Víctor Álvarez R.
En caso de perder las elecciones, quienes ejercen
el poder no quieren verse expuestos a una ola de persecuciones juicios y
condenas. Para incentivar la
alternabilidad en el poder, los costos de salida tienen que ser menores a los
costos de permanecer en el mando. Despejar estos miedos comienza por eliminar las recompensas internacionales y sanciones personales en contra de
altos funcionarios del gobierno y autoridades de los poderes públicos del
Estado venezolano.
Pero también hay miedo en los
cargos medios y bajos de la administración pública que temen una cacería de brujas y una ola de despidos masivos de los funcionarios que formaron parte
del gobierno anterior. Estos miedos hay que disiparlos y ofrecer garantías a los
funcionarios públicos de que podrán ser ratificados en sus cargos a través de
concursos de credenciales, con base en su formación académica, competencias
técnicas y profesionales, y experiencia en el ejercicio del cargo.
Tienen miedo los sectores
más empobrecidos y vulnerables de la población venezolana que temen perder la
bolsa de comida, los bonos monetarios que reciben a través del Carnet de la
Patria, que se elimine la misión vivienda y otras misiones sociales que los
benefician, así como otras medidas de protección social y subsidios que otorga
el gobierno.
¿Cuáles amenazas deberían dejar de hacerse?
El liderazgo de la oposición que tiene la mayor
opción de ganar las Presidenciales del 28-J ha acusado al gobierno de Maduro de
dictadura, de narco-régimen y camarilla de delincuentes; de traidores a la
patria que entregaron la soberanía nacional a la ocupación cubana, al espionaje
iraní y ruso; de convertir el territorio nacional en una guarida de grupos
terroristas cómo Hezbollah, FARC y ELN. Ese liderazgo radical ha aplaudido las
recompensas que ofrece EEUU por la captura de Nicolás Maduro y Diosdado
Cabello; ha solicitado sanciones económicas contra Venezuela; invocado la
activación del TIAR y la creación de una amenaza creíble a través de una
intervención militar extranjera. Su principal líder desafió a Maduro
diciéndole: “yo no te quiero muerto, yo
te quiero vivo para que enfrentes la justicia, yo te quiero preso” y con
ese fin promueve y respalda las investigaciones en la CPI.
Estas amenazas
recrudecen el temor de quienes pueden perder el poder y no quieren quedar
expuestos a una espiral de persecuciones, juicios y condenas. Esto los puede
forzar a atrincherarse y trancar el juego. La estrategia
amenazante ha generado un clima psicológico muy tóxico que ha plagado de temores
al oficialismo y sus seguidores que temen perder los beneficios que reciben.
¿Cómo abonar la confianza mutua que facilite la
alternancia en el poder?
Sin
garantías de no persecución, el candidato oficialista no se va a medir con
quien sabe que va a perder. Hay que evitar
que el miedo a ser sometidos a una ola de persecuciones se instale en el
gobierno y los empuje a anular la tarjeta de la MUD. Evitar que la impaciencia por tomar el poder y
el temor a perderlo perturben la elección presidencial pasa por acordar
garantías de no persecución política para todos, tanto para quienes pierdan el
poder, como para que quienes ganen puedan asumir el mando y gobernar.
Pero el oficialismo no va a
tomar la iniciativa de proponer un pacto de garantías de no persecución
porque esto puede interpretarse entre sus seguidores como una actitud
derrotista, como que ha llegado la hora de poner a salvo sus cabezas. Para el
chavismo, asumir esa posición de perdedor a priori lo consideraría
desmoralizante y desmovilizador. Su gente no iría a votar. Por lo tanto, no lo
van a proponer.
Es el candidato opositor con mayor opción de ganar quien
está llamado a hacerle al gobierno una propuesta
realista, pragmática, viable y creíble de convivencia pacífica con garantías de
no persecución. Pero tiene que hacerlo antes de que el miedo se
convierta en terror y el TSJ anule la tarjeta de la MUD.
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