miércoles, 5 de marzo de 2014

El ADN del rentismo


Por: Víctor Álvarez R.

El genoma económico del capitalismo rentístico es portador de potenciales patologías que es necesario comprender para evitar su desarrollo. Solo así se estará en condiciones de elaborar una adecuada teoría que permita mantener bajo control su comportamiento tan particular.

El capitalismo rentístico tiene su fundamento en la valorización de la naturaleza por el mercado mundial. En el caso del petróleo, el Estado –al ser el propietario de las riquezas del subsuelo-, recibe una renta cuyo contenido económico es la captación de un plusvalor internacional, el cual distribuye luego en favor de los factores económicos y sociales internos.

La primera alteración en el ADN de una economía rentista la encontramos en un ingreso en divisas que no es fruto del esfuerzo productivo. Este súbito ingreso confiere una capacidad de compra superior a la que pudiera resultar de la distribución del ingreso generado por los factores productivos internos. La inyección de la renta internacional a la circulación nacional origina una demanda que no puede ser abastecida por el precario aparato productivo local. Y entre producir e importar, se suelen apelar al expediente fácil de comprarle al resto del mundo lo que con esfuerzo y constancia debería comenzar a producirse nacionalmente.

En la secuencia del ADN del rentismo aparece de inmediato otra alteración. Debido a la presión inflacionaria que ejerce el desequilibrio entre la pujante demanda y la rigidez de la oferta, se recurre al anclaje cambiario como instrumento de política antiinflacionaria. Al congelar el precio oficial de la divisa se abaratan las importaciones que se hacen con ese dólar subsidiado, pero esto termina siendo “pan para hoy y hambre para mañana” debido a que el dólar barato estimula toda clase de importaciones que frenan y desplazan la producción nacional. La situación hace crisis cuando se retrasa la liquidación oportuna de divisas y se activa de inmediato un mercado paralelo hacia el cual se desplaza la demanda insatisfecha.

En la aberración genética del paralelo, los especuladores cambiarios encuentran el caldo de cultivo perfecto para amasar grandes ganancias, al disparar el tipo de cambio muy por encima de la tasa oficial. Este enorme diferencial es causa de una de las más perniciosas patologías inherentes a la lógica parasitaria e inmoral del capitalismo rentístico, la cual se expresa en los ilícitos cambiarios y fraudes que se cometen en contra del interés nacional. La sobrefacturación de importaciones, la subfacturación de exportaciones, las importaciones ficticias por empresas de maletín, la reventa del cupo electrónico, los raspatarjetas son la expresión al mayor y al detal de las taras que puede desarrollar una economía rentista.

Al no comprender el ADN que explica el comportamiento patológico de una economía rentista, se suelen aplicar remedios que resultan ser peor que la enfermedad. Si se quieren resultados diferentes ha llegado el momento de hacer las cosas de manera diferente. Se impone una profunda revisión y rectificación de la política cambiaria para superar la economía de puertos y reimpulsar la construcción de un nuevo modelo productivo sustentado en la agricultura y la industria que aseguren el logro de la soberanía alimentaria y productiva.    

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