Víctor
Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
El nivel al cual se fija la tasa de cambio dependerá
del objetivo que persiga la política económica:
ü Si el objetivo es mantener bajos los precios, la
tasa de cambio será baja
ü Si se trata de estimular la producción local, la
tasa de cambio será alta
ü Si hay necesidad de generar nuevos ingresos
fiscales, se devaluará
El presidente Maduro, anunció un sistema cambiario que
atenderá tres mercados: 6,30 Bs/$ para alimentos y salud; un solo Sicad
para las demás importaciones; y, la conversión del Sicad II en un nuevo mercado a través de bolsas
públicas y casas de cambio que permitirá a personas naturales y jurídicas
realizar directamente operaciones de compra-venta, sin intermediación del BCV.
Este
último mercado persigue activar una creciente oferta de divisas no petroleras
que abata el dólar paralelo y dependerá de que no se frene artificialmente la
tasa de cambio. Si bien al inicio ésta puede lucir muy alta, a medida que
aumente la oferta de divisas proveniente de la inversión extranjera, la
repatriación de capitales, el turismo internacional y las exportaciones no
petroleras, este mercado irá encontrando su nivel de equilibrio. De lo
contrario, se mantendrá el paralelo con las irracionales cotizaciones que ha
alcanzado el mismo.
El impacto de este
tercer mercado puede ser muy positivo, pero es necesario analizar también cuál será
el impacto de las otras dos tasas de cambio en la economía. Veamos:
Tasa de cambio y productividad
La tasa de cambio equivale al monto de moneda nacional que
se entrega por cada unidad de divisa extranjera. Entre dos economías normales
(sin la distorsión del ingreso rentístico) la tasa de cambio suele estar
determinada por la productividad de cada una, toda vez que en el proceso de
intercambio comercial lo que pasa de un país a otro son bienes y servicios. Por
lo tanto, la expresión monetaria que hace equivalentes los diferentes niveles
de productividad es la tasa de cambio.
Cuando el 95 % del ingreso en divisas proviene de
una renta internacional -y no de exportar bienes con valor agregado nacional-
encontrar una tasa de cambio que exprese
la productividad de la economía real no es una tarea fácil, ya que el abundante
ingreso en divisas no es consecuencia de los niveles de productividad
alcanzados por el aparato productivo del país, sino de la actividad extractiva
que genera dicha renta. El Estado-propietario recibe unos dólares del resto del
mundo que no tienen una contrapartida en el esfuerzo productivo interno, por lo
que su venta generalmente se hace a un precio o tasa de cambio que el gobierno
decide unilateralmente y nada tiene que ver con la productividad nacional.
A través de la tasa
de cambio oficial, el Estado propietario del 95 % del ingreso en divisas pone
en manos privadas la renta que es propiedad pública. Si vende los dólares
baratos, entonces entrega más poder de compra externo del que recibe a cambio de
unos bolívares que cada vez compran menos en el mercado interno. En consecuencia, el impacto de la nueva y única tasa Sicad sobre el
aparato productivo dependerá del nivel al que se fije la misma. Una tasa Sicad todavía baja brinda la posibilidad
de convertir pocos bolívares en muchos dólares, lo que
permitirá comprar más productos afuera que adentro. Por lo tanto, entre producir e importar, seguirá siendo mejor negocio comprarle al resto
del mundo lo que con esfuerzo y constancia debería producirse nacionalmente.
Pero si en lugar de frenar la nueva tasa Sicad se
permite que ésta alcance un nivel que
refleje la verdadera productividad de la agricultura e industria, esto estimulará
la producción nacional, lo que se traducirá en un importante impulso a la transformación de la
economía rentista e importadora en un nuevo modelo productivo exportador. Así
será posible sustituir importaciones, diversificar exportaciones, ahorrar divisas
y generar nuevas fuentes de ingreso externo que permitan compensar la baja del
ingreso petrolero.
Inflación vs reactivación
Si bien la importación de alimentos y medicinas a
6,30 Bs/$ ayudará a contener el alza de los precios en dos renglones clave de
la canasta básica, la consecuencia no deseada es que estimulará la importación
ventajosa de esos bienes que castigan y desplazan la producción nacional,
perjudicando los objetivos y metas de la soberanía alimentaria y productiva.
Al mantener
una tasa tan baja de 6,30 Bs/$ para la importación de alimentos y medicinas, la
producción nacional no tiene ninguna opción de crecer y desarrollarse frente a
la competencia de productos foráneos altamente subsidiados. La industria local para
poder cubrir los costos domésticos -que en los dos últimos años han aumentado
56,3% y casi 70%-, y obtener una ganancia razonable, necesitaría que las
importaciones con las que tiene que competir se hicieran a una tasa de cambio
considerablemente superior.
La obsesión antiinflacionaria de la política
cambiaria frena el crecimiento de la agricultura e industria, impidiendo así la
transformación productiva. Mientras el intercambio de bienes con otro país se
haga a una tasa de cambio que no relacione adecuadamente la productividad relativa
de las economías, la producción nacional siempre estará en desventaja.
Si un
mecanismo para distribuir la renta petrolera se ha profundizado en la V
República, al extremo de crear distorsiones sin precedentes en el
funcionamiento de la economía y de la sociedad venezolanas, este ha sido
precisamente el bajo precio oficial de la divisa, lo cual ha retrasado la transformación
del capitalismo rentístico e importador en un nuevo modelo productivo
socialista y exportador. Ojalá y los cambios anunciados por el Presidente
Nicolás Maduro se profundicen y, una vez superado este año electoral, se avance
hacia la convergencia y unificación cambiaria a un nivel que exprese la
verdadera productividad de la economía nacional. @victoralvarezr
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