Por: Víctor Álvarez R.
El
empeño de la derecha por desestabilizar el país debe ser contrarrestado por el
nuevo equipo ministerial, garantizando, entre otras cosas, la gobernabilidad
económica. No se le pueden dar pretextos para calentar la calle, explotando los
problemas de inflación, acaparamiento y especulación que afectan a la población.
En el primer trimestre la inflación acumulada llegó a 7.9 %. Si este
ritmo se mantiene el resto del año, la inflación puede escalar al 30 %. El
control de precios ha mostrado sus límites. Se controla el precio final pero se
mantienen liberados los precios de las materias primas, insumos y maquinarias.
Así, los costos superan el precio controlado y desestimulan la producción. Es típico que en la antesala de un proceso
electoral surjan brotes de acaparamiento y especulación con el objetivo de
causar malestar en el electorado. Pero los sostenidos índices de escasez en
Venezuela se deben a un problema estructural. Incluso, en la red Mercal y PDVAL
–que no fueron creadas para acaparar ni especular-, se observan anaqueles
vacíos, evidencia de una escasez que tiene su causa en la debilidad del aparato
productivo.
Si el
financiamiento del déficit fiscal por parte del BCV se convierte en una
práctica reiterada, las consecuencias pueden ser nefastas. La expansión de la
liquidez monetaria sin su correspondiente respaldo en el aumento de la oferta
de bienes y servicios, se traduce en un deterioro del poder de compra de la
moneda. De hecho, la
monetización del déficit fiscal mediante el financiamiento del BCV ha provocado
un crecimiento sin precedentes de la liquidez monetaria. Y ésta es una de las
causas propagadoras de la inflación. En la práctica se trata de un impuesto
inflacionario que recae con más peso sobre la capacidad adquisitiva de los
sectores que viven de un sueldo fijo. Se debe poner freno a la expansión de dinero sin respaldo, toda vez
que esto nos llevaría a sufrir una inflación cada vez mayor.
Construir un nuevo modelo productivo exige una
eficiente intervención del Estado para orientar un proceso que no puede quedar
a merced de las fuerzas ciegas del mercado. Sin embargo, las contradicciones entre
las políticas macroeconómicas y sectoriales con frecuencia anulan los
incentivos gubernamentales a la producción. Es el caso del anclaje cambiario que, al congelar por años el precio
oficial de la divisa, se traduce en un subsidio al dólar y a las importaciones
que desplazan la producción nacional. Corregir esta problemática requiere una política cambiaria dinámica y flexible,
con ajustes periódicos en el precio oficial del dólar. El reto está en
encontrar una tasa de cambio que exprese la productividad real de la
agricultura y la industria.
Por lo tanto, para impulsar la transformación
productiva es necesario armonizar la política fiscal, cambiaria, monetaria y
financiera con la política agrícola, industrial y tecnológica, con el fin de
propiciar las transformaciones estructurales en el aparato productivo que
permitan sustituir importaciones, diversificar exportaciones y lograr la
soberanía productiva que nos libere de la voracidad inflacionaria y de las
perversas prácticas del acaparamiento y la especulación.
Me parece que es el propio Gobierno que juegan a la desestabilizacion económica del pais , o la de algunos funcionarios , No crees ?
ResponderEliminar