jueves, 4 de junio de 2015

¿Cómo superar sin traumas el control de cambios?

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias

El control de cambios luce totalmente agotado y no pudo lograr los objetivos que hace doce años se propuso:
·         El nivel de reservas internacionales es muy crítico y pone en peligro el normal desenvolvimiento de la actividad económica y el cumplimiento de los compromisos internacionales.
·         El otrora dólar abundante y barato desplazó la producción nacional y ahora que ya no hay divisas para importar tampoco estamos en capacidad de producir, cuestión que explica en gran medida los problemas de desabastecimiento y escasez.
·         La sobrevaluación castigó la competitividad de las exportaciones no tradicionales y por eso perdimos los pocos mercados externos que se habían conquistado, lo cual nos ha hecho más dependientes de la renta petrolera.
·         El poder de compra del bolívar fuerte se ha deteriorado aceleradamente y eso induce a una compra desesperada de divisas para proteger los ahorros, desquiciando el dólar paralelo y estimulando la fuga de capitales.
·         El sacrificio fiscal que implica vender dólares a 6,30 o 12 Bs/$ cuando el gobierno está urgido de recursos para financiar los programas sociales que eviten una debacle en las elecciones parlamentarias, terminará siendo la estocada final del régimen de cambios múltiples. Por cada millardo de dólares que venda en el Simadi, obtendrá ingresos por 173 millardos de bolívares, en comparación con apenas 6,3 millardos que obtiene actualmente.  
Para unificar y estabilizar la tasa de cambio, erradicar los incentivos perversos a la especulación cambiaria y la corrupción, recuperar el poder de compra del bolívar y fortalecer las reservas internacionales es necesario fijar una nueva tasa de cambio oficial que exprese la verdadera productividad del aparato productivo nacional, eliminando la discrecionalidad y falta de transparencia que prevalecen a la hora de tener acceso a las divisas de Cencoex o Sicad. Pero desmontar sin traumas el régimen de cambios múltiples exige crear adecuadas condiciones fiscales, monetarias y de precios. Veamos:
En primera lugar, hay que cerrar el déficit fiscal y mejorar la calidad del presupuesto público. En 2015 se calcula un déficit fiscal del 18 % del PIB. Si el último dato oficial indica que el PIB 2013 fue de $ 438.200 millones, esto quiere decir que 1 punto/PIB equivales a $ 4.382 millones. Por lo tanto, un déficit de 18 puntos/PIB asciende a $ 78 millardos. Corregir este exceso de gastos y su impacto inflacionario implica:
·         Acordar una regla fiscal para que la Asamblea Nacional ni siquiera reciba o considere proyectos de Presupuesto Anual con un déficit mayor al 5 % PIB, ni mucho menos aprobar créditos adicionales que perforen este límite.
·         Eliminar el presupuesto paralelo para ahorrar en el Fondo de Estabilización Macroeconómica todo dólar adicional por encima del precio presupuestado del barril de petróleo que hasta ahora se viene gastando a través del FONDEN.
·         En lugar de financiar con créditos adicionales los proyectos que surjan del Gobierno de Calle en el curso del año, éste tiene que ser una modalidad del presupuesto participativo que se realice previamente a la presentación a la Asamblea Nacional del Proyecto Anual de Presupuesto. Así se evitarán nuevas presiones deficitarias sobre la gestión fiscal del año en curso.
·         Desestatización (no privatización) de las empresas expropiadas que hoy se encuentran secuestradas por el burocratismo y la corrupción, cuya propiedad debe ser transferida a los consejos comunales y de trabajadores para que sean eficientemente gerenciadas a través de alianzas con el sector privado y las universidades. Así, estas empresas dejarían de depender del presupuesto nacional y, en lugar de recibir créditos adicionales para cubrir sus pérdidas y poder sostenerse, comenzarían a pagar ISR.
·         Eliminar el gasto superfluo en publicidad, remodelaciones de oficinas y sedes de instituciones o empresas públicas, compra de vehículos, viajes, viáticos, etcétera. 
Adicionalmente, se requiere aumentar los ingresos, lo cual es perfectamente posible a través de:
·         Sincerar el precio de la gasolina. En Venezuela, un litro de gasolina de 95 octanos cuesta Bs. 0,097, algo más de un centavo de dólar a la tasa de 6,30 Bs/$. En EE.UU o la Unión Europea puede llegar a costar 2 $/litro. En países con gobiernos de izquierda el galón de 3.78 litros cuesta $ 3.90, por encima de 1 $/litro. Allí llenar un tanque de 60 litros cuesta $ 60, pero aquí 60 litros x 0,097 Bs/litro sale en solo Bs 5,82, menos de 1 $ a la tasa de cambio de 6,30 Bs/$. Esto equivale a un subsidio de $ 60 cada vez que se llena el tanque, que en promedio es una vez a la semana. Si multiplicamos $ 60 por 52 semanas, por cada vehículo se recibe $ 3.120 de subsidio anual. Y si multiplicamos $ 3.120 por 4 millones de vehículos que circulan en el territorio nacional, el costo de oportunidad –o lo que se deja de percibir- asciende a $ 12.480 millones.  para aprovechar $ 12.400 millardos anuales que es el costo de oportunidad de mantener el escandaloso subsidio a los combustibles.
·         Adicionalmente, es necesario igualar en la frontera el precio de los combustibles. Pdvsa ha calculado en 149 mil barriles diarios el contrabando de extracción que, multiplicado por 365 días y por 90 $/barril, indica que el país perdió anualmente al menos $ 4.894 millones por contrabando.
·         Al igualar el precio de los combustibles en la frontera no solo se erradicará el contrabando de extracción sino que se aliviará la principal presión sobre el dólar paralelo en las casas de cambio en Cúcuta. Tengamos en cuenta que con un bolívar se compran 10 litros de gasolina, si el paralelo está a 200 Bs/$, con un dólar se compran 2000 litros que luego se venden por $ 2000, a razón de 1 $/litro. Con 1 $ se obtienen $ 2000, ni el narcotráfico es tan rentable.   
·         La unificación cambiaria de las tasas Cencoex y Sicad debería comenzar en torno a 50 Bs/$, lo cual reportará ingresos fiscales adicionales por cada dólar petrolero vendido. El Estado, en lugar de recibir Bs 6.300 millardos por cada millardo de dólares, recibirá Bs 50 millardos. Adicionalmente, obtendrá el equivalente en bolívares de lo que decida vender en el Simadi. Así, la unificación cambiaria también permitirá recoger el exceso de liquidez que presiona la inflación y el alza del paralelo.
En segundo lugar, hay que corregir el desequilibrio monetario. En un contexto de abundante liquidez, pero tasas de interés por debajo de la inflación, los agentes económicos protegen el poder de compra de sus ahorros comprando bienes o divisas, lo cual presiona la inflación y genera una fuerte demanda de dólares escasos que amplía la brecha entre la tasa oficial y el paralelo. La disciplina monetaria es clave para la credibilidad y estabilidad de una nueva tasa de cambio libre y flotante. Esto exige:
·         Prohibir expresamente los subterfugios que han sido utilizados para financiar el déficit fiscal a través de emisiones de dinero sin respaldo por parte del BCV. Son inútiles los intentos por absorber el exceso de liquidez a través de la emisión de bonos o aumentos del encaje legal si no se erradica el financiamiento monetario del déficit de Pdvsa y las empresas públicas.
·         Estabilizar la relación entre liquidez monetaria y reservas internacionales y así asegurar que los bolívares en circulación cuenten con su debido respaldo en reservas internacionales. Mientras más dinero se inyecte a la economía pero el nivel de reservas sea igual o menor, el respaldo en divisas de la moneda nacional se deteriorará. Esto resta credibilidad a la tasa de cambio oficial y refuerza la certeza de que más temprano que tarde habrá una devaluación.
·         Fijar tasas de interés reales positivas para incentivar el ahorro en bolívares, desalentar el consumo y bajar la demanda de dólares. Al no monetizar el déficit fiscal se aliviarán las presiones inflacionarias y así el ahorro interno se verá estimulado, toda vez que las tasas de interés finalmente compensarán  el poder de compra que se pierde por la inflación.
En tercer lugar, hay que revisar y rectificar la política de controles de precios, toda vez que el PVP se fija sobre el producto final pero se dejan liberados los precios de los insumos y fuerza de trabajo. Esto implica:
·         Sincronizar ajuste de los precios con la evolución de los costos para evitar que los aumentos en las materias primas, insumos básicos, maquinarias, equipos y fuerza de trabajo superen el PVP, lo cual causa pérdidas y desincentiva la producción, generando escasez, acaparamiento y especulación.
·         Vincular el aumento salarial a los incrementos en la productividad del trabajo para evitar la presión inflacionaria que representa el desequilibrio entre un creciente consumo privado y una declinante oferta de bienes y servicios en el mercado nacional.
·         Corregir la brecha de inflación entre Venezuela y sus principales socios comerciales para evitar la sobrevaluación del poder de compra externo del bolívar. Esto implanta una propensión a comprar en el exterior lo que bien pudiera producirse internamente, lo que desplaza y arruina la producción nacional.
La creación de estas condiciones fiscales, monetarias y de precios permitirá evolucionar sin traumas del régimen de cambios múltiples a un solo tipo de cambio flexible que evite la sobrevaluación de la moneda nacional e impida una demanda artificial de divisas. Al alcanzar una nueva tasa de cambio que exprese la verdadera productividad de la agricultura e industria será posible sustituir importaciones, aumentar las exportaciones no petroleras, ahorra y generar divisas y mejorar el balance externo de Venezuela. Solo así será posible estabilizar la tasa de cambio, evitar la fuga de divisas, fortalecer las reservas internacionales y defender el poder de compra del bolívar, objetivos que no fueron logrados luego de 12 años de control de cambios.
 

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