¿Por qué no se toman las medidas económicas que son de
sentido común y amplio consenso?
¿Qué es lo
que impide sincerar el precio de la gasolina y la tasa de cambio de 10 Bs/$? El
gobierno evade las medidas de ajuste para superar la crisis porque les atribuye
un impacto antipopular. Pero en las parlamentarias del 6-D pagó el costo político de su inacción,
justamente por no aplicar las medidas que son de sentido común y amplio
consenso. Y ahora teme medirse en las elecciones regionales que sabe va a
perder.
Ignorando las leyes que rigen la economía y preso de
sus creencias limitantes, el gobierno sigue sin comprender por qué el control
de cambios no evitó la fuga de capitales ni el descalabro de las reservas internacionales,
pero lo mantiene como un instrumento de dominación política. Lo mismo hace con el
control de precios que no pudo impedir la inflación más alta del mundo, pero le
es útil y funcional a su modelo de dominación.
Un modelo
económico se plantea hacer rendir unos recursos escasos para optimizar el bienestar
social. Pero cuando éste degenera en un modelo de expoliación, el problema ya
no es solo la ignorancia e incapacidad de los gobernantes, sino la estratagema de
la que se valen los corruptos para capturar la renta. La acumulación de fortuna
no se logra con la inversión productiva que genera una creciente riqueza, sino a
través del enriquecimiento fácil que se obtiene al medrar de los errores y
desviaciones de la política económica. La mentalidad
rentista espera por un aumento de los precios del petróleo para distribuir clientelarmente la renta, mejorar su opción electoral y
aferrarse al poder.
A contrapelo de un modelo económico que crea capacidades industriales
y tecnológicas, el modelo de expoliación no busca estimular las fuerzas productivas, sino el
saqueo de la renta petrolera y el despojo a la empresa
privada. Con este fin, destruye los mecanismos del mercado que regulan la
dinámica económica y los sustituye por decisiones discrecionales del
burocratismo. El
modelo se vale de engorrosos trámites para crear una empresa, rígidos controles
de cambio y de precios, abusos en las inspecciones y multas, requisa y remate
de mercancías, arbitrario cierre de establecimientos, hasta llegar al extremo
de encarcelar a sus gerentes y expropiar las empresas. Esta acción punitiva
espanta la inversión, estimula la fuga de capitales, castiga la producción y genera desempleo y escasez.
La pobreza derivada se convierte en el caldo de cultivo perfecto
para implantar el modelo de control social con el cual somete y doblega a la
población. A través de los programas compensatorios destruye la dignidad
de la población más vulnerable que se acostumbra a vivir de las dádivas del
gobierno, a cambio de su lealtad política e incorporación a los colectivos, brigadas
de choque, milicias y reserva militar.
Los incentivos perversos de la política económica originan
redes de corrupción que penetran el poder y van colonizando los puestos claves de
mando donde se asignan y administran los recursos públicos. La corrupción va
penetrando los ministerios, empresas del Estado, fuerza armada y poder judicial
que, en estrecha colusión, conforman una poderosa nomenklatura que no diferencia entre el patrimonio
público y el privado. Para enriquecerse con facilidad, manipulan a su favor los
instrumentos de la política económica y despliegan su influencia para evitar cualquier
medida de ajuste que amenace con desmantelar su estructura de poder.
Para blindar su defensa, el modelo de expoliación coopta
militares y funcionarios que coloca en cargos donde pueden enriquecerse
ilícitamente. Si logra corromperlos, los hace cómplices y parte de un modelo de
expoliación que tuerce a su favor no solo la capacidad represiva del Estado, sino
también el usufructo de los siguientes instrumentos de la política económica:
1.
Régimen de
cambios múltiple mantiene brecha entre tasas de cambio para asegurar las ganancias
de quienes reciben el dólar barato y lo revenden caro.
2.
Control de precios y subsidios que alimenta y sostiene el contrabando, así como la especulación
con alimentos, medicinas y demás productos subsidiados.
3.
Expropiación
y estatización de empresas que terminan secuestradas y quebradas por el burocratismo, el
pseudosindicalismo y la corrupción.
4.
Financiamiento
público en condiciones ventajosas de tasas de interés, plazos y
garantías que son desviados y nunca devueltos a los entes del Estado.
5.
Adjudicación
directa de obras públicas, contratos de servicios y suministro de
bienes a testaferros, empresas de maletín y grupos económicos relacionados.
6.
Licencias de importación que confiere a privilegiados el monopolio de la importación, distribución
y comercialización de alimentos, medicinas e insumos.
7.
Dispensa de permisos sanitarios para la importación de alimentos y medicinas vencidos que se liquidan en
el mercado internacional.
8.
Eliminación del sistema de precios de referencia
internacional para facilitar importaciones con
sobreprecio y mayor asignación de divisas preferenciales.
9.
Deuda
externa ficticia para alimentar la fuga de capitales hacia paraísos fiscales que
ocultan el origen ilícito de fondos mal
habidos.
10. Control de puertos
y aduanas para encubrir la sobrefacturación y
el contrabando de gasolina, minerales, insumos básicos, alimentos y medicinas.
11. Decretos de Emergencia Económica que agrava la
discrecionalidad, opacidad y falta
de rendición de cuentas en la administración de los presupuestos.
12. Destrucción
del marco legal y del entorno institucional para criminalizar la protesta y facilitar las decisiones
arbitrarias del burocratismo.
Para erradicar el manejo perverso de estos instrumentos por
parte de una nomenklatura corrupta que penetró y secuestró los poderes
públicos, es necesario corregir las desviaciones y errores de la política
económica. Esto pasa crear un nuevo marco legal y entorno institucional que sea
expresión de un gran acuerdo nacional para aislar el efecto negativo de las
oscilaciones de los precios del petróleo sobre la economía y la sociedad, y
para evitar el uso arbitrario y discrecional de la renta por parte del gobierno
de turno.
Para enterrar el modelo de expoliación es necesario restituir
el Estado de Derecho y contar con un Poder Judicial capaz de sancionar el enriquecimiento
ilícito. Se impone devolver la independencia y autonomía de los poderes
públicos, incluyendo la AN para que pueda limitar el gasto del gobierno y controlar
con rendición de cuentas la administración de los presupuestos. Esto pasa por restaurar
la autonomía del BCV en el control de las reservas internacionales y la emisión
de dinero.
También es necesario
contar con unos medios de comunicación independientes que apoyen la contraloría
ciudadana para investigar, denunciar y castigar las aberraciones en las que se
sustenta el modelo de expoliación, hasta sustituirlo por un verdadero modelo
económico que rescate el uso de los instrumentos de política económica, en
función de impulsar la transición de una economía rentista, estatista e
importadora hacia una economía exportadora, sustentada en el emprendimiento, el
valor del trabajo y el esfuerzo productivo.
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