revolución Bolivariana, al menos si se juzga por las obras escritas.

En el lugar de honor está el libro "Venezuela: ¿Hacia dónde va el modelo productivo?", que ganó una mención honorífica del Premio Internacional Libertador y el Premio Municipal “Gustavo Machado” al Pensamiento Político, en 2009. Es coautor, junto a Davgla Rodríguez, de una "Guía teórico-práctica para la creación de empresas de producción socialista" y ha presentado una serie de cinco "Cuadernos de Educación Comunal" en los que diserta sobre el capitalismo, el neoliberalismo, el socialismo del siglo XXI, los TLC y la ALBA. En 2010 mantuvo el flujo hacia el tanque con "Del Estado burocrático al Estado comunal", en el que alerta sobre el riesgo de una excesiva propiedad estatal.

Álvarez, se graduó de economista en La Habana en 1985 y se postgraduó en el Centro de Estudios del Desarrollo (Cendes), el Instituto Venezolano de Planificación (Iveplan) y la Universidad Carlos III, de Madrid.

Fue ministro de Industrias Básicas y Minería, presidente de la Corporación Venezolana de Guayana, del Banco de Comercio Exterior y del Fondo de Reconversión Industrial. Más allá de la teoría, pues, algo sabe del tema de la propiedad estatal y del temible burocratismo.

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