miércoles, 5 de marzo de 2014

Honrar la Vida

Por: Víctor Álvarez R.

En estos tiempos en los que las relaciones personales parecieran cada vez más gobernadas por el interés económico y el cálculo político, se hace necesario reivindicar la importancia de la amistad auténtica, fraguada al calor de la virtud y los valores. Con frecuencia, los colegas de trabajo, los conocidos del vecindario, los correligionarios o compañeros de causa se consideran amigos. Pero basta con un cambio de empleo, una mudanza, abandonar el templo o criticar la causa que comparten para que ese vínculo se debilite y desaparezca. Son relaciones pasajeras, sin lazos sólidos y muy vulnerables al menor cambio en las circunstancias. Basta con que el “amigo” pierda el cargo para que sea inmediatamente desplazado por su sustituto.   
El amiguismo, el compadrazgo y el tráfico de influencias es práctica común en esas relaciones utilitarias, cuyo interés es cultivar contactos y palancas para conseguir un empleo, un cupo en la universidad, un crédito, una fecha para un bautizo, un pasaporte o una cama en un hospital. Son “amigos” del gerente general, de la presidenta del condominio, del párroco de la iglesia, del gobernador o del ministro. Nunca son “amigos” de la persona sino del cargo y se aprovechan de esos vínculos en beneficio propio o para hacer “favores” a terceros que luego cobran.
La amistad auténtica es un sentimiento desinteresado y sincero. Se alimenta de la consideración y respeto mutuo, de la lealtad y la solidaridad en un marco de principios y valores compartidos. Es profundamente ética y justa y nunca pretende aprovecharse de nada. Contar con buenos amigos es vital para satisfacer las necesidades intelectuales, emocionales y espirituales de nuestro desarrollo humano integral. Los verdaderos amigos saben que una amistad desinteresada y sincera está fundada en la virtud y es un hermoso tributo a la grandeza humana.
Por eso mis mejores amigos los he cultivado en el campo del pensamiento crítico, leal y comprometido con la construcción de una nueva sociedad libre de desempleo, pobreza y exclusión social. Comparto con ellos la convicción de que pensar críticamente es honrar la vida, es asumir una posición valiente que no siempre es bien comprendida. En la construcción del socialismo venezolano, por muy diferentes que sean nuestras ideas, su esencia democrática pasa por reconocer que la libertad la necesitan sobre todo los que piensan de otra manera, para que así se pueda opinar con sinceridad y sin temor. No es una señal de debilidad del proceso revolucionario sino su principal fortaleza.
Para construir una sociedad de seres humanos libres, el pensamiento crítico tiene que ser un derecho de todos y no un privilegio exclusivo de quienes están en el poder. Al comenzar el 2014 hago votos por el reconocimiento de la crítica leal y comprometida con el avance de la construcción socialista en Venezuela y asumo como mía la letra de esa hermosa canción de Eladia Blázquez que dice: “Hay tantas maneras de no ser, tanta conciencia, sin saber, adormecida. Merecer la vida no es callar y consentir tantas injusticias repetidas. Es una virtud, es dignidad, y es la actitud de identidad más definida. Eso de durar y transcurrir no nos da derecho a presumir, porque no es lo mismo que vivir: honrar la vida.” @victoralvarezr

1 comentario:

  1. Buen artículo. Hoy día, es difícil cultivar una amistad verdadera, la política de estos tiempos es personalista, adversa al humano y no a la idea. Me permito recordarle un fragmento de un poema del Chino Valera Mora: "Llamadme, solamente llamadme, cuando llegue el día de las canciones colectivas..." Saludos y respetos. @okoima_86

    ResponderEliminar