lunes, 22 de septiembre de 2014

¿Cómo ganar la guerra económica?


Por: Víctor Álvarez R.

La guerra económica tiene como fin provocar una creciente escasez, acaparamiento, especulación e inflación para generar malestar en la población, minar la base de apoyo social del gobierno, lograr su derrota en las elecciones parlamentarias de 2015 y activar el referendo revocatorio en 2016. Enfrentar con éxito esta amenaza impone cortar de raíz el margen de maniobra que la propia política económica del gobierno bolivariano le concede a sus enemigos, quienes aprovechan al máximo las posibilidades de acaparar, especular y contrabandear para desestabilizar la economía y crear una crisis de gobernabilidad. 

Eliminar incentivos a la especulación cambiaria

La enorme brecha entre los extremos del régimen de cambios múltiples se ha convertido en un incentivo para atraer a los especuladores que buscan echarle mano a los dólares baratos de Cencoex para venderlos caros a la tasa de Sicad 2 o del paralelo. Esta abismal diferencia exacerba la mentalidad rentista hasta en el ciudadano de a pie, quien busca viajar a la tasa de 11 Bs/$ y al regreso pagar los gastos revendiendo el cupo de $ 500 a 80 Bs/$. Otros arman redes para obtener asignaciones a 49 Bs/$ en Sicad 2 que luego revenden en el paralelo. La especulación cambiaria se desborda con los delitos de sobrefacturación de importaciones, subfacturación de exportaciones, empresas de maletín, “raspacupos” y demás negocios ilegales a través de los cuales se sigue defraudando a la Nación. Derrotar a los especuladores implica cortar por lo sano y unificar las múltiples tasas de cambio para que se acabe de una vez por todas el perverso incentivo al rentismo parasitario y corrupto que ofrece la propia política cambiaria.
      Eliminar incentivos al contrabando de extracción
La política de precios se basa en un sistema de subsidios a fin de garantizar precios solidarios a los trabajadores venezolanos. Por eso, los productos de la canasta básica, combustibles, electricidad, gas doméstico, agua potable, etc. se mantienen congelados durante varios años. Sin embargo, suele ser tan bajo el PVP en el mercado nacional en comparación con los países vecinos, que esa diferencia estimula un descomunal contrabando de extracción. Según datos de voceros oficiales, por esta vía se pierde más del 40% de los productos subsidiados, siendo esta una de la causas de la escasez que azota a los consumidores locales. Un solo dato: en Colombia el litro de gasolina que cuesta 2.275 pesos, en Venezuela se consigue a solo 29 pesos. Dicho en bolívares, lo que aquí cuesta apenas 0.097  céntimos, allá cuesta Bs 7.5. Llenar en la frontera un tanque de 80 litros sale en 2.320 pesos, lo que cuesta un solo litro en Colombia. Así, lo que compran por 2.320 pesos lo revenden luego por 182.000 pesos. Con un viaje diario obtienen $ 500 a la semana y $ 2.000 al mes. Mientras se mantenga semejante diferencial de precios persistirá el incentivo al contrabando de extracción, el cual asciende a 100 mil barriles diarios, según la propia Pdvsa. Con base en un precio de 100 $/barril, 100 mil barriles diarios por 365 días al año equivalen a $ 3 mil 650 millones al año, un negocio que genera a las mafias sumas más que suficientes para corromper y amenazar a quienes terminan siendo cómplices y parte del contrabando de extracción. Y lo mismo ocurre con los alimentos, medicamentos, productos de higiene personal, etc., cuya escasez se sufre incluso en la red Mercal, Pdval, Bicentenario y Farmapatria, donde se observan anaqueles vacíos. Así, el millardario desembolso que el gobierno hace al subsidiar productos de primera necesidad termina siendo anulado, no solo por las poderosas mafias de contrabandistas, sino por los propios buhoneros y revendedores del sector informar que a cada nuevo control le inventan su manera de burlarlo. Derrotar a los contrabandistas, bachaqueros y revendedores implica nuevamente cortar por lo sano, homologando el precio de estos bienes al nivel que tiene en los países vecinos  y acabar así con el incentivo al contrabando de extracción que ofrece ese enorme diferencial de precios. ¿De qué vale un PVP subsidiado y controlado si el producto no se consigue?.
     Eliminar los factores propagadores de la inflación
El control de precios ha mostrado sus límites. Se controla el precio final pero se dejan liberados los precios de los insumos. Así, hasta en la economía social los costos de producción superan el precio controlado y desestimulan la producción. Como nadie produce para perder, surgen brotes de acaparamiento que agravan la escasez. Y cuando finalmente se corrige el rezago de varios años, se liberan las compuertas de la inflación que estaba artificialmente represada. 
La inflación anualizada al mes de agosto está en 63,4 %. Si esta tendencia sigue, a final de año la inflación puede estar cerca del 100 %. Cuando los bancos centrales pueden crear dinero, suele ser una tentación para un gobierno en déficit buscar financiamiento en el instituto emisor, a través de la emisión de bonos que la autoridad monetaria compra. Al mes de agosto, el financiamiento del BCV a Pdvsa supera los Bs 515.853.533 millones, sin que la producción haya aumentado en la misma proporción. La expansión de la liquidez monetaria -sin respaldo en el aumento de la oferta de bienes-, se traduce en un deterioro del poder de compra de la moneda. Derrotar la inflación exige prohibir el financiamiento del déficit fiscal por parte del BCV, toda vez que el crecimiento de la liquidez monetaria en un mercado afectado por crecientes índices de escasez es una de las causas propagadoras de la inflación. En la práctica se trata de un impuesto inflacionario que recae con más peso sobre la capacidad de compra de los sectores que viven de un ingreso fijo, que es justamente la base de apoyo social que a la Revolución Bolivariana le interesa proteger y preservar. @victoralvarezr

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