Por: Víctor Álvarez R.
La ninfomanía del dólar, es una adicción al dólar preferencial -que suministraba
antes Cadivi y ahora Cencoex- para realizar las importaciones esenciales que necesita el país, pero
que ha devenido en una demanda insaciable de divisas a la tasa oficial, para luego revenderlas lo más caro que se
pueda a través de las más asombrosas modalidades de ilícitos cambiarios.
La política cambiaria se ha basado en anclar el precio oficial de la
divisa durante varios años. Mientras el dólar preferncial se mantiene fijo, la cotización
del paralelo ha llegado a sextuplicar la tasa de cambio oficial. Ante
semejante incentivo, empresarios, instituciones y ciudadanos de a pie se lanzan
tras la captura de un cupo de Cadivi/Cencoex. La autorización para abrir cuentas en
dólares y la emisión de bonos de la
deuda que se pagan en bolívares, pero que al vencerse se cobran en dólares, ha
contribuido a la cultura de la dolarización y a exacerbar el cadivismo, al
extremo que -según datos del BCV-, los activos privados de origen
venezolano en el exterior ascendieron a $ 160.000 millones al cierre de 2012.
Estos incentivos, aunado a la rigidez de la política cambiaria, recrudecen
la demanda de dólares que se depositan en la banca internacional, a la espera
de las cuantiosas ganancias que se amasan con cada devaluación. A pesar de las
urgentes necesidades de divisas que tiene el país, no hay incentivos para la
repatriación de los miles de millones de dólares de origen venezolano que se
mantienen en el exterior. Y así, todo el peso de atender las importaciones
imprescindibles para el buen funcionamiento de la economía, recae sobre las
reservas internacionales que se suministran a través de Cadivi/Cencoex.
Mientras la tasa oficial se
mantenga fija y la brecha con el paralelo crezca cada vez más, se exacerbará la
insaciabilidad de un dólar subsidiado. Por eso, la posibilidad real de superar el
cadivismo y profundizar la transformación de una economía rentista e
importadora en un nuevo modelo productivo exportador requiere una profunda
revisión y rectificación de la política cambiaria. Anclar la tasa oficial para
luego aplicar maxidevaluaciones de 100% y 46,5% solo favorece a quienes tienen miles de
millones de dólares depositados en el exterior. Las maxidevaluaciones atizan la
inflación que devora la capacidad adquisitiva de los trabajadores que viven de
un ingreso fijo; y, al dejar anclado nuevamente el tipo de cambio en un
contexto inflacionario, tampoco se contribuye a fortalecer la competitividad
cambiara de las exportaciones, ni a mejorar el déficit fiscal.
La crítica al cadivismo, (así también se le llamó a la ninfomanía del dólar), como expresión de la cultura
rentista tiene que abrirle paso a una nueva política cambiaria dinámica y
flexible, que cierre la brecha con el mercado paralelo y logre la estabilidad
de la tasa de cambio. Es así como se podrá alcanzar un precio del dólar que
exprese la verdadera productividad de la economía, estimule la repatriación de
capitales, la sustitución de importaciones y la diversificación de las
exportaciones no petroleras, de tal forma que la única fuente de divisas no sea
la pública, sino que surja una oferta privada que alivie las presiones que
antes cayeron sobre Cadivi y actualmente recaen sobre Cencoex. @victoralvarezr
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