viernes, 31 de julio de 2015

Claves de la actualización del modelo económico cubano


Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias

Cuba promulgó la Ley de Inversión Extranjera N° 118 con el objetivo de captar un creciente flujo de inversiones extranjeras y sobre esta base impulsar su precaria economía. A pesar de no representar ninguna alteración profunda en el sistema económico bajo control del Estado, esta ley constituye un paso muy importante en la actualización de su modelo económico. Ante la urgente necesidad de recibir capitales que le permitan enfrentar su crónica insuficiencia de inversión productiva y los problemas de escasez y racionamiento que durante más de medio siglo han castigado a su población, Cuba cambia de paradigma y decide otorgar ventajas sin precedentes a los inversionistas extranjeros.

Además del turismo, se espera que estas inversiones contribuyan a mejorar los servicios públicos, la infraestructura y la producción agrícola, minera e industrial. Con esta Ley, Cuba reconoce la importancia de la inversión extranjera para la transferencia tecnológica, la generación de empleos y la capacitación técnica y gerencial, todo lo cual contribuirá a diversificar la actividad económica local. De allí su determinación de mejorar el clima de inversiones a través de atractivos incentivos fiscales, así como estabilidad y paz laboral.

Con la promulgación de esa Ley, La Habana tiene el reto de alcanzar un grado de aceptación de las condiciones que ha fijado. La posibilidad real de tener acceso a las fuentes de financiamiento, tecnologías, asistencia técnica y mercados para sus productos está estrechamente vinculada a la credibilidad de los incentivos y condiciones que sea capaz de ofrecer y cumplir para atraer nuevas y crecientes inversiones. Esto pasa por honrar oportunamente sus compromisos financieros con la comunidad internacional y crear un ambiente en el que coexista armónicamente la propiedad estatal y mixta con las ventajosas oportunidades que ahora ofrece a  la inversión extranjera.

Principios rectores

Los principios rectores de la actualización del modelo económico cubano deslindan campos para que los mecanismos del mercado puedan operar. Estos conceptos deberán regir las relaciones entre el Consejo de Ministros y los Organismos de la Administración Central del Estado (OACE) y las Organizaciones Superiores de Dirección Empresarial (OSDE). En tal sentido se plantea:

·        Separar las funciones estatales de las empresariales y aumentar las atribuciones de la empresa en el uso eficiente de los recursos.

·        Los OACE solo ejecutan funciones estatales, mientras que las OSDE son organizaciones que únicamente realizan funciones de carácter empresarial.

·        Las Juntas de Gobierno son un órgano de dirección del Estado para controlar a las OSDE, con el fin de exigir eficiencia y cumplimiento de la legislación.

·        Preparación de todos los dirigentes que llevan a la práctica la reorganización institucional para evitar errores por incompetencia e impericia.

·        Crear condiciones para la unificación monetaria y cambiaria a fin de restablecer el valor del peso cubano, sus funciones como dinero y la medición correcta de los resultados económicos.

·        Perfeccionamiento del sistema de salarios, pensiones y otros ingresos para garantizar que cada cual reciba un salario acorde con su trabajo.

·        Gradualidad en el proceso para evitar improvisaciones y contramarchas.

Lecciones para Venezuela

El 95% de las divisas que entran a Venezuela son generadas por la factura petrolera de Pdvsa. Pero con el colapso de los precios del petróleo este ingreso se desplomó a la mitad y en adelante la oferta de divisas seguirá dependiendo de la menguada renta petrolera y de la precaria disponibilidad del BCV, el cual ha visto caer el nivel de reservas internacionales a su nivel más bajo en la última década.

Difícilmente los inversionistas extranjeros encuentren otro país con una tasa de cambio más favorable que la del Simadi, un verdadero estímulo cambiario para hacer rendir sus divisas en moneda local. En adelante, obtendrán más bolívares por cada dólar, lo cual va a disminuir la cantidad de divisas que necesitan para cubrir los gastos domésticos.

Pero bajo un régimen de cambios múltiples (Cencoex, Sicad, Simadi) un asunto que hay que aclarar es la tasa de cambio a la cual los inversionistas extranjeros podrán repatriar los dividendos. Para las nuevas inversiones sería Simadi, pero si esta tasa se aplica a los dividendos pendientes de inversiones anteriores, las pérdidas cambiarias serían considerables, toda vez que al entrar al país convirtieron sus divisas a tasa Cadivi-Cencoex, mientras que para salir o remitir dividendos tendrían que comprar las divisas a la tasa Simadi, 30 veces más caras. Y ante tal falta de claridad e inseguridad cambiaria nadie va a invertir en Venezuela. Por eso Cuba corrige las distorsiones cambiarias y avanza en la unificación monetaria.

La tasa Simadi constituye un poderoso incentivo que mejorará sustancialmente el flujo de caja en bolívares de los actuales inversionistas extranjeros. Sin embargo, este incentivo cambiario es necesario más no suficiente. La inversión no fluirá en la escala que el país necesita mientras no se logre estabilidad macroeconómica, seguridad jurídica, transparencia y flexibilidad en los controles, paz laboral, así como disponibilidad de insumos básicos, infraestructura y servicios de calidad para la inversión productiva.

Hasta la Cuba comunista lo ha reconocido en su nueva Ley de Inversión Extranjera. La dirigencia cubana asume a la inversión extranjera no como el invasor imperialista que restaurará el capitalismo sino como un socio estratégico en la actualización del modelo económico de la Revolución. Con ese fin, ofrece incentivos fiscales, seguridad jurídica, servicios de calidad y paz laboral en sus zonas especiales de desarrollo. Adicionalmente, reforma y abre a la inversión extranjera la empresa estatal socialista, corrige las distorsiones cambiarias y avanza en la unificación monetaria.

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