viernes, 31 de julio de 2015

El canje de Cuba por Venezuela

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias

La política de apertura y distensión de Obama hacia Cuba tiene en EE.UU. poderosos enemigos internos, particularmente en la fracción republicana en el Congreso, quienes cuestionan lo que consideran una grave debilidad y entrega de Obama. La oposición de los republicanos se radicalizará con el fin de lograr ostensibles compensaciones a cambio del levantamiento formal del embargo a Cuba.

En efecto, como  el reinicio de las relaciones diplomáticas no significa el fin automático del bloqueo contra Cuba -el cual es un mandato de las leyes Torricelli y Helms-Burton que solo pueden ser derogadas por el Congreso-, Obama quiere despejar la oposición de los republicanos que controlan la mayoría parlamentaria a cambio de sanciones más severas contra Venezuela.

De allí que no se pueda descartar de plano que la declaración de Venezuela como “amenaza extraordinaria e inusual” sea el preámbulo de sanciones más severas que cierren el margen de actuación del gobierno de Venezuela. En adelante, Washington no desaprovechará ningún pretexto para aplicar las sanciones que esta declaración permite contra un país que ha sido declarado “amenaza extraordinaria e inusual”. Sobre todo si por esa vía logra el apoyo parlamentario que necesita para derogar las leyes que soportan el bloqueo económico a Cuba.

A medida que se desmonte el Bloqueo, el gobierno cubano no podrá justificar los errores de las políticas internas. Por esta razón, Cuba acelera la modernización de su modelo económico. El parlamento cubano aprobó un nuevo marco legal para la inversión extranjera y los ministros del gobierno han desplegado una intensa actividad por países de Europa y Asia para promover las nuevas oportunidades de inversión. Esto también ha influido en la decisión de los EE.UU. que -para no terminar desplazados por las inversiones europeas o asiáticas- han dado el paso de normalizar las relaciones diplomáticas y propiciar un mayor flujo de inversiones para aprovechar las oportunidades que la isla ofrece en la extracción de níquel, energía, infraestructura y turismo.

Si con el petróleo a 90 $/b en Venezuela ha habido escasez de divisas, al caer a menos de 60 $/b -que es el precio estimado en el Presupuestado 2015- los problemas de desabastecimiento, escasez, acaparamiento y especulación se agravarán. Para evitar un creciente malestar social en un año electoral, el gobierno tendrá que adecuar los acuerdos de cooperación energética a las nuevas restricciones presupuestarias. Ante tal escenario, Cuba podría dejar de recibir 100 mil barriles diarios de petróleo y esto tendría un impacto semejante al que sufrió la isla en 1991, cuando colapsó el bloque socialista y dejó de recibir el 100% del petróleo que le enviaba la URSS.

Sin energía el descalabro de la economía cubana fue inevitable y engendró una severa crisis social que se expresó en el éxodo de miles de cubanos en pequeñas balsas artesanales que con frecuencia naufragaban en las aguas del Mar Caribe. Una crisis semejante es la que ahora el gobierno de Raúl Castro quiere evitar. Al revisar los convenios de cooperación energética, Cuba recibirá un volumen decreciente de petróleo y esto gradualmente se traducirá en menos médicos y técnicos, que es lo que a cambio envía Cuba a Venezuela.

A EE.UU. le ha preocupado sobremanera la influencia y liderazgo que Venezuela ha ejercido en la nueva integración latinoamericana. Ahora que los precios del petróleo se han desplomado, Washington saca cuentas y tiene la certeza de que Venezuela no podrá mantener al mismo nivel los convenios de cooperación energética y poco a poco irá recortando el suministro y adecuando las condiciones de pago a las actuales restricciones presupuestarias. Por eso se anticipa y para ir montando la escena, el Secretario de Estado, John Kerry, advierte que "Si Petrocaribe llegara a caer debido a los acontecimientos en Venezuela, podríamos acabar con una grave crisis humanitaria en nuestra región". Así, el gobierno de los EE.UU. se propone aprovechar la debacle de los precios del petróleo para neutralizar la "petro-diplomacia bolivariana" y su gran influencia en los países que forman parte de PetroCaribe, el Alba, Unasur y la Celac.

Como se sabe, Venezuela exporta 100.000 barriles diarios a los países de Petrocaribe por un monto de más de 4.000 millones de dólares. De esa factura, 40 % se paga en bienes y servicios y el 60% se financia a 15-20 años a 2% de interés. Esa política de cooperación tan solidaria y generosa fue imperceptible para la población venezolana en un contexto de altos precios del petróleo y abundancia de divisas. Pero ahora que los precios del petróleo han colapsado y el ingreso petrolero se ha reducido a un tercio del que había cuando se lanzó el acuerdo de cooperación energética, el país ya no puede soportar el sacrificio que representa recibir como parte de pago mercancías que se pueden producir internamente y posponer a 20 años el cobro de las divisas que necesita para cubrir el componente importado, pagar la deuda externa y las indemnizaciones pendientes por las expropiaciones realizadas.

Para debilitar y dar al traste con este programa de integración energética, EE.UU. ha ofrecido a los países de Centroamérica y Caricom compensar las dificultades de PetroCaribe con un programa de cooperación energética, pero a cambio de un mayor aislamiento internacional del gobierno de venezolano. Sin importar las consecuencias que pueda tener sobre Petrocaribe, Guyana ha iniciado la exploración de un bloque marítimo cuya zona superior está claramente en aguas territoriales venezolanas. La posición de Caricom en la tensa relación de Venezuela con Guyana será la prueba de fuego para definir hasta qué punto este esquema de cooperación energética está consolidado y no puede ser vulnerado.

En respuesta a este afán por aislar a Venezuela, el país está recibiendo un creciente apoyo internacional a través del Movimiento de los Países No Alineados y de los gobiernos latinoamericanos que forman parte de la Aba y Unasur, el cual seguramente será ratificado en los marcos de la Celac y en la Próxima Cumbre de las Américas, prevista para el mes de abril en Panamá. La presencia de Unasur como facilitador del diálogo y distensión nacional hoy más que nunca es necesaria para impedir la desestabilización contra un gobierno que ha sido uno de los principales promotores de la nueva integración latinoamericana que hoy pretende ser debilitada y desarticulada.

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