Por. Víctor Álvarez R.
La existencia de varios tipos de cambio es un incentivo perverso para comprar dólares baratos y luego venderlos caros. Largas e interminables colas se hacen en las agencias de Conviasa para viajar al extranjero y gastar el cupo de la TDC, el cual será pagado luego con la reventa al cambio paralelo de los $ 500 en efectivo y de los retiros en cajeros automáticos del país visitado.
Un régimen con múltiples tasas de
cambio alienta la especulación de quienes tienen acceso al dólar preferencial y
luego fijan el PVP con base en un dólar más caro. Esta práctica ha reaparecido
toda vez que el propio gobierno ha anunciado que continuará la migración de
rubros de Cencoex a Sicad I. Ante la incertidumbre de no saber a cuál tasa de
cambio se hará la reposición de inventarios, los agentes económicos se
anticipan y -aunque hayan recibido divisas a 6.30 Bs/$-, calculan el PVP con
base en Sicad I, II o dólar paralelo.
La sobrefacturación de importaciones y
la invención de deudas nunca contraídas son otra manera de echarle mano a los
dólares preferenciales. Algunos exportadores han planteado que se les autorice
a vender todo su ingreso en divisas en el Sicad II, lo cual sería otro negocio
propio de la cultura rentista, basado en tramitar dólares baratos en Cencoex
para adquirir partes y piezas que serán luego ensambladas y exportadas, o
alimentos y bebidas al granel que son empaquetados y envasados para ser vendidos
en los países vecinos, y cuyo ingreso en divisas sería vendido ocho veces más
caro a la tasa del Sicad II. A los exportadores se les debería autorizar a
vender en el Sicad II únicamente el equivalente al valor agregado que generen.
Las divisas obtenidas a través de Cencoex o Sicad I deben ser reintegradas al
mismo precio al que las compraron.
Sin
precios justos ni Sundde
La labor que pueda realizar la Sundde
para fijar precios justos para consumidores y productores quedará prácticamente
anulada cada vez que se deslice un rubro de Cencoex a Sicad I. Se perderá todo
el trabajo de análisis de la estructura de costos realizado para calcular un
precio justo, y la Superintendencia seguramente colapsará al tener que hacer
innumerables revisiones de los costos para actualizar los precios.
Mientras coexistan tantas tasas de
cambio se mantendrán los incentivos a la especulación cambiaria y la
corrupción. Solo a través de la unificación cambiaria se erradicarán las
perversas prácticas de tramitar dólares de Cencoex para fijar el PVP con base
en un dólar más caro; sobrefacturar importaciones para obtener más divisas que
las mercancías que realmente ingresan al país; inventar deudas para capturar dólares
preferenciales; y, eliminar a los traficantes de cupos de TDC y compras por
internet que no dejan de inventar nuevas y asombrosas modalidades para
defraudar a la Nación.
Unificar
la tasa de cambio
La solución no está en eliminar el
control de cambios sino en abandonar el anclaje cambiario y los múltiples tipos
de cambio, en función de fijar una sola tasa de cambio fluctuante, pero
controlada entre dos bandas bajo el estricto seguimiento del BCV. Con el fin de
sustituir por producción nacional el enorme volumen de importaciones que actualmente
se realiza con una tasa de cambio sobrevaluada y barata, esta nueva tasa de
cambio deberá expresar la verdadera productividad de la agricultura e
industria, así como respaldar la competitividad cambiaria de las exportaciones
no petroleras a fin de generar nuevas fuentes de ingresos en divisas.
El uso de la política cambiaria como
instrumento de política antiinflacionaria está totalmente agotado. Así lo
demuestra el 56,2 % de inflación del año 2013 y el 10,1% acumulado en el primer
trimestre de 2014. En adelante, la política cambiaria deberá priorizar la
transformación estructural de la economía rentista e importadora en un nuevo
modelo productivo exportador. Es hora de entender que el principal castigo al
esfuerzo productivo nacional lo impone la sobrevaluación de la tasa de cambio,
toda vez que esta se traduce en un subsidio a las importaciones que se hacen
con un dólar barato, con lo cual se frena y desplaza la producción agrícola e
industrial.
Flotación
libre con bandas
A través de un sistema de flotación
libre con bandas será factible armonizar el objetivo de estabilizar los precios
con los objetivos de estimular la actividad productiva nacional, respaldar las
exportaciones no petroleras, promover el turismo internacional, estimular la
inversión extranjera y repatriar los capitales de origen venezolano que se
encuentran depositados en la banca internacional. Así se podrá evolucionar de
una política cambiaria que estimula una demanda voraz de la renta petrolera,
hacia una nueva política que estimule una creciente oferta de divisas no
petroleras.
Cuando el incremento
en la oferta total de divisas abarate el dólar y amenace con romper la banda
inferior, para evitar que se perjudiquen las exportaciones no petroleras, la
inversión extranjera y el turismo internacional, el BCV intervendrá comprando
el exceso de divisas. Pero ante una eventual escasez de divisas, para evitar
que el ascenso de la tasa de cambio amenace con perforar la banda superior,
encarecer el componente importado y dar al traste con la estabilización de los
precios, el BCV intervendría para inyectar el monto de divisas que haga falta y así mantener bajo control el
impacto en los costos de la fluctuación de la tasa de cambio.
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