Por: Víctor Álvarez R.
El estancamiento del PIB, aunado al auge inflacionario,
son síntomas claros de los problemas que actualmente afectan a la economía
venezolana. Evitar su agravamiento exige un diagnóstico acertado para aplicar
el tratamiento adecuado. Veamos que dice el examen de sangre:En comparación con el mismo período del año pasado, el PIB del primer trimestre del 2013 (IT2013) prácticamente se estancó, al crecer apenas 0.7%. La inflación hasta mayo supera el 16% y deja atrás el máximo que se esperaba para el año 2013. El alza de los precios deteriora la capacidad adquisitiva, cuestión que se expresa en una merma del consumo privado de 3,2%, en comparación con el aumento de 5,9% registrado en el IT2012.
La producción de bienes y servicios que se requiere para respaldar la fortaleza de la moneda nacional se ha visto afectada, tal como lo revela el reciente informe del BCV sobre el PIB. La manufactura, que genera productos claves para satisfacer necesidades básicas y esenciales, se contrajo -3.6%, y el porcentaje de capacidad utilizada cayó del 59,5% en el IVT2012 a 52,82% en el IT2013. La Minería se contrajo -25,3% y el Sector Construcción registró una disminución de 1,2%, en comparación con el aumento de 31,4% que reflejó el primer trimestre del año pasado. El respaldo en divisas de la Liquidez Monetaria también ha desmejorado, toda vez que mientras ésta asciende a Bs.793.842.681mm, las Reservas Internacionales disminuyen $4.820mm, al pasar de $29.890mm a $25.070mm. Es decir, una caída de 16,12%. Hay muchos bolívares persiguiendo pocos bienes y pocas divisas y esto significa un bolívar que se va quedando sin respaldo. Y una moneda sin capacidad de intercambio o poder de compra se manifiesta en un auge inflacionario.
La brecha entre una demanda que crecía al 3.8% anual y una producción per cápita que solo crecía al ritmo de 0.8%, se venía cubriendo a través de la abundancia de divisas derivadas del ingreso petrolero. Entre las causas que explican la actual escasez de divisas que repercuten sobre el desabastecimiento y la especulación, encontramos la caída de las exportaciones totales de $25.739 millones en el IT2012 a $22.200 millones en el IT2013, una disminución $3.539mm, equivalente al 13,8%. También repercuten en el ingreso neto en divisas los acuerdos de Alba y PetroCaribe-, ya que buena parte de las exportaciones petroleras no son pagadas en efectivo, sino con bienes y servicios. Por otra parte hay que restar las divisas que absorbe el pago de la deuda. Si bien las exportaciones petroleras desde 1999 hasta el IT2013 ascienden a $720.174mm, el pasivo total de PDVSA subió a $142.596mm al cierre de 2012. Por su parte, la Deuda Pública externa ascendió a $105.656mm. En conjunto, todo esto supone mayores pagos de capital e intereses.
El país se ha hecho cada vez más dependiente del petróleo
al subir el peso de las exportaciones de crudos en el total de exportaciones de
68,8% a 96,3%. Las exportaciones no petroleras representan solo el 3.7% de las
exportaciones totales. El petróleo es un recurso que siempre se vende, pero su
cotización no deja de ser errática. Minimizar el impacto económico y social de
los altibajos del precio del petróleo exige generar fuentes alternas de divisas
y de menor fluctuación.
La superación de esta crisis de estancamiento
con inflación tiene que encontrarse por el lado de la oferta. Es decir, a
través de una reorientación de la política económica de importación masiva y
endeudamiento externo, hacia la reactivación de las capacidades productivas ya
instaladas que se encuentran ociosas, debido al desplazamiento que ha sufrido
la producción nacional por las crecientes importaciones que se hacen con un
dólar oficial subsidiado. Al reactivar el aparato productivo interno se podrán crear
millares de puestos de trabajos productivos que generarán una abundante oferta
de bienes y servicios nacionales, sustituir importaciones y diversificar la
oferta exportable, con un saldo de divisas favorable. También contribuirá a aliviar
la presión de empleo que se mantiene sobre la nómina pública y reducir las
presiones sobre el déficit fiscal.
Por otra parte hay que reducir a su mínima
expresión el financiamiento del gasto
público a través del BCV, evitando las emisiones de dinero inorgánico que propagan la inflación. Si la monetización del déficit fiscal se convierte en una
práctica reiterada, las consecuencias inevitablemente son inflacionarias. La
expansión de la liquidez monetaria sin respaldo en el aumento de la oferta de
bienes y servicios, se traduce en un deterioro del poder de compra de la
moneda. En la práctica se
trata de un impuesto inflacionario que recae con más peso sobre la capacidad de
compra de los sectores que viven de un salario fijo.
Lograr estos objetivos pasa por plantearse metas
muy claras. El aporte de la manufactura al PIB debería subir del 14% actual, al
20% que recomiendan los indicadores de desarrollo industrial. Asimismo, la
agricultura debería pasar de 4.4% a 12% del PIB, para así lograr los objetivos
de seguridad y soberanía alimentarias. A través de una adecuada combinación de
incentivos de política económica sería posible llevar el indicador de densidad
industrial de 0.25 establecimientos industriales por cada mil habitantes, a un
establecimiento por cada mil en los próximos años. Esto se traduciría en la
abundante producción nacional que se requiere para conjurar la actual amenaza
de estancamiento con inflación.
@victoralvarezr
No hay comentarios:
Publicar un comentario