Escribe: Víctor Álvarez R.
Para comprender los violentos
sucesos que hace once años estremecieron a Venezuela, es necesario explicar la
esencia del conflicto entre el Gobierno de Chávez y las poderosas élites de la
tecnoburocracia que se habían apoderado de PDVSA. Los gerentes petroleros de la IV República, antes de
entregar al fisco cualquier incremento en el ingreso petrolero, preferían
destinarlo a aumentar las capacidades de extracción, aún si esto pudiese quebrantar
la disciplina de cuotas de la OPEP y provocar considerables bajas en los
precios del crudo. La gerencia de PDVSA llevó a cabo una política orientada a maximizar
los volúmenes de producción, rompiendo una y otra vez la disciplina de cuotas
de la OPEP. Precisamente, esta fue una de las principales causas del derrumbe
de los precios petroleros en los años previo a la llegada de Chávez al gobierno.
Así
fue como PDVSA se fue convirtiendo en un Estado
dentro del Estado y se concentró en su propia agenda: evadir los controles
del gobierno para maximizar los volúmenes de producción -incluso por encima de
la cuota de la OPEP-, y evitar por todos los medios pagar al fisco cualquier
ingreso adicional en forma de regalías, impuestos o dividendos. La mal llamada meritocracia también se propuso capturar un considerable porcentaje del
ingreso petrolero para aumentar sus remuneraciones, beneficios y privilegios.
Tan pronto asumió
el gobierno en 1999, Chávez puso en marcha una política dirigida a recomponer
la disciplina de cuotas en el seno de la OPEP, en función de reivindicar un
precio justo e implantar un nuevo régimen fiscal a favor de la Nación que
permitiera recuperar el ingreso petrolero. Con este fin, organizó en Caracas, en
septiembre del año 2000, la Segunda Cumbre de Jefes de Estados de la OPEP, en
la que se construyó un exitoso acuerdo para restablecer el sistema de cuotas y recuperar
los precios del petróleo. Y en efecto, estos comenzaron a ascender de 7 dólares
el barril hasta perforar el umbral de 100.
A partir de entonces, los ingresos petroleros del
país ascendieron de manera sostenida. Además del ISR que paga PDVSA, se
comenzaron a cobrar los dividendos que las filiales en el extranjero habían
dejado de cancelar al Estado venezolano, en su condición de propietario y
accionista. Se aumentó el cobro de la regalía petrolera de 16,5% a 33%, que es
la tasa de compensación que recibe el Estado por la liquidación de un recurso natural
no renovable. En el caso de la Faja esta subió desde 1% a 33%. Todo esto
proporcionó los recursos necesarios para financiar la inversión social, gracias
a la cual se logró una drástica reducción de los altos niveles de desempleo,
pobreza y exclusión social.
La decisión de fortalecer la OPEP, restablecer el sistema de
cuotas, implantar un nuevo régimen fiscal petrolero y rescatar PDVSA con
el fin de maximizar la renta y poder financiar la inversión social que
permitiera derrotar los flagelos sociales heredados de la IV República,
constituyó el detonante de los cruentos conflictos que dieron origen al Golpe
de Estado que derrocó temporalmente a Chávez en abril del año 2002. Hoy, 14 de
abril, se cumplen 11 años del retorno de Chávez a la Presidencia, en los
hombros de un pueblo que cantó: “volvió, volvió, volvió”.
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