Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
¿Qué va a pasar en Venezuela? Esta es la
pregunta que se hace el ciudadano de a pie, el funcionario público, el
empresario nacional, el inversionista extranjero, los ministros del gobierno,
los diputados a la Asamblea Nacional y hasta el propio Presidente de la
República.
La crisis económica que se manifiesta a
través de la escasez de alimentos y medicinas, la especulación e inflación; el
desempleo y empobrecimiento generalizado de la población como consecuencia
inevitable de una pésima gestión de gobierno, genera un creciente malestar social.
Las tensiones en el liderazgo opositor han impedido amalgamar el malestar
social para convertirlo en una poderosa fuerza transformadora, capaz de
impulsar los cambios políticos que se requieren para superar la crisis económica
y social.
Si el descontento social no se expresa
en una contundente crisis política que le quite el margen de maniobra que
mantiene con vida al Gobierno, la actual inercia continuará. Inicialmente se
creyó que el fulminante triunfo de la Oposición en las parlamentarias del 6-D
sería el detonante de un conflicto de poderes que inmovilizaría al Gobierno y
lo obligaría a negociar. Pero en el pulso de la confrontación de poderes, el
Gobierno le ha doblado el brazo a la AN, la cual prácticamente ha quedado
anulada al ser declarada en desacato por el TSJ, sin que pueda hacer valer los
mandatos de la Constitución que la habilitan para controlar los actos del Poder
Ejecutivo.
Las torpezas tácticas de la Oposición
han prologado la esperanza de vida de un Gobierno que parecía tener los días
contados si se activaba a tiempo el Referendo Revocatorio (RR). Sin embargo, la
MUD perdió un valioso tiempo mientras decidía entre Enmienda Constitucional,
Asamblea Nacional Constituyente, Renuncia de Maduro y RR. Con ese retraso dio
una excusa perfecta al oficialismo para demorar el revocatorio para el 2017,
con las consecuencias que ya todos conocemos.
Al tanto de que las salas constitucional
y electoral del TSJ fueron colonizadas por el oficialismo, y que ante cualquier
consulta para dirimir las controversias entre el Ejecutivo y el Legislativo el
TSJ siempre se pronunciaría a favor del Gobierno, aun así la dirigencia de la
MUD ha pisado ingenuamente todas las conchas de mango que con más audacia y
malicia le ha tirado el oficialismo.
La MUD:
estrategia sin táctica
El peor error táctico de la MUD fue incorporar
a los diputados del estado Amazonas, cuya elección fue invalidada por el TSJ. Convirtió
en un punto de honor la juramentación de los diputados de Amazonas, cuando lo
estratégico era preservar la AN que ya había sido sentenciada por el Gobierno a
comienzos del año. En lugar de incorporarse a la AN, estos han debido recorrer
el mundo para denunciar la arbitrariedad cometida en contra de la
representación indígena en el Parlamento. Pero su reincorporación sirvió de
pretexto para declarar a la AN en desacato y anularla para efectos prácticos,
ya que ahora el Gobierno puede actuar sin pasar por el control parlamentario. A
su vez, el TSJ tiene una razón adicional para declarar inconstitucionales las
decisiones de la mayoría opositora en la AN.
A pesar de que la Oposición logró el
control de la AN con una abrumadora mayoría, no fue capaz de evitar la
aplanadora con la que una y otra vez le ha pasado por encima un Gobierno precario
con bajísimo respaldo popular. Ni siquiera pudo impedir el tiro de gracia que
significó la decisión del TSJ de declararla en desacato y disolverla en la práctica.
Con tantos errores tácticos, la MUD desaprovecho la mayoría parlamentaria para acumular
más fuerzas a través de la reinstitucionalización del CNE, el BCV, la CGR y otros
entes del Estado. Las torpezas cometidas por algunos factores de la MUD en su desesperación
por revocar el mandato de Nicolás Maduro le ha costado muy caro a toda la
Oposición y ha defraudado las expectativas de diálogo y entendimiento que tenía
el electorado cuando les dio el control de la AN por abrumadora mayoría.
Escenarios
ante la crisis
Movilizar el descontento para calentar
la calle y provocar la caída del Gobierno, tal como se intentó con las
guarimbas del 2014, desencadenaría una represión masiva e indiscriminada. Y en
ese escenario la Oposición lleva las de perder, ya que el Gobierno cuenta con
el apoyo militar y policial como fuerzas represivas del Estado.
Descartado un escenario violento que
desemboque en una salida militarista y dictatorial, la solución negociada a la
actual crisis nacional está condicionada por parte de la Oposición a la libertad
de los presos políticos, el retorno de los exiliados, el cese de las
persecuciones y la represión, la autonomía de los poderes públicos y el reconocimiento de la AN para la renovación
del CNE y la reinstitucionalización del Estado. Aquí el juego está trancado a
pesar de la mediación de los expresidentes Rodríguez Zapatero, Martín Torrijos
y Leonel Fernández.
Ante la barrida que sufrirían el chavismo
en las elecciones de gobernadores y alcaldes si estas se realizan después del
RR, otro escenario que se maneja es el de la renuncia de Maduro para convocar
una mega-elección de presidente, gobernadores y alcaldes, de tal forma que el
oficialismo pueda aprovechar la plataforma del gobierno central, antes de que esta
caiga en manos de la Oposición. Este
escenario fue adelantado por
Juan Barreto, ex alcalde metropolitano y coordinador nacional de REDES, quien aseguró
que se está negociando la renuncia de Maduro para evitar la desaparición
del chavismo: “al presidente le han recomendado que renuncie para que
no se mida, porque si se mide podría perder hipotéticamente el Revocatorio y de
perderlo con 80% podría sepultar al chavismo”.
Otro escenario se
refiere a la aplicación de la Carta Democrática de la OEA, lo cual implica que
el Secretario General o un Estado miembro soliciten nuevamente la convocatoria
del Consejo Permanente para verificar la "alteración del orden
constitucional que afecte gravemente su orden democrático". Los estados miembros tendrían
que pronunciarse en la Asamblea General o en la consulta a los cancilleres para
determinar si finalmente se aplicará la suspensión de
Venezuela en la OEA, lo cual terminaría en su aislamiento internacional. Luego de los cambios de
gobierno en Argentina y Brasil, Venezuela prácticamente ha sido anulada en el Mercosur
desde donde sopla viento a favor de la aplicación de la Carta Democrática,
cuestión que obligaría a Maduro a sentarse en la mesa de negociación para
acordar al menos un Gobierno de Coalición. @victoralvarezr
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