Contenido
1. Claves para un Pacto de Convivencia Pacífica
1.1 Reconocimiento
y respeto mutuos
1.2 Del
revanchismo y la persecución a la complementación y cooperación
2. Conformación de un
Gobierno de Coalición
2.1 Concertación
del Programa de Reformas Económicas
2.2 Concertación
de Programas Compensatorios al impacto social de las medidas de ajuste
3. Reinstitucionalización
de los poderes públicos
3.1 Renovación
del CNE con rectores imparciales para asegurar un arbitraje institucional
3.2 Renovación
del TSJ para evitar maniobras que impugnen resultados electorales
3.3 Renovación
de la CGR para impedir inhabilitaciones administrativas
3.4 El
papel de la FANB como garante del resultado electoral
4.1 Rehabilitación
de candidatos, liberación de presos políticos, retorno de exiliados
4.2 Amnistía
por delitos políticos y garantía de derechos al sector que resulte derrotado
4.3 Justicia
transicional para violaciones a DDHH y delitos de lesa humanidad
5. El papel de la
comunidad internacional
5.1 Observación
internacional de todo el proceso electoral
5.2 Levantamiento
de sanciones económicas
1.
Claves para un Pacto de
Convivencia Pacífica
Si la derrota electoral se convierte en una tragedia de
persecuciones, juicios y condenas, el gobierno se aferrará al poder y en
Venezuela no habrá elecciones competitivas ni alternabilidad en el mando
político. El chavismo no va a
dejar correr en la carrera presidencial a quien lo amenace con convertirse en
su verdugo. Esto explica la arriesgada apuesta del gobierno de suspender
los efectos de la Primaria presidencial de la Plataforma Unitaria, de negarse a
inscribir la candidatura presidencial de María Corina Machado, y de mantener
las persecuciones y encarcelamientos contra dirigentes de la oposición, a
riesgo de que la OFAC reactive las sanciones. Si su derrota electoral se
convierte en un calvario, el gobierno hará todo lo posible a través de los poderes públicos
que controla para inducir la división y abstención de la oposición, y así
convertir en mayoría su precario apoyo electoral.
Los acuerdos para mejorar las condiciones electorales son necesarios
para la oposición pero no son suficientes para el gobierno. Por lo tanto, los Acuerdos Parciales
de Barbados deben ser complementados con un Acuerdo de Convivencia Pacífica
que garantice los derechos políticos de los actores en pugna, tanto de la
oposición como también de los que están en el gobierno, en caso de que pierdan las
elecciones y tengan que entregar el poder.
Cerrar
la vía electoral y pacífica abonaría el terreno para salidas violentas e
insurreccionales que pueden desembocar en un golpe de estado o en una
intervención extranjera que llevaría a pagar un alto costo humano que es
necesario evitar. Las heridas y afanes de venganza que quedan son muy difíciles
de sanar, tal como lo demuestran los procesos de paz en varios países de
América Latina.
Por otra parte, los cambios políticos no garantizan los
cambios económicos que el país necesita.
El nuevo gobierno
recibirá un país empobrecido con graves desequilibrios macroeconómicos y
debilidad institucional, lo cual requerirá la aplicación de drásticos
correctivos. Estas medidas no suelen ser bien recibidas y generan
resistencia. Para evitar que al cambio político le siga una ola de protestas y crisis
de gobernabilidad, lo mejor para el interés nacional sería que los
factores en pugna acuerden un Pacto de Convivencia Pacífica en torno a un
proyecto de unidad nacional.
Para desarrollar de forma más concreta y específica el contenido de un Pacto de Convivencia Pacífica, en las páginas siguientes intentaremos responder a las siguientes preguntas:
·
¿Cuáles serían los principios rectores de un acuerdo de
gobernabilidad en el que los actores en pugna dejen de verse como enemigos y
pasen a ser aliados en un gran proyecto de reconstrucción nacional?
·
¿A qué deberían comprometerse las partes en conflicto, qué
derechos y garantías deben reconocerse mutuamente y qué amenazas deben dejar de
hacerse?
·
¿Quiénes negocian y firman el Pacto y cuál sería su forma
legal? ¿Debería constitucionalizarse?
·
¿Cuáles serían los mecanismos para hacerle seguimiento y
quiénes serían los garantes?
·
¿Qué otros aspectos claves no pueden faltar en un Pacto de
Convivencia Pacífica?
1.1
Reconocimiento y respeto
mutuos
La crisis económica y social que azota a los venezolanos tiene en la
crisis política una de sus principales causas. Las élites políticas han sido
incapaces de ponerse de acuerdo para sacar el país adelante, no se reconocen ni
respetan. Son rivales políticos pero se tratan como enemigos. Venezuela
está cansada de la polarización y violencia política, está harta de una
dirigencia que apuesta a exterminarse, al todo o nada, al ganador se lo lleva
todo. El país descontento con el gobierno y la oposición necesita un líder que
sea capaz de llamar al reencuentro y la reconciliación nacional, en vez de
profundizar la división y enfrentamiento entre venezolanos.
Venezuela necesita un acuerdo político que -en vez de esperar la
rendición incondicional del otro-, más bien convierta en aliados a los antiguos
rivales y enemigos políticos, en a una fórmula incluyente de convivencia
pacífica y cogobierno. La solución del conflicto político
venezolano no puede ser el exterminio del contrario. Los “todo o nada” no están
solo en la oposición, cada lado tiene factores perturbadores que no están
dispuestos a reconocer al contrario ni a darles las garantías básicas para
destrancar el juego y permitir una solución electoral y pacífica del problema
venezolano.
La
mejor vía para lograr una solución pacífica del conflicto venezolano es
reconociendo al contrario y sentándose a dialogar y negociar hasta lograr un
entendimiento que se puede concretar a través de un Pacto de Convivencia
Pacífica que abra paso a un Gobierno de Coalición.
1.2 Del revanchismo y la persecución a la complementación y cooperación
Según el nivel de aceptación que recibe
en diferentes encuestas, habilitar a María Corina Machado (MCM) equivale a permitir su triunfo electoral, cuyo grito de “vamos hasta el final” es interpretado por el chavismo
como la inevitable ola de
persecuciones, revanchismos y venganzas que sufrirá, en caso de perder el poder. En una reciente entrevista[1] -concedida después de que el
régimen de Maduro dictara auto de detención contra sus colaboradores más cercanos
a quienes acusan de terrorismo, traición a la patria y lavado de
criptoactivos-, MCM dijo que le han creado una imagen de monstruo que no
tendrá piedad con sus rivales y enemigos. Para suavizar esta imagen, en la misma entrevista planteó un gran acuerdo para convocar a
venezolanos de todos los sectores que piensan distinto, “incluyendo a los chavistas que votaron por mí para que yo ganara”.
Pero eso no incluye a Maduro, su régimen ni al chavismo como
fuerza política.
Juan Guaidó le propuso a
Nicolás Maduro un Acuerdo de Salvación
Nacional, pero no lo hizo desde
una posición de fuerza sino de debilidad, cuando ya le habían dividido la
Asamblea Nacional (AN) y el gobierno interino estaba cada vez más cuestionado
por su inoperancia y escándalos de corrupción. Si Guaidó le hubiese planteado a Maduro un Acuerdo Nacional en los primeros meses
de 2019, cuando recibió un explícito respaldo internacional y disfrutaba de
gran nivel de popularidad, habría ofrecido incentivos a Maduro para compartir
el poder en torno a una agenda de interés nacional. Pero apostó a profundizar la
crisis con la expectativa de provocar un estallido popular que sacara a Maduro
del poder: lo
único a negociar con Maduro era cuándo y cómo se llevaría a cabo su salida del
poder o el color del uniforme en la cárcel donde pagaría su condena.
Pero
aquella estrategia de máxima presión, de la amenaza creíble con sanciones
internacionales y poder dual fracasó. El cambio político no se logró con el
experimento de poner a funcionar dos Asambleas Nacionales, dos Tribunales
Supremos de Justicia, dos Presidentes de la República. MCM
también ha dicho que lo que va a negociar con Maduro es su
salida y no su quedada. Sin embargo,
el fracaso del cese de la usurpación deja como lección que no se puede perder la
capacidad de negociación que otorga una posición de fuerza.
El clamor nacional vería con buenos ojos la firma de un Pacto de Convivencia Pacífica basado en los siguientes principios rectores:
2.
Conformación de un Gobierno
de Coalición
Experiencias exitosas de
transiciones políticas en el mundo han comenzado por un período de coexistencia
y cogobierno entre las fuerzas políticas en pugna. Ambos polos no sólo fueron
parte activa de esas transiciones sino que luego terminaron integrando los
nuevos gobiernos que resultaron de las elecciones. El caso chileno
es paradigmático, cuando la voluntad popular se manifestó a favor de las
elecciones, las élites militares y políticas que controlaban el gobierno de
Pinochet decidieron emprender un proceso de democratización.
El nuevo gobierno tendría que aplicar las medidas de
ajuste económico justo antes de las elecciones parlamentarias, gobernadores y
alcaldes previstas para 2025, con el riesgo de pagar el costo
político-electoral que estas medidas suelen generar, y perder así buena parte
de estos espacios de poder que necesita para poder gobernar. Recordemos que un
nuevo gobierno tendría que coexistir con una Asamblea Nacional y la mayoría de
las gobernaciones y alcaldías que se mantendrán bajo el control del chavismo,
con el cual tendría que tratar de entenderse, en vez de seguir viéndolo como un
enemigo a exterminar. De lo contrario, el nuevo gobierno quedaría entre la
espada y la pared, porque si no aplica los correctivos económicos prolongaría
los problemas de escasez e hiperinflación, defraudando las expectativas de
cambio, y si las aplica generaría un impacto social y pagaría el costo político
en las Megaelecciones de 2025. Por lo tanto, un cambio político no es garantía
de cambio económico ni de gobernabilidad, ni de paz social.
En el marco del Pacto de Convivencia Pacífica, las
partes en conflicto están llamadas a conformar un Gobierno
de Coalición, compartiendo los costos y méritos que se puedan
generar de las medidas de ajuste económico y reformas institucionales que sean
necesario realizar para facilitar la gobernabilidad poselectoral. Por eso, este
Pacto tiene que acordarse antes de la fecha de la elección. Así, quien
finalmente resulte electo no heredará una bomba de tiempo económica y social,
sino una economía saneada, un Estado reinstitucionalizado y una sociedad
desarmada que se pueda gobernar.
Esto implica la incorporación de la oposición al
actual gobierno, y luego la incorporación al nuevo gobierno de quien finalmente
quede en la oposición. En el escenario de un cambio en el mando político, la
participación del chavismo en un nuevo gobierno de coalición será mucho más viable si Nicolás Maduro incorpora a la oposición a su gobierno, antes de las elecciones. Esta fórmula
facilitará el respaldo y continuidad del programa de reformas económicas e
institucionales que gobierno y oposición pactaron en el marco de un Gobierno de
Coalición, contribuyendo así a facilitar la gobernabilidad poselectoral. Quien finalmente quede en la
oposición, está llamado a ofrecer un respaldo crítico y propositivo a las
medidas urgentes y drásticas que se requieren, en vez de atizar un clima de
protestas y conflictividad que puede hacer ingobernable al país.
2.1 Concertación del Programa de Reformas Económicas
El
nuevo gobierno recibirá un país con graves desequilibrios macroeconómicos que
contraen la producción y generan inflación:
Recibirá
una industria petrolera en ruinas y, sin recursos financieros, tendrá que
buscar alternativas para reconstruir Pdvsa. Esto pasa por deslastrarla
del enorme peso que significa cargar con responsabilidades que nada tienen que
ver con las funciones medulares de exploración, extracción, refinación y
comercialización de crudos, que es donde la compañía se tiene que enfocar.
Aliviarle esta carga a Pdvsa implica sincerar una pesada nómina de trabajadores
que se resistirán a perder su empleo si no se les ofrece una alternativa.
También será necesario iniciar un profundo proceso
de reestructuración de toda la administración pública para fusionar y reducir
el exagerado número de ministerios, liquidar entes públicos inoperantes y
desestatizar empresas públicas que terminaron quebradas por la corrupción. Todo
esto implica una considerable reducción
de las abultadas nóminas públicas.
El
nuevo gobierno tendrá que hacerle frente al grave deterioro de los servicios
públicos de agua potable, electricidad, gas doméstico, telecomunicaciones y
escasez de combustibles, deterioro de la infraestructura vial; heredará una
enorme deuda social en un país en el que los sistemas públicos de educación y
salud están colapsados. Para aliviar el déficit fiscal y erradicar su
financiamiento con emisiones de dinero inflacionario tendría que sincerar las
tarifas y generar ingresos propios que permitan el mantenimiento y
repotenciación de estos servicios públicos, lo cual genera mucho malestar y
resistencia en un país empobrecido donde el ingreso familiar no alcanza para
comprar la canasta alimentaria, mucho menos para pagar todos los servicios. .
Por si fuera poco, tendría que iniciar un duro y no
siempre rápido proceso de renegociación de la deuda externa. Honrar esos
pasivos es crucial para proteger los activos de la República en el exterior que
pueden ser rematados para pagar indemnizaciones por expropiaciones, así como cuentas
pendientes a socios, acreedores y proveedores.
Por el impacto económico y social que ocasionan, las
medidas necesarias para corregir esta problemática no suelen ser bien recibidas
por los hogares, empresas e instituciones. El gobierno de turno la aplica a
cuenta gotas o las pospone, por temor al costo político que puede pagar en el
próximo proceso electoral. Para evitar que al cambio político le siga una ola
de protestas y crisis de gobernabilidad, lo mejor para el
interés nacional es que los factores en pugna acuerden un Programa de Reformas
Económicas que se comprometen a apoyar y continuar, en el marco de un Gobierno
de Coalición derivado del Pacto de Convivencia Pacífica.
2.2 Concertación de Programas Compensatorios al impacto social de las
medidas de ajuste
Familias
completan huyen del hambre en una incesante diáspora que no tiene precedentes.
La desesperación nacional le exigirá a un nuevo gobierno resultados concretos
en los primeros 100 días de gestión. De lo contrario, el país otra vez se
sentirá defraudado y el nuevo presidente y su gobierno rápidamente habrán perdido su credibilidad. Y
una población cansada de tanto esperar y nuevamente defraudada finalmente
puede explotar. Lo que está en juego no es la viabilidad de un gobierno sino la
paz de Venezuela. Superar la emergencia humanitaria pasa por superar los graves
problemas de escasez, hiperinflación e inseguridad que azotan al país.
A las medidas de ajuste suele atribuirse un impacto social y un costo
político que termina dando al traste con los gobiernos que las aplican. Los
sectores más vulnerables protestan cuando se recarga sobre sus bolsillos el costo del
ajuste. El creciente descontento social aborta las reformas económicas y
desemboca en el reemplazo del gobierno que impulsó las mismas. Recordemos lo
que le pasó a Macri en Argentina, a Lenin Moreno en Ecuador y la ola de
protestas en Colombia que desencadenó la reforma tributaria que intentó Duque.
Javier Milei enfrenta un riesgo semejante con el drástico ajuste que piensa
llevar a cabo en Argentina. En Venezuela, la viabilidad económica de una
transición política, sin marchas y contramarchas, tiene que mirarse en el
espejo de esos países.
El costo de
reactivar la economía y vencer la inflación no puede ser recargado sobre los
hombros de los sectores más vulnerables. El chavismo en la oposición sería implacable
y desataría una ola de protestas que dificultarían la gobernabilidad
poselectoral. El Pacto de
Convivencia Pacífica, a través de la gestión del Gobierno de Coalición, debe
contemplar las medidas de protección social para compensar los efectos no
deseados de las medidas económicas de ajuste. A medida que armonicen los objetivos
económicos y sociales, las familias, empresas e instituciones venezolanas
comenzarán a sentir que el Pacto de Convivencia Pacífica a través de un
Gobierno de Coalición ha comenzado a dar resultados concretos para superar la
problemática que las afecta. Y un proceso electoral, en un contexto de baja
inflación, reactivación económica, empleo estable y mejor remunerado, abundancia
de alimentos y medicinas, será más difícil manipular con dádivas y prebendas a
la clientela electoral.
3.
Reinstitucionalización de los
poderes públicos
Si su derrota
electoral se convierte en una cacería de brujas contra el chavismo, el gobierno
hará todo lo posible a través de los
poderes públicos que controla para inducir la división y abstención de la
oposición, y así convertir en mayoría su precario apoyo electoral. Un Pacto de Convivencia Pacífica pasa por
reinstitucionalizar los poderes públicos que han sido colonizados y controlados
por el Gobierno, lo cual comienza por la renovación del CNE, el Tribunal
Supremo de Justicia (TSJ) y la Contraloría General de la República (CGR), y así
poder convocar las próximas elecciones con independencia de poderes,
condiciones electorales a tono con los estándares internacionales, y
observación internacional.
3.1 Renovación del CNE con rectores imparciales para asegurar un
arbitraje institucional
Lo ideal sería que las elecciones fuese organizadas
y dirigidas por un árbitro imparcial, con rectores del CNE reconocidos por su
capacidad técnica prestigio e imparcialidad, que dejen de ser cambiados por el
gobierno cuando no responden a sus directrices. Con la designación de un nuevo
presidente del CNE con un perfil espanta votos que viene de dirigir la
Contraloría que inhabilitó a Juan Guaidó, Freddy Superlano y María Corina
Machado, el oficialismo busca que la oposición retroceda a sus viejos
argumentos de no medirse en unos comicios con un árbitro parcializado con el
gobierno.
El oficialismo se esmera en generar dudas sobre el
poder electoral para recrudecer la abstención que lo ponga a ganar. En el
reciente referendo consultivo sobre El Esequibo, el Consejo Nacional Electoral
(CNE) anunció que participaron 10,4 millones de votantes que no se vieron en
los centros de votación, pero tampoco publicó las actas para comprobar si
realmente hubo tan nivel de participación. Lo mismo ocurrió en las elecciones
de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC). No olvidemos la declaración del
Director Ejecutivo de Smartmatic cuando admitió que el software había sido
manipulado para afectar el dato de participación agregando 1 Millón de votos
fantasmas. Esta falta de confianza en el poder electoral hace presumir que en
las Presidenciales de 2024 el oficialismo podría inflar los números a favor de
su candidato.
El régimen tiene claro el enorme rechazo que
sufre entre los electores y para conjurar la amenaza de ser barrido en las próximas
elecciones necesita un árbitro electoral que luzca parcializado y subordinado a
los intereses del gobierno. Lo que más le interesa al oficialismo es
atizar la desconfianza en el voto y
aumentar la apatía electoral. Tiene claro que no cuenta
con la mayoría popular. Su caudal de votos ha mermado elección tras elección. Con
más del 75º% del electorado en contra de la gestión del gobierno, no participar
apelando a la designación de un árbitro parcializado o alegando falta de
condiciones electorales, es más un pretexto de quienes temen no poder
inscribirse por estar inhabilitados o caer derrotados si se presentan otra vez
divididos por no haber sido capaces de subordinar al interés nacional sus
intereses políticos particulares y sus ambiciones personales.
Los partidos de la oposición argumentan
que no se puede competir en tan desventajosas condiciones, con un árbitro
electoral parcializado, sin actualizar el registro electoral para que se
inscriban los jóvenes y puedan votar los venezolanos en el exterior, con
electores a los que se les cambian sus centros electorales para que no puedan
votar, sin garantías de que se realizarán todas las auditorías y se publicarán
las actas de votación. La
mayoría de los precandidatos de la oposición catalogan al gobierno de Venezuela
como un régimen autoritario, como una dictadura y, sin embargo, esperan de ese
régimen condiciones electorales a tono con los estándares internacionales. Bajo
un régimen autoritario no hay que esperar elecciones libres ni competitivas. A
una dictadura no se le piden elecciones libres y limpias, se le enfrenta en
desventaja y en las peores circunstancias, con base en la organización y movilización
de la inmensa mayoría que quiere un cambio en el mando político por la vía
electoral y pacífica.
3.2 Renovación del TSJ para evitar maniobras que impugnen resultados
electorales
Se requiere un
Tribunal Supremo de Justicia que no se preste a maniobras para impugnar
resultados electorales, judicializar e intervenir partidos políticos, e
inhabilitar candidatos. En el “Procedimiento
para la revisión de las medidas de inhabilitación” que impide a varios
precandidatos postularse a las elecciones presidenciales de 2024: “Cada uno de los interesados acudirá
personalmente ante la Sala Político Administrativa del TSJ para ejercer el
recurso contencioso administrativo que corresponda contra la medida de
inhabilitación dictada por la Contraloría General de la República, acompañada
de una solicitud de amparo
cautelar”. Cada uno de los interesados asume el compromiso de:
Respetar la Constitución y las leyes.
Cumplir con el deber de honrar y defender a la
patria, sus símbolos y valores culturales; resguardar y proteger la soberanía,
la nacionalidad, la integridad territorial, la autodeterminación y los
intereses de la Nación, recogido en el artículo 130 de la Constitución.
Acatar en el marco constitucional la decisión del
Tribunal Supremo de Justicia que emane de este recurso.
Rechazar cualquier forma de violencia en el
ejercicio político, así como cualquier tipo de acciones que atenten contra la
soberanía, la paz y la integridad territorial de Venezuela.
Vale recordar que en Venezuela no
hay autonomía de los poderes públicos y el Poder Judicial es funcional al Poder
Ejecutivo.
3.3 Renovación de la CGR para impedir inhabilitaciones administrativas
Al
frente de las instituciones públicas deben quedar ilustres venezolanos,
reconocidos por su imparcialidad y neutralidad. Elvis Amoroso -ex diputado del
PSUV- ejerciendo el cargo de Contralor de la República inhabilitó a Juan
Guaidó, Freddy Superlano y María Corina Machado. Luego fue designado como presidente
del CNE en el marco de una estrategia claramente concebida para generar
desconfianza en el poder electoral y exacerbar la apatía y abstención electoral
que convierta en mayoría el decadente caudal electoral del oficialismo.
Es necesaria una
Contraloría General de la República (CGR) que no se preste a maniobras para impugnar resultados electorales,
judicializar e intervenir partidos políticos, e inhabilitar candidatos
potencialmente ganadores o que resulten incómodos para el gobierno.
3.4 El papel de la FANB como garante del resultado electoral
Un
Pacto
de Convivencia Pacífica debe dejar claro el papel que le corresponde cumplir a la Fuerza Armada
Nacional Bolivariana (FANB) en el proceso de transición. No basta que la
Constitución y la Ley establezcan que la FANB no es deliberante y está
subordinada al poder civil, porque la opinión pública nacional e internacional
sabe muy bien el grado de poder económico que tiene, así como la identificación
política que muestra con el chavismo. En vez de execrar y perseguir a los
mandos militares, a la FANB como institución hay que ofrecerle incentivos para
que garantice el respeto al resultado electoral y respalde la alternabilidad en
el mando político.
Para que no se
trunque la solución electoral y pacífica del conflicto venezolano hay que
bajarle el volumen a los gritos y tambores de guerra que empiezan a sonar al calor del
reclamo histórico del Esequibo
como territorio que pertenece a la nación. En el caso argentino, el gobierno militar
intentó conjurar la rebelión interna buscando un enemigo externo, razón por la
cual inició la Guerra de Las Malvinas que ganó Gran Bretaña y provocó la
convocatoria a unas elecciones presidenciales en Argentina. El gobierno de Maduro intenta crear un
espíritu de unidad nacional en torno al reclamo histórico del Esequibo, pero la Fuerza
Armada Nacional Bolivariana (FANB) no está en capacidad ni se les nota
dispuestas a intentar una confrontación bélica con Guyana, que cuenta con el apoyo del Reino Unido y
de EEUU..
4.
Garantías políticas
El chavismo no va a
dejar correr en la carrera presidencial a quien lo amenace con convertirse en
su verdugo. Esto explica la arriesgada apuesta del gobierno de suspender
los efectos de la Primaria presidencial de la Plataforma Unitaria y de negarse
a inscribir la candidatura presidencial de María Corina Machado, a riesgo de
que la OFAC reactive las sanciones.
La alternabilidad en el poder será posible si se garantizan los derechos
políticos de los actores en pugna, no solo de la oposición, sino también de los
que están en el gobierno, en caso de que pierdan y tengan que entregar el
poder. Estas garantías políticas
pueden requerir una reforma constitucional para que el ex Presidente de la
República y el candidato que resulte perdedor sean designados como diputados
con inmunidad parlamentaria por delitos políticos durante un período de diez años o incluso vitalicio. Se
trata de bajar los costos de salida -sin amenazas de persecuciones, juicios y
cárcel- para que el chavismo esté dispuesto a medirse en unas elecciones
competitivas que faciliten la alternabilidad en poder por la vía electoral y
pacífica.
4.1 Rehabilitación de candidatos, liberación de presos políticos, retorno
de exiliados
La clave para
convocar unas elecciones competitivas que faciliten la alternabilidad en el
poder, radica en la rehabilitación de los candidatos, la liberación de los
presos políticos y el retorno de los exiliados, a cambio de un Pacto de Convivencia Pacífica que evite
las persecuciones, juicios y encarcelamientos de los actores políticos en
pugna, incluyendo
a los líderes de la oposición que serían acusados, enjuiciados y condenados por
traición a la patria por haber promovido internacionalmente el reconocimiento
de un gobierno interino, solicitado sanciones económicas contra Venezuela y
haber invocado una intervención externa
a través del TIAR.
4.2 Amnistía por delitos políticos y garantía de derechos al sector
que resulte derrotado
Todo aquel dirigente
político o precandidato o precandidata a presidente, diputado, gobernador o
alcalde que hayan solicitado sanciones económicas contra Venezuela, invocado una
intervención militar externa a través del TIAR, promovido nacional e
internacionalmente el reconocimiento de un gobierno paralelo, apoyado el
intento de golpe militar, respaldado la prolongación de funciones de la AN2015,
TSJ en el exilio, de haberse pronunciado a favor del aislamiento internacional,
la máxima presión y la amenaza creíble contra Venezuela, está acusado de traición
a la patria y violencia política. La amnistía por delitos políticos es un punto
clave para concretar el Pacto de Convivencia Pacífica.
Mejorar
las condiciones electorales es parte de un proceso de negociación -previo al
proceso electoral- que solo puede avanzar si se aborda el tema de las garantías
políticas a quien resulte perdedor. El chavismo también teme que lo proscriban como movimiento político
y no pueda participar en ningún tipo de elección.
4.3 Justicia transicional para violaciones a DDHH y delitos de lesa
humanidad
Otro
tema clave para la reconciliación, el reencuentro y el perdón que hagan posible
una convivencia pacífica tiene que ver con el sensible tema de la justicia
transicional para el tratamiento de crímenes relacionados con la violación de
derechos humanos y delitos de lesa humanidad.
Las salidas para la crisis venezolana van desde la que logró Pinochet,
cuando aseguró seguir al mando del Ejército y ser designado como senador
vitalicio, hasta el clásico exilio de los gobernantes derrocados. No negociar
puede llevar a que Maduro se aferre al poder por un tiempo indefinido o -en el
otro extremo-, a una rendición incondicional que lo obligaría a enfrentarse a
la justicia internacional, en cuyos tribunales seguramente sería condenado sin
contemplaciones por violaciones de derechos humanos y crímenes de lesa
humanidad de los que se le acusan a él y a los funcionarios de su gobierno. En
este contexto, la solución menos traumática para el oficialismo es negociar la
protección de sus derechos políticos y un proceso de justicia transicional, a
cambio de unas condiciones electorales básicas que permitan que la ciudadanía
sea la que decida quien quiere que lo gobierne.
Todo
esto como expresión de un gran acuerdo nacional que permita avanzar hacia el
esclarecimiento de la verdad, la justicia y reparación de daños a las víctimas,
la no repetición de la tragedia, el perdón, la reconciliación y el reencuentro
de la Nación venezolana, a fin de retomar la paz política, la senda del
crecimiento económico y del bienestar social.
5.
El papel de la comunidad
internacional
En vez de reimponer o endurecer las sanciones internacionales
-que serían un tiro de gracia para lograr unas elecciones competitivas-, lo que
hay que ampliar son los incentivos internacionales para firmar un Pacto de
Convivencia y conformar un Gobierno de
Coalición con la incorporación de la oposición y garantías políticas de que
los perdedores no serán perseguidos, siempre y cuando apoyen las medidas de
ajuste para sanear la economía, la reinstitucionalización de los poderes
públicos y avanzar en el desarme de los
colectivos y las milicias.
El Gobierno de Coalición
se puede conformar antes de las Presidenciales de 2024 si la mediación internacional
lo acompaña y apoya con la flexibilización de las sanciones, el
refinanciamiento de la deuda y la reinserción de Venezuela a los mercados
financieros internacionales e inversiones extranjeras para reactivar
la producción nacional.
El país y la comunidad internacional podrán
apreciar con claridad los avances y ventajas de una solución negociada, en
comparación con las consecuencias negativas del deterioro de las condiciones
electorales, la intensificación de la represión política y el recrudecimiento
de las sanciones. El proceso de negociación dejará de ser una maniobra del
gobierno para ganar tiempo. Así se contribuirá también a bajar el volumen y
des-radicalizar el discurso de la polarización política, en función de crear un
clima de creciente entendimiento nacional.
El
seguimiento de los acuerdos y la solución de controversias se pueden hacer con
apoyo de organizaciones nacionales e internacionales imparciales, con conocimiento
y experiencia técnica en cada área. Esto generará una creciente confianza entre las
partes, bajarán las tensiones y se crearán mejores condiciones para celebrar
unas elecciones Presidenciales y Megaelecciones limpias y transparentes, a tono
con los estándares internacionales. Y finalmente, quien resulte ganador,
recibirá una economía saneada, un país reinstitucionalizado, desarmado y
pacificado en el que no será necesario aplicar drásticas medidas que generen
malestar social, decepción y desilusión, prolongando la crisis de
gobernabilidad.
5.1 Observación internacional de todo el proceso electoral
La observación nacional e internacional a lo
largo de todo el proceso electoral, y no solo del acto final de votación, es
una condición electoral básica para refrendar y certificar que se realizaron
unas elecciones libres y transparentes. En este sentido, es
necesaria una observación
internacional, garante de la transparencia de todo el proceso electoral y no
solo de la votación, lo cual incluye las condiciones para la postulación de
candidatos, el financiamiento de la campaña electoral y el no uso de los
recursos públicos para promover candidatos.
La
observación internacional tiene que comenzar desde el mismo momento en que se convocan las elecciones, verificando que la
fecha sea mutuamente convenida y no cuando solo convenga al gobierno. En las Megaelecciones de 2021, la Misión de
Observación Electoral de la Unión Europea (MOE-UE) hizo un balance de los
aspectos negativos y positivos y formuló una serie de recomendaciones:
Positivos:
ü
Arbitraje institucional
con CNE más equilibrado.
ü
Participación
mayoritaria de los partidos de la oposición: 42 partidos nacionales y 64
regionales, 6 organizaciones indígenas nacionales y 24 regionales.
ü
Realización de 16
auditorías de diferentes etapas del proceso electoral.
ü
Actualización más amplia
del registro electoral.
Negativos:
ü
Falta de seguridad
jurídica, inhabilitación de candidatos, repetición de elecciones en Barinas,
entrega de símbolos y tarjeta electoral de partidos judicializados a facciones
internas minoritarias, uso de recursos del Estado en la campaña y acceso
desigual de los candidatos a medios de comunicación públicos.
ü
Falta de independencia
judicial y al Estado de Derecho que comprometen la igualdad de condiciones y la
imparcialidad y transparencia en las elecciones.
ü
Escasa información a los
votantes sobre el registro electoral y comportamiento partidista de
funcionarios del CNE.
ü
Rechazo de candidaturas
a través de procesos administrativos, sin notificación ni motivación real, con
base en decisiones de la Contraloría a 15 candidatos del Partido Comunista de
Venezuela y al candidato de la MUD, Freddy Superlano.
ü
Criminalización de
medios de comunicación, sanciones de Conatel, patrones de censura como bloqueo
de páginas web, campañas de desprestigio contra periodistas, autocensura y
cambio de línea editorial por temor a ser sancionados.
5.2 Levantamiento de sanciones económicas
Amenazar con reimponer las sanciones financieras,
comerciales y petroleras si el gobierno incumple los Acuerdos de Barbados,
lejos de inhibir o disuadir al gobierno venezolano, genera un efecto totalmente
contrario, toda vez que lo induce a ampliar y consolidar sus alianzas con los
rivales geopolíticos de EEUU y Occidente que no creen en la democracia y no
ponen como condición para sus apoyos que se mejoren las condiciones electorales
que pueden desembocar en una derrota del chavismo y su desplazamiento del
poder.
Reimponer o endurecer las sanciones contra
Venezuela aleja las posibilidades de las elecciones presidenciales competitivas
que permitan la alternabilidad en el poder por la vía electoral y pacífica. La
ineficacia de las sanciones para forzar un cambio político en Venezuela ha
reeditado la experiencia de Cuba, donde el bloqueo económico lanzó la isla a
los brazos de la URSS y terminó convertida en un satélite soviético en el Mar
Caribe. El régimen cubano tiene más de 60
años, las sanciones internacionales afectaron severamente las condiciones de
vida del pueblo cubano que se lanzó a la diáspora, pero no funcionaron para
provocar un cambio en el mando político en Cuba.
A medida que se cierren los mercados económicos y
financieros en EEUU y la UE, Venezuela será lanzada a los brazos de Rusia,
China e Irán, quienes tienen una presencia económica y militar cada vez mayor,
sobre todo en la Faja Petrolífera del Orinoco y en el Arco Minero del Orinoco.
Además de suministrar los insumos, repuestos y maquinarias que el gobierno
requiere, el gobierno de Maduro mantiene una estrecha cooperación militar con
Rusia que la provee de aviones Sukhoi, helicópteros, tanques de guerra y
fusiles Kalashnikov.
[1] MCM: un acuerdo nacional debe
incluir a chavistas https://elestimulo.com/destacados/2023-12-08/maria-corina-machado-un-acuerdo-nacional-debe-incluir-a-chavistas-entrevista/
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