sábado, 28 de febrero de 2015

¿Quién se opone al aumento de la gasolina?


Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias

El subsidio a la gasolina es una medida que lejos de favorecer a los sectores populares, en realidad origina una distribución regresiva del ingreso en favor de quienes más tienen. Al destinar cuantiosos recursos públicos a subsidios dirigidos a pobres y ricos por igual, se comete una injusticia redistributiva, ya que los que más tienen no necesitan que se les subsidie nada.

Lo antipopular no es aumentar el precio de la gasolina sino mantener un ruinoso subsidio que despoja a los más pobres de cuantiosos recursos que pudieran ser invertidos en su beneficio. Mientras las familias que tienen dos, tres o más vehículos pagan semanalmente solo 5 bolívares por llenar un tanque, los que no tienen carro pagan diariamente 20 bolívares para desplazarse en un sistema de transporte público cada vez más deficiente, toda vez que el pasaje más barato está en torno a 10 bolívares.

¿Cuánto cuesta el subsidio?

En Venezuela, un litro de gasolina de 95 octanos cuesta Bs. 0,097, algo más de un centavo de dólar a la tasa de 6,30 Bs/$. En EE.UU o la Unión Europea puede llegar a costar 2 $/litro. En países con gobiernos progresistas y de izquierda como Bolivia, Ecuador, Uruguay o Nicaragua, el galón de 3.78 litros cuesta $ 3.90, por encima de 1 $/litro. En estos últimos países que tienen precios solidarios para la población, llenar un tanque de 60 litros cuesta $ 60. Aquí, 60 litros x 0,097 Bs/litro sale en solo Bs 5,82, menos de 1 $ a la tasa de cambio de 6,30 Bs/$.

Si asumimos como referencia el precio del combustible en países con gobiernos progresistas, esto equivale en Venezuela a un subsidio de $ 60 cada vez que se llena el tanque, lo cual ocurre en promedio una vez a la semana. Si multiplicamos $ 60 por 52 semanas, resulta que por cada vehículo el propietario recibe $ 3.120 de subsidio anual. Y si multiplicamos $ 3.120 por 4 millones de vehículos particulares que circulan en el territorio nacional, el costo de oportunidad –o lo que se deja de percibir- asciende a $ 12.480 millones.

Por si fuera poco, el Ministerio de Petróleo y Minería ha reconocido que más de 149 mil barriles diarios pierde Venezuela debido al contrabando de extracción. Tal cifra, multiplicada por 365 días al año y luego por 90 $/barril que en promedio fue el precio del petróleo hasta el año pasado, indica que el país perdió anualmente $ 4 mil 894 millones por contrabando de combustibles.

La indecisión del gobierno

En un año electoral, los mitos y tabúes arraigados en el imaginario de la dirigencia política venezolana le atribuyen al aumento de la gasolina ser el detonante de protestas populares semejantes a las del Caracazo. El miedo al costo político y al estallido de una reacción popular ha llevado al gobierno a posponer una y otra vez esta decisión.

Si el gobierno nuevamente pospone sincerar el precio de la gasolina, esta decisión podría ser sometida a un referendo consultivo popular, tal como lo plantea el artículo 71 de la CRBV. Al ser esta una materia de especial trascendencia nacional, la decisión de fijar un precio justo para la gasolina y de qué hacer con las ganancias que se deriven de este ajuste podría ser sometida a Referendo Consultivo.

¿Cuánto debería costar el litro?

Según la Ley Orgánica de Precios Justos, un precio justo es aquel que permite cubrir los costos y obtener una ganancia máxima de 30%. Según datos de PDVSA, el costo de refinación es 2,75 Bs/litro y los costos de transporte y distribución rondan 0,35 Bs/litro, para un total de Bs 3,10. Si a estos costos sumamos 0,90 céntimos -equivalente al 30% de ganancia-, esto indica que el precio justo de la gasolina no debería bajar de 4 Bs/litro.

Si se deja claro que las ganancias del precio justo de la gasolina se destinarán a la modernización y ampliación de la flota de transporte público en todo el país, y que el precio de los pasajes no se incrementará, la ciudadanía respaldará masivamente esta medida, toda vez que se trata de reorientar hacia la inversión social un subsidio regresivo que favorece sobre todo a los que más tienen y que además se ha convertido en el principal incentivo al contrabando de extracción.

Una campaña comunicacional que realmente contribuya a construir el apoyo popular a la medida, debería someter a discusión la viabilidad y conveniencia de transferir las bombas de gasolina a los Consejos Comunales y Comunas. Esto aseguraría que parte de las ganancias se inviertan en la creación de empresas comunales de transporte público, bajo el control de los trabajadores directos y las comunidades organizadas. La administración de las ganancias generadas por el aumento del combustible asegurará a los vecinos una fuente permanente de recursos para financiar la economía comunal. Con fondos propios se puede sostener nuevas formas de autogobierno y estimular una creciente participación en las asambleas de ciudadanos, fortaleciendo la autogestión en la ejecución de obras y prestación de servicios públicos que contribuyan a mejorar la calidad de vida en la comunidad. Así se estimulará una mayor corresponsabilidad entre la ciudadanía y las instituciones del Estado en el proceso de formulación, ejecución y control de la gestión comunal.

La campaña comunicacional

Si realmente se quiere construir un amplio respaldo popular al ajuste del precio de la gasolina, la campaña comunicacional tiene que estar dirigida a la mayoría de la población que no tiene vehículo propio y nunca se ha beneficiado para nada de un escandaloso subsidio que sigue siendo aprovechado por las poderosas mafias que, según datos actualizados de PDVSA, sacan por contrabando el equivalente a 149 mil barriles diarios. Sin embargo, la campaña pareciera dirigida a crear conciencia de los daños que sufren las empresas que han sido obligadas a vender lo que producen a un PVP menor que los costos de producción. De allí la enorme aceptación que ha tenido en el mundo empresarial y lo poco convincente que aún resulta en los sectores populares. @victoralvarezr

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