Por: Víctor Álvarez R.
El socialismo del siglo XXI no se
podrá construir con las armas melladas del socialismo del siglo XX. Nostalgiamos
con lo que pudo haber sido la URSS o el bloque de países socialistas europeos,
buscamos inspiración en el socialismo de mercado chino, sin darnos cuenta que
en Europa hay realidades más parecidas a la venezolana. Allá está el caso de
Noruega, un país que hace 50 años era una de las economías más pobres de Europa
y pasó a ser, según las Naciones Unidas, la más desarrollada e igualitaria del
mundo. La explicación: el papel del
petróleo para financiar la inversión social y productiva y, sobre todo, el
ahorro de un porcentaje de la renta para atender las necesidades futuras. Analizar
la experiencia de un país petrolero como Noruega puede ser muy útil de cara al
reto que tiene la Revolución Bolivariana de construir un nuevo modelo
productivo que, al reservar al Estado la soberanía sobre los recursos naturales,
minimice el extractivismo depredador a medida que la inversión social y
productiva de la renta impulse el desarrollo de una pujante economía social y solidaria.
Con el fin de financiar a largo plazo su Estado
de bienestar, Noruega deposita en el Banco Noruego de Inversiones casi toda la
renta petrolera que recauda a través de impuestos al sector petrolero, regalías
por yacimientos y dividendos por su participación mayoritaria en Statoil, la
petrolera noruega. Maneja más de 800 mil millones de dólares, una suma que
duplica la economía venezolana.
A comienzos de los 70, Noruega construyó un gran
acuerdo nacional y estableció una regla que limita a 4% -el equivalente al rendimiento
esperado del Fondo- el dinero que el
gobierno puede retirar para completar su presupuesto, el cual se nutre
fundamentalmente del ingreso fiscal no petrolero. Gracias a esta decisión, Noruega logró los niveles más altos del mundo en
calidad de vida e igualdad de oportunidades para su población. El mercado
laboral está casi siempre en los niveles de pleno empleo y la educación es
pública y gratuita. La ciudadanía tiene garantizado el derecho a la salud, lo
que ha elevado la esperanza de vida al nacer a 81 años. No hay pobreza ni
exclusión social. Con la mirada puesta en el largo plazo, Noruega creó en 1990
el Fondo Global de Pensiones para contrarrestar la merma futura de ingresos,
aislar la volatilidad del precio del petróleo y garantizar el pago de las
jubilaciones futuras.
Ese 4% que pudiera lucir como un
porcentaje muy bajo, en términos absolutos representa una considerable cantidad
de recursos financieros, toda vez que el Fondo no deja de aumentar y asegura una creciente suma de
petrodólares para financiar el gasto del gobierno.
Mientras la mayoría de los países de
la Unión Europea no terminan de superar la brutal crisis que los sacude desde
hace cinco años, el reto de Noruega radica en utilizar su millardario Fondo sin perjudicar la economía, tal como ocurre
en las economías rentistas donde la sobrevaluación de la moneda implanta una
perniciosa tendencia a importar todo lo que se debiera estar generando con el
esfuerzo productivo interno.
Esta realidad sugiere que Noruega disfruta ya de los logros que el
socialismo del siglo XXI se plantea alcanzar. Una experiencia digna de
observar.
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