Conversaciones con el Embajador Ramón Santos
El 20 de noviembre de 1975 se anuncia la muerte del
general Francisco Franco, el dictador de España por 40 años. A esta
noticia no le siguió el colapso súbito del régimen dictatorial, sino un
complejo proceso de reinstitucionalización democrática. La transición española fue un camino que
se recorrió paso a paso, en medio de las dolorosas heridas que dejó la guerra
civil y la pesada herencia del régimen dictatorial. Exigió acuerdos entre
actores políticos largamente enfrentados que renunciaron a la persecución y la
venganza para hacer posible la convivencia pacífica en el marco de las nuevas
reglas de la naciente democracia española.
¿Cómo fue posible que los herederos de aquella
férrea y larga dictadura franquista, acusada de graves violaciones a los
derechos humanos y crímenes de lesa humanidad, abrieran vías al régimen
democrático? ¿La transición española a la democracia fue una conquista de las
luchas democráticas o un proceso diseñado por el propio Francisco Franco antes
de morir? ¿Acaso ya estaba pactado y escrito lo que a la muerte de Franco luego
iba a pasar?
Para comprender mejor cómo se desarrolló la
transición española a la democracia hemos invitado al Dr. Ramón Santos, embajador de España en
Venezuela, quien nos ayudará a entender las condiciones históricas concretas en
las que se llevó a cabo el proceso a través del cual finalmente el régimen
franquista transfirió a los civiles el poder político y el control de las
instituciones.
Embajador, ante todo muchas gracias por haber aceptado nuestra invitación a conversar sobre la forma como se desarrolló la transición española a la democracia. ¿Cómo se logró la coexistencia pacífica entre actores militares y políticos del franquismo y las pujantes fuerzas democráticas españolas? ¿Qué pactaron para no perjudicarse, construir confianza y convivir en paz?
Este proceso de transición se entiende
si lo inscribimos en el contexto social y económico de la España de 1975, a la
muerte de Franco. Era una España que en los últimos 12-14 años había
evolucionado mucho, había desarrollado una clase media incipiente pero pujante
y bastante extendida en distintas ciudades españolas. Son los años en los que
se habla del milagro económico español. Todo aquello se inició con el plan de
estabilización de 1916.
En 1959, que supuso prácticamente la
salida de dos millones de españoles que se fueron a trabajar a Europa, las
remesas de esos emigrantes, más la apertura de España al turismo, empezaron a
llegar cientos de miles, millones de turistas europeos a las playas españolas,
los flujos económicos que eso suponía, más la reordenación de las fuerzas
productivas españolas, las inversiones crecientes que llegaron a raíz del plan.
Todo eso dio un nuevo escenario social y
económico que produjo de una manera muy rápida un cambio en la mentalidad
social de los españoles. En este contexto se produce la muerte de Franco y
dentro del propio régimen de Franco va a haber un ala, va a haber una visión.
La reformista conservadora, naturalmente, que se da cuenta de que para mantener
la paz social en España y para mantener también sus propias condiciones de
vida, las condiciones de vida de la clase a la que ellos representaban, era
necesario llegar a un acuerdo e instaurar un régimen político, un sistema
político como tantos que había en Europa y que estaban, además, mayormente dominados
por fuerzas políticas de corte conservador o de corte derechista, como se
quiera decir, y que era posible, por lo tanto, ser demócrata y defender
intereses conservadores, que eran los que ellos defendían.
Esto se inicia muy tímidamente con Arias
Navarro y el famoso Espíritu del 12 de febrero. Rápidamente el rey Juan
Carlos se da cuenta de que no le sirve y tienen que avanzar hacia otras
fórmulas. Y quienes van a estar siempre enfrente, por lo menos en los primeros
años.
Las grandes dificultades para la
transición española van a venir de los militares. Ahí es donde, en distintas
ocasiones, va a haber amagos de golpe de estado. Uno que se consumó, que fue el
golpe de estado de febrero de 1981. Un constante ruido de sables fue
acompañando a las distintas decisiones de liberalización política que fue
adoptando el gobierno de Adolfo Suárez.
¿Cómo fue
ese ese proceso transaccional o de canje entre la dictadura militar y las
fuerzas democráticas? ¿A qué renunciaron ambas partes y dónde hubo puntos de
honor en los que ninguno cedió? ¿Cuáles fueron las garantías e incentivos que
se acordaron para que el franquismo entregara el poder y a cambio de qué? ¿O
acaso fueron unas condiciones impuestas unilateralmente y a la medida del
franquismo?
Hay que tener en cuenta que el motor de
la transición política está dentro del propio régimen. Son los sectores
sociales reformistas que tienen una visión más clara de la situación social y
política española y europea y que se dan cuenta de que a la muerte de Franco lo
sabio, lo prudente es evolucionar hacia un régimen democrático homologable a
los que había en los países europeos, de la Europa occidental, los que
promocionaban promueven ese cambio y tienen que negociar a varias bandas.
Por un lado, con las verdaderas fuerzas
democráticas, las que venían de afuera, las que estaban fuera del sistema. De
ellas la más importante es sin duda el partido de izquierda moderada, el
Partido Socialista Obrero Español, pero a la izquierda de este partido había
muchos otros partidos.
El principal de ellos, el más sólido
institucionalmente, era el Partido Comunista, y luego muchos otros pequeños
partidos, Organización Revolucionaria de Trabajadores, Liga Comunista
Revolucionaria, Partido del Trabajo, etc. Había muchos que estaban fuera, había
que negociar con todos ellos.
También partidos políticos de derechas,
pero que estaban fuera del sistema franquista, que se habían opuesto desde el
principio a Franco, en diversos partidos socialdemócrata, partidos de la
democracia cristiana o partidos liberales. Junto a eso, junto a esa
negociación, estos sectores reformistas tienen que negociar con sus propios,
los suyos propios, con las familias de las que ellos vienen, con los propios
sectores franquistas que no querían una evolución hacia un sistema democrático,
porque pensaban que iban a perder, su posición social y su posición de poder
dentro de España. Y estos sectores estaban, a su vez, apoyados por ciertos sectores
militares y, a su vez, apoyaban las intenciones de ciertos sectores militares
que querían parar por cualesquiera medios, incluida la violencia, el proceso de
transición.
En este contexto, la habilidad de los
sectores reformistas conduce a que sean las propias cortes franquistas las que
decidan, en un momento determinado, disolverse para dar luz a un parlamento
plural, una competición electoral en la que iba a participar todo el espectro
político que había ido apareciendo en España en el siglo XXI. A lo largo de los
últimos años. Y este es el gran éxito de la transición española, como de una
manera suave, gradual, naturalmente con sus altos y sus bajos, sus avances y
sus retrocesos, pero de una forma muy pacífica se llega a transformar la
sociedad de una forma sustancial, casi radical, sin que se produzca un proceso
de ruptura política. Sino a través de una reforma conducida por aquellos mismos
que representaban el régimen anterior.
¿En qué
aspectos hubo ruptura radical con el pasado franquista? ¿En cuáles otros
sectores los cambios se dieron como una transición paulatina y gradual? ¿Y en
qué ámbitos hubo continuismo del régimen franquista? ¿Qué tan amarrado dejó
Franco a los gobiernos democráticos que lo sucederían en el poder?
Hubo ruptura radical en el terreno de
las libertades, por un lado; y, en el de las instituciones por otro. España
pasó a ser un régimen liberal con libertad de asociación, libertad de
pensamiento, libertad de expresión, todos los partidos políticos fueron
admitidos, lo cual suponía una ruptura radical con el régimen anterior en que
solo el partido político del régimen, si se puede llamar así porque en realidad
era un movimiento ideológico, era el que estaba permitido. Y hubo sobre todo
ruptura radical institucional. Cuando se aprueba la constitución de 1978 que
abolió las siete leyes fundamentales que eran la constitución del régimen de
Franco.
Y hubo continuidad sobre todo en
términos sociológicos. Es decir, los franquistas pasaron de ser franquistas y
por lo tanto partidarios de un régimen dictatorial a ser demócratas conservadoras.
Lo hubieran sido durante Franco, si este no fuese un dictador. Es decir, eran
la misma gente.
Eran sobre todo posibilistas,
pragmáticos, pero salvo un reducido grupo que conocía bien el medio
internacional y sabía que la transición era necesaria, pues los demás no lo
tenían tan claro y seguían muy aferrados a Franco y a lo que había significado
Franco en España en los últimos 40 años.
Y seguían aferrados a aquello que dijo
Franco de que: “todo queda atado y bien atado”. Gracias a las
instituciones que había establecido y gracias a la monarquía. Pero en la
sucesión del rey Juan Carlos, se equivocó. Franco se equivocó. Tanto el rey
Juan Carlos como estos sectores reformistas a su muerte vieron que el país
tenía que cambiar. Y entre 1976 y 1978 poco a poco fueron desatándose los
distintos nudos que el régimen de Franco había atado.
El primero fue la ley de reforma
política de enero de 1977, aprobada en referéndum en ese año, que significó las
elecciones de junio de ese año. En lugar a esas elecciones, por primera vez
elecciones libres en España desde el año 1936. De manera que la
institucionalidad franquista fue sustituida por una constitución democrática
que, por cierto, sirvió de inspiración a muchas constituciones latinoamericanas
que vinieron después. Ese fue, sin duda, la mayor ruptura con el régimen
anterior.
Desde la
muerte de Franco: ¿Quiénes son los que
han establecido las reglas y procedimientos que han normado y regulado
el proceso de transición a la democracia? ¿En qué dimensiones de la vida
nacional se ha avanzado más en la re-institucionalización democrática del país?
A la muerte de Franco, la transición
hacia una democracia se planteó, diciéndolo en términos simplificados, entre
ruptura que defendían las fuerzas democráticas que estaban fuera de la
legalidad en ese momento, y la reforma, que defendían las fuerzas reformistas
del interior del régimen.
Es esta segunda opción la que acaba
triunfando, llevada de la mano por quien podemos considerar el ingeniero de la
transición española, que fue Torcuato Fernández Miranda, entonces el
presidente de las Cortes, que en triada, junto con el propio Rey Juan Carlos,
que fue el motor de todo, y el presidente Adolfo Suárez, impulsó un proceso de
transición que se caracterizó por esos términos que tantas veces pronunciaría
Torcuato Fernández Miranda, ir de la ley a la ley pasando por la ley. Él
que se conocía muy bien, porque era profesor de Derecho Político, las
instituciones del franquismo, defendía que las leyes del franquismo permitían
no solo la reforma, sino incluso su propia derogación, de manera que las
propias Cortes franquistas podían producir un aparato legislativo nuevo que
permitiera esa transición a la democracia.
Y bueno, sorprendentemente fue así.
Torcuato Fernández Miranda logró convencer a las Cortes franquistas, que debían
en un momento determinado, disolverse y dar paso a un nuevo modelo político,
convenciéndolas de que al final este nuevo modelo político iba a ser garantía
de la paz social, la paz política en España, y de su propio bienestar familiar
y personal.
¿En qué
consistió la Ley de Amnistía o Ley del Olvido? ¿Qué tipo de inmunidad concedió
la ley? ¿Qué faltas, delitos y crímenes quedaron impunes? ¿Hubo juicios, se
hizo justicia contra los responsables de violar derechos humanos y cometer
delitos de lesa humanidad?
La ley de amnistía de 1977 decía, en su
parte central, que se amnistiaban todos los actos de intencionalidad política
considerados delitos durante la dictadura. Afectaba a autoridades, funcionarios
y agentes del orden que hubieran cometido delitos o que hubieran violado los
derechos de las personas.
Incluía a todos, desde el principio,
desde el término de la guerra civil. Es decir, que esos principios de verdad,
justicia y reparación que suelen presidir estas regulaciones transaccionales,
esta justicia transicional que se ha hecho en determinadas circunstancias.
Estoy pensando, por ejemplo, en
Sudáfrica o en Colombia o en otras, realmente no tuvo lugar en España. En
España, en ese año, se perdonó todo, se quiso olvidar todo, tanto lo que venía
de la dictadura como los propios crímenes de organizaciones terroristas como
ETA, Grapo y organizaciones de ultraderecha.
¿En qué
consiste la Ley de Memoria Histórica y Democrática? ¿Cómo se definieron,
clasificaron y atendido el reclamo de las víctimas de la guerra civil y de la
dictadura? ¿Qué mecanismos se activaron para conocer y documentar la verdad de
lo ocurrido en los años? ¿A través de qué medidas se ha reparado a las víctimas
y sus familiares? ¿Cómo se rescata la memoria histórica para promover valores
ciudadanos de convivencia pacífica que eviten la repetición de la tragedia?
Las leyes de Memoria Histórica del año 2007 y de Memoria Democrática del año 2022 vienen a reparar los efectos
indeseables de ese borrón y cuenta nueva que significó la Ley de Amnistía de
1977. En particular para las víctimas del bando franquista, especialmente de la
represión franquista que hubo después de la guerra civil y que fue bastante
feroz.
Estas leyes, por un lado, tienen un
efecto general de eliminar definitivamente los restos de símbolos franquistas
que todavía existían en esos años en distintas partes del territorio nacional y
que glorificaban un pasado de violencia y de represión. Y por otro lado
atienden a aquellas víctimas cuyos familiares andaban solicitando desde hacía
tiempo el conocimiento de sus lugares de entierro a fin de poder llevar sus
huesos a una sepultura digna. Esto se hizo cavando las fosas comunes que
pulularon en España, como explicaba, durante la guerra civil e inmediatamente
después de la guerra civil.
Y otorgando pensiones a los dependientes,
viudas, hijos de militares caídos en la guerra civil y después en la represión
franquista. Y otro aspecto muy importante, devolviendo la nacionalidad a todos
aquellos que la habían perdido, como descendientes de los que emigraron de
España o salieron huyendo de España entre el año 1936 y, según la Ley de
Memoria Democrática, que amplía mucho su espacio hasta la propia Constitución
de 1978, por razones que de alguna forma tuvieran que ver con lo que significó
la tragedia de la guerra civil y la dictadura que vino después para numerosas
razones.
Con estas leyes se ha intentado poner en
valor precisamente la necesidad de concordia sobre la base de unos valores
comunes que no pueden ser otros que la tolerancia y el respeto.
Embajador,
hemos oído hablar del intento de Golpe de Estado que encabezó el teniente
coronel de la Guardia Civil, Antonio Tejero. ¿Nos gustaría saber si la
transición española ha sido un proceso estable, sin marchas y contramarchas, o
tuvo sus momentos de sobresalto que hicieron tambalear la vuelta a la
democracia? ¿Cuáles fueron los episodios de mayor incertidumbre?
El proceso de transición española fue
bastante estable. En los primeros años hubo muchos momentos de incertidumbre,
hubo momentos de verdadera angustia social. Recordemos también que, en esos
años, la banda terrorista ETA acentúa sus acciones en un intento claro de
desestabilización y de tumbar el proceso democrático español. Pero, en términos
generales, creo que el saldo fue de una relativa estabilidad. Naturalmente,
hubo subversiones. Hubo sus momentos difíciles, sus marchas y contramarchas,
pero, en general, había una confianza social y política en que el proceso
culminaría felizmente como así sucedió.
Quizá los dos momentos más difíciles
para ese proceso de transición fueron la legalización del Partido Comunista en
la primavera, en la Semana Santa del año 1977, y el intento de golpe de Estado
de Tejero en 1981. La legalización del Partido Comunista generó una crisis
grande, por lo que suponía de desprecio y de pasarse por encima una de las
condiciones que habían puesto los militares, que era que jamás se legalizaría
el Partido Comunista. Una condición que el entonces presidente Adolfo Suárez
había aceptado. Suárez pronto vio que el proceso no iba a quedar completo si no
se legalizaba con el Partido Comunista. No iba a haber una pluralidad completa.
El Partido Comunista, además, dentro de la izquierda española, tenía mucho
renombre, estaba bastante extendido, tenía una buena institucionalidad y
demostró, por otra parte, una gran responsabilidad en todo el proceso de
transición.
Pero, en fin, este momento, el de la
legalización del Partido Comunista, creó una crisis grande. Generó un estremecimiento
grande en la estructura militar española que repercutió en la estabilidad
política y, claramente, hubo ahí un peligro bastante cierto, de poder tener una
marcha atrás. De hecho, este es uno de los elementos que se van acumulando a
otros y que conducen, finalmente al intento de golpe de estado de Milán del
Bosch y Tejero en el 23 de febrero del año 1981. Un golpe de estado que,
afortunadamente, duró muy poco. Fue la toma de las Cortes por Tejero. Duró muy
poco gracias a que el propio rey Juan Carlos, vestido de capitán general de los
ejércitos, intimó a los líderes de la conspiración para que depusieran las
armas y respetaran la democracia.
¿Cuánto
queda todavía de la cultura franquista? ¿Hay partidos políticos o movimientos
sociales que reivindican el legado franquista? ¿Cuáles son los vestigios y
reminiscencias del régimen franquista que es necesario erradicar para lograr la
restauración plena de la democracia española?
De la cultura franquista actualmente yo
diría, simplificando, pero básicamente ateniéndome a la verdad, pues que no
queda nada.
Es verdad que ha surgido en los últimos
años un partido que reivindica de alguna manera el legado franquista, que tiene
un apoyo popular notable, que es Vox, pero este apoyo popular hacia este
partido, que es verdad que es un partido muy conservador y que tiene una mirada
hacia el pasado, pero no porque quiera hacerlo presente, sino como manera de
protesta contra distintos aspectos de la política actual que no les gusta.
Es una ultraderecha homologable a otras
ultraderechas europeas que, en principio, no tenemos que pensar que quieren la
instauración de un régimen fascista, de un régimen sin libertades, con
persecuciones políticas, lo que definió aquellos regímenes y lo que definió al
régimen franquista, que era una dictadura durísima, sino que tiene que ver con la
protesta hacia determinadas condiciones y situaciones en las sociedades
europeas de este siglo XXI.
De manera que no es que haya que superar
ninguna reminiscencia franquista para la recuperación plena de la democracia
española. Antes he dicho que, según estos índices que manejan varias universidades
del mundo e instituciones que se dedican al estudio de las situaciones
políticas y de las democracias en el mundo, España está en ese puñado
privilegiado de democracias plenas que no llegan más allá de 24, me parece,
según el último conteo.
Y ya para
finalizar esta interesantísima conversación con el Embajador de España en
Venezuela, Dr. Ramón Santos, quisiéramos preguntarle, ¿Cuál cree usted que fue
el costo más importate que tuvo que pagar la sociedad española para recuperar
la democracia y la alternabilidad en el poder?
La sociedad española había desarrollado
en los últimos 10-12 años una clase media bastante extendida, que incorporaba
un cambio importante en su situación económica y en su mentalidad, tanto en la
mentalidad social como en la mentalidad individual, en el juicio sobre las
conductas de los individuos. Era una sociedad que se había ido haciendo
progresivamente más tolerante, más abierta y que estaba preparada para una vida
democrática. De hecho, las semillas de la democracia florecieron en esa
sociedad inmediatamente y prosperaron de una manera, en una manera muy
llamativa y que fue ejemplar para muchas otras sociedades.
El precio que hubo que pagar fueron esos
años de angustias, de incertidumbres, de no saber al final cuál iba a ser la
desembocadura de todo ese proceso, en el cual estaban todas las fuerzas
políticas de acuerdo y la mayor parte de la sociedad.
Y luego, más tarde, y estoy hablando
como 20 años después de haberse producido la transición, pues empieza a
considerarse que en ese proceso no hubo, como si ha habido en otros procesos,
ese descubrimiento, intentos por descubrir la verdad y hacer justicia y hacer
reparación a las víctimas de la guerra y, sobre todo, más que a las víctimas de
la guerra, a las víctimas de la represión. Esto lo intentaron hacer la Ley de Memoria
Histórica y la Ley de Memoria Democrática.
Este quizás es un coste que apareció
bastantes años después. Lo que quiero resaltar es la sintonía, la casi
unanimidad que se reflejó en la aprobación de la Constitución, de 1978, que
había en toda la sociedad española en cuanto al proceso de transición. Lo que
demuestra este proceso es precisamente que sociedades que salen de una
situación de conflicto pueden asentar sobre las bases del diálogo, de la tolerancia
y del perdón, una sociedad en paz, mucho más amigable, sin resentimientos, que
no se bloqueen a nadie, que crecen adelante, que crecen rápido, y que se tolera
y que se respeta.
Hoy en día, la sociedad española tiene
muchos otros desafíos, algunos muy graves, quizás tan graves como los que tuvo,
entonces en 1975, en aquellos años de la transición, pero en aquellos años hay
que decir que esa unanimidad de la sociedad española en torno a la necesaria
transición democrática, dio a la luz uno de los periodos de mayor bienestar
económico y mayor bienestar social también, en el sentido de una sociedad que
se ha reconciliado consigo misma y que se quiere a sí misma.
Víctor Álvarez R.
Director de Pedagogía
Económica y Electoral
No hay comentarios:
Publicar un comentario