Por: Víctor Álvarez R.
El neo-rentismo socialista es un modelo basado en el
uso intensivo de la renta petrolera para financiar la inversión social y crear la
base de apoyo del proyecto político, el cual se ejecuta a través de un sistema
de premios y castigos para asegurar la lealtad de los seguidores, lograr la
simpatía de grupos ambivalentes y castigar o disuadir a los adversarios.
Debido a la contracción del aparato productivo y su incapacidad
para generar empleos al ritmo que crece la población económicamente activa, el
neo-rentismo socialista apela al papel empleador del Estado clientelar. Esto se
traduce en un aumento desmesurado de la burocracia y es una de las causas de la
inflación estructural que sufre el país, toda vez que las remuneraciones que
recibe esa abultada nómina pública no tiene como contrapartida un aumento en la
producción.
El neo-rentismo socialista
funcionó a la perfección mientras los ingresos petroleros crecieron y
resultaron más que suficientes para financiar la inversión social. Con la
reconstrucción de la OPEP, el restablecimiento de la disciplina de cuotas, la
recuperación de los precios del petróleo, el pago de dividendos de las filiales
de PDVSA y el considerable aumento de las regalías, el creciente ingreso fiscal
petrolero cubrió holgadamente el presupuesto nacional. Pero con la estabilización del
precio en $100 el barril, el estancamiento de la
extracción del crudo en 3 millones de barriles diarios, y el aumento del
consumo interno por encima de los 750 mil barriles, debido al irracional
subsidio a la gasolina y al creciente consumo en plantas termoeléctricas, los
ingresos fiscales de origen petrolero se han tornado insuficientes, lo cual
sentencia el agotamiento del modelo neo-rentista.
En lugar de ahorrar en tiempos de bonanza para sortear los
tiempos de escasez, el neo-rentismo socialista dinamitó su propia base de
sustentación al aplicar una política fiscal pro-cíclica, con aumentos del gasto
cada vez que aumentaba el ingreso petrolero, pero sin acumular reservas para
encarar restricciones económicas y presupuestarias. En circunstancias de
escasez, el gobierno ya no puede seguir subsidiando empresas estatales que no
son estratégicas. Resulta escandaloso que en empresas públicas secuestradas por
el burocratismo -de las cuales los trabajadores no se sienten copropietarios sociales
y por tanto reproducen los mismos conflictos obrero-patronales de la IV
República-, se cancelen millardarias sumas de dinero por concepto de bonos de productividad
y hasta dividendos, cuando lo que arrojan son cuantiosas pérdidas.
Esa práctica, lejos de expresar valores socialistas, revela la
mentalidad rentista que espera que todo lo pague el petróleo. Semejante desviación
del neo-rentismo socialista solo podrá superarse a través de nuevas formas de
propiedad social bajo el control de los trabajadores directos. De esta forma se
activaría un esquema de incentivos para mejorar el desempeño en esas empresas
propiedad de los trabajadores, dignificar el trabajo y transformar la cultura
rentista que pretende vivir de ingresos que no son fruto del esfuerzo
productivo, en una nueva cultura sustentada en el principio socialista que propone:
“de cada quien según su capacidad y a cada cual según su trabajo”. @victoralvarezr
No hay comentarios:
Publicar un comentario