viernes, 25 de septiembre de 2015

La destrucción creativa

Víctor Alvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
Una Revolución verdadera es un proceso de destrucción creativa: destruye lo viejo e inferior y lo suplanta por lo nuevo y superior. La sincronización de este proceso es clave para no dejar vacíos que faciliten la restauración del viejo orden que, aunque doblegado, nunca quedará del todo erradicado.

El socialismo como aspiración humana  de construir una sociedad libre de cualquier forma de explotación, opresión y discriminación, no ha fracasado. La implosión del modelo soviético fue justamente porque se quedó muy lejos de los umbrales del socialismo, de la misma forma que el neo-rentismo venezolano está en crisis debido a que se limitó a repartir la renta petrolera para aliviar la pobreza, sin erradicar las causas estructurales del desempleo y la exclusión. Evitar que el socialismo termine estigmatizado por los estragos que se cometen en su nombre, pasa por corregir las desviaciones y errores que desdibujan su esencia.

Destruir la economía capitalista sin construir simultáneamente una eficiente economía socialista es lo que nos tiene atrapados en este círculo vicioso de escasez, acaparamiento, especulación e inflación. Poner en marcha una empresa requiere un largo proceso de maduración que puede llevar años. Pero la hostilidad contra la empresa privada, sin demostrar que las empresas expropiadas funcionan, ha sido el atajo perfecto para agravar el creciente malestar que provocan las interminables colas para conseguir los artículos de primera necesidad. Y si la destrucción de lo viejo no termina de sincronizarse con la construcción de lo nuevo, la gente que sufre el azote de esos flagelos concluirá tajantemente que: “si esto es el socialismo mejor me quedo con el capitalismo”. Así se restaurará el orden anterior y pasará mucho tiempo para que la gente sencilla del pueblo vuelva a creer en el socialismo como vía para lograr la igualdad, la justicia y la libertad. Esto ya pasó en la URSS y los países del llamado socialismo del siglo XX, por si acaso alguien todavía no se ha enterado.   

La caída del PIB por segundo año consecutivo ha servido para afirmar ingenua y hasta irresponsablemente que lo que está cayendo es el capitalismo. No habría ningún riesgo si esta caída de la producción capitalista fuese inmediatamente compensada con el crecimiento de la producción socialista, pero lo cierto es que ésta brilla por su ausencia en las cuentas nacionales del BCV y no crecerá en un ambiente macroeconómico adverso, plagado de controles en el que ni siquiera la economía estatal se puede sostener, a no ser por los créditos adicionales que les aprueba el gobierno central.

Superar la crisis de escasez que tiene obstinada a la población exige comprender sin dogmas ni prejuicios el papel que puede cumplir la inversión privada nacional y extranjera en la construcción de una sociedad libre de desempleo, pobreza y exclusión social. Promover la inversión productiva implica revisar y rectificar las desviaciones de la política económica y sanar las heridas que han impedido la cooperación entre los sectores público y privado. De lo contrario se reeditarán los mismos errores que llevaron al colapso del socialismo del siglo XX, al criminalizar la iniciativa privada, inhibir el espíritu emprendedor y frenar el desarrollo de las fuerzas productivas, que fue justamente la causa de los problemas de escasez e inflación que minaron la confianza del pueblo en una dirigencia que nunca cumplió su promesa de asegurarles una vida mejor. @victoralvarezr 

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