Por Alicia Hernández/KonZapata.com.- Víctor Álvarez, investigador
del Centro Internacional Miranda, señala que “el Gobierno está preso de muchos
tabúes, de muchas creencias limitantes. Le sigue atribuyendo a la unificación
cambiaria un impacto inflacionario. La inflación en alimentos la explican otros
problemas como el acceso a semillas, la falta de agroquímicos, problemas de
almacenamiento, transporte… Pero el Gobierno sigue creyendo que es el cambio y
hace un tremendo sacrificio fiscal que no le permite conseguir el objetivo”.
Por Alicia Hernández.- Víctor Alvarez opina que sincerar el precio de la gasolina, ya casi es un clamor nacional, es un tiro al piso. El país empieza a ver de manera crítica a quienes se oponen con falsos argumentos a sincerarlo. Se podrían levantar entre 12 mil y 15 mil millones de dólares.
-El
barril de petróleo no está a 60 dólares, ¿qué colchón tiene el gobierno para
maniobrar?
-El
cálculo para saber cuánto es el déficit, el tamaño del problema del Gobierno
hay que hacerlo necesariamente con el cálculo del barril a 60, porque fue el
precio que usó en la base de cálculo del presupuesto 2015, que se presentó a la
Asamblea Nacional. La diferencia es entre ese precio y el que se está
vendiendo. Hemos llegado a 40 dólares el barril, la semana pasada ya estábamos
en 50, el ajuste habrá que hacerlo semana por semana, mensualmente, para ver el
tamaño del déficit. Calculando la venta a 60, puede ser de 18 puntos o 20
puntos del Producto Interior Bruto.
-¿A
cuánto equivale un punto del PIB?
-El
último dato oficial que tenemos del PIB es de 2013 y ahí dice que era de 438
mil millones de dólares. Un punto del PIB equivale a 4.382 millones de
dólares. El déficit es de 78.900 millones.
-¿De
dónde sacar ese dinero, recortar gastos y aumentar ingresos para que ese
déficit del gasto se regule?
-Hay
un margen de maniobra importante, que si el Gobierno toma oportunamente las
medidas pudiera compensar el 75% o 80% de ese déficit. En primer lugar, debería
completar la unificación cambiaria. La viene haciendo por retazos.
-¿El
SIMADI sería un intento de esa unificación cambiaria?
No
solamente Simadi, hay otras decisiones precedentes. El Gobierno viene dando
pasos en función de la unificación cambiaria. No toma la medida de golpe y
porrazo, no procede de una vez por la manipulación mediática que se puede hacer
de la medida. Ya sólo con el SIMADI se está hablando de una megadevaluación,
cuando en sentido estricto no lo es, porque el mayor monto de divisas se va a
liquidar a 6,30 y a 12, y el SIMADI se espera que sea un mercado para los
privados. En rigor, no la hay. No la hace de una vez porque en año
electoral la oposición pudiera sacarle punta. Cambios, por ejemplo, aparecen en
el Convenio Cambiario número 30, donde se decide que el porcentaje de divisas
que le tiene que dar PDVSA al Fonden en bolívares, que los venía vendiendo a
6,30 el BCV, lo puede vender a cualquier tasa de cambio. Obviamente lo va a
hacer a Sicad o a Simadi para entregarle más bolívares a Fonden. Ahí hay
un deslizamiento de la tasa de cambio. Ahí sí pudiéramos decir que hay una
devaluación. Lo mismo podríamos decir con el Convenio Cambiario número 32,
donde se autoriza a PDVSA a vender el ingreso en divisas proveniente de los
acuerdos energéticos a cualquier tasa de cambio. No lo va seguir haciendo a
6,30, seguro que lo hará a Sicad o a Simadi. En el 33 hay otro paso más en esa
dirección. Tiene que hacerlo porque es la única manera de liberar a PDVSA del
enorme peso que supone tener que vender la mayoría de su ingreso en divisas a
unos precios tan bajos como 6,30 y 12. La principal causa del déficit de PDVSA es
la obligación que tiene de rematar su ingreso en divisas. El país depende de
este ingreso. De cada 100 dólares que entran al país, 60 lo hacen por la vía de
PDVSA. Si esto se cambia, si se ayuda a bajar el déficit de PDVSA, ya son 10
puntos que pueden corregirse del total.
-¿Por
qué no se sincera el Gobierno y unifica de una vez?
El
Gobierno está preso de muchos tabúes, de muchas creencias limitantes. Le sigue
atribuyendo a la unificación cambiaria un impacto inflacionario. La
argumentación que da para mantener el 6,30 es para evitar el impacto en los
precios. Y resulta que cuando uno examina el índice de precios en alimentos de
2014, fue más del 100%. Es una comprobación de que congelar el sistema
cambiario ya no sirve para contener la inflación. La inflación en alimentos la
explican otros problemas como el acceso a semillas, la falta de agroquímicos,
problemas de almacenamiento, transporte… Pero el Gobierno sigue creyendo que es
el cambio y hace un tremendo sacrificio fiscal que no le permite conseguir el
objetivo. Se podrían obtener el doble de bolívares por cada dólar y corregir el
déficit fiscal. La unificación cambiaria ya estaría corrigiendo y aliviaría la
distorsión del desequilibrio monetario.
-¿Qué
más medidas se deberían tomar?
Sincerar
el precio de la gasolina. Ya casi es un clamor nacional, es un tiro al piso. El
país empieza a ver de manera crítica a quienes se oponen con falsos argumentos
a sincerarlo. Se podrían levantar entre 12 mil y 15 mil millones de dólares.
-¿Cuál
sería el precio justo de la gasolina?
No
se trata de ponerlo como Europa, Japón o Estados Unidos, busquemos una
referencia que sea más potable. Vemos lo que cuesta en países con gobiernos
progresistas con precios solidarios, como en el Ecuador de Rafael Correa, en la
Bolivia de Evo Morales, en Uruguay o Nicaragua. Allí el galón cuesta 3,70
dólares de promedio, llenar el tanque cuesta un promedio de 60 dólares.
Cada vez que uno llena el tanque en este país recibe un subsidio de 60 dólares;
al año 3.120 dólares de subsidio. Si se multiplica por 4 millones de vehículos,
da un costo de 12 mil 400 millones de dólares que el Gobierno podría levantar
para corregir el déficit. Claro, también habría que corregir el contrabando de
extracción. La propia PDVSA reconoció que diariamente se van 149 mil barriles.
Eso son 3 mil 800 millones de dólares en el negocio del contrabando de
extracción. SI corregimos esto, se corrige el 15% del déficit.
-¿Y
el petróleo que va fuera?
Habría
que revisar los acuerdos de cooperación energéticos, tan generosos y
solidarios, pero que solo eran posibles en un contexto de altos precios del
petróleo y de un abundante ingreso en divisas. Ese sacrificio ni se sentía, en
estas nuevas condiciones de descalabro del ingreso petrolero es inviable
sostenerlo. No se trata de cortar el suministro, sino de cambiar las
condiciones. Esas facturas que se cobraban a 15 o 20 años los necesita ahora el
país, se deberían cobrar a 90 o 120 días a los nuevos precios. Por ahí se
pueden levantar entre 4 mil y 5 mil millones de dólares más.
-¿Y
por qué esta medida tampoco se termina de tomar?
-De
algún modo ya se está haciendo con China, se flexibilizó el pago por años y el
volumen de barriles a despachar. A Cuba también se le ha ajustado el envío. De
98 mil barriles diarios se ha ido a 58 mil. Se ajustaron también los precios.
Si lo pagan ahora revela que eso era un acuerdo muy malo para Venezuela y que
no se debería continuar.
-¿Qué
consecuencias puede tener a corto plazo?
-Es
una máscara de oxígeno. Si ibas a cobrar el 100% en 20 años, cobras ahora el
60%. Esto serviría al corto plazo para no caer en default, que el país no deje
de pagar la deuda externa o que vaya a influenciar de una manera severa el
nivel de exportaciones esenciales y vaya a empeorar los problemas de escasez
que puedan crear una crisis de gobernabilidad en un año electoral. Se habrían
reducido ya muchos puntos del gasto actual.
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