viernes, 12 de septiembre de 2014

¿Es necesario un gobierno de coalición?


Por: Víctor Álvarez R.

En los violentos disturbios que sacudieron recientemente al país, diferentes líderes y gobernantes de América Latina -aliados de la Revolución Bolivariana-, recomendaron un gobierno de coalición para aislar a los factores violentos y antidemocráticos. A las sugerencias públicas de Lula, siguieron los consejos de Rafael Correa y Pepe Mujica de corregir los errores de política económica, a fin de estimular la inversión y reactivar la producción. Incluso Unasur envió cancilleres para facilitar ese proceso de diálogo.

La crisis política luce hoy superada, más no así la crisis económica. La inacción gubernamental -al no tomar las medidas cambiarias, fiscales, monetarias y de precios que tiene al alcance de la mano para corregir los desequilibrios macroeconómicos- castigan la actividad productiva y agravan los problemas de escasez, acaparamiento, especulación e inflación que tanto malestar causan en la población. El gobierno luce paralizado por sus contradicciones internas y por la manipulación de los sectores de izquierda y derecha que aterran a la gente diciendo que viene un programa de shock, a la usanza de los impuestos por el FMI. Los factores de la oposición, en lugar de asumir un liderazgo propositivo favorable a la adopción de las medidas para superar la crisis económica, se empeñan en una guerra de desgaste que -si bien potencia el referendo revocatorio-, haría inviable un gobierno de la oposición, ante la gravedad de los problemas económicos que heredarían.

Una postura sensata de ambas partes llevaría a retomar el diálogo político para acordar un gobierno de coalición, con un programa básico que detenga el deterioro de la economía y así evitar que éste se convierta en el detonante de una nueva crisis de gobernabilidad, con creciente conflictividad social que sería aprovechada por la derecha fascista para buscar las muertes que sirvan de pretexto para un golpe de Estado. La represión generalizada activaría una férrea resistencia popular que un eventual gobierno de la oposición -electo en las urnas- no podría controlar y, en consecuencia, tampoco podría gobernar.

El gobierno tiene que evitar el desgaste que significa encarar un referendo revocatorio y la oposición debe contribuir a sanear la economía, si quiere alimentar sus esperanzas de gobernar en un clima de paz social. La solución de los problemas económicos revitalizaría las probabilidades del gobierno para su reelección en las elecciones de 2019, y también incrementaría las probabilidades de aquella parte de la oposición que no está pensando en salidas violentas, sino que tiene la mira puesta en las elecciones parlamentarias y presidenciales. De allí la conveniencia para ambos de crear los consensos necesarios para sincerar el precio de la gasolina, unificar el régimen de cambios, aprobar la reforma fiscal, retomar la disciplina monetaria y reorientar los incentivos de política económica en favor del aparato productivo nacional. La aplicación de este conjunto de medidas tendría un impacto positivo sobre la mayoría de la población, toda vez que no se trata  de un ajuste antipopular que genera pobreza y exclusión, sino de corregir los errores de la política económica que ponen en peligro la gobernabilidad. @victoralvarezr

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