viernes, 23 de enero de 2015

Cambios en la política cambiaria


Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias

El nivel al cual se fija la tasa de cambio dependerá del objetivo que persiga la política económica:

ü    Si el objetivo es mantener bajos los precios, la tasa de cambio será baja

ü    Si se trata de estimular la producción local, la tasa de cambio será alta

ü    Si hay necesidad de generar nuevos ingresos fiscales, se devaluará

El presidente Maduro, anunció un sistema cambiario que atenderá tres mercados: 6,30 Bs/$ para alimentos y salud; un solo Sicad para las demás importaciones; y, la conversión del Sicad II  en un nuevo mercado a través de bolsas públicas y casas de cambio que permitirá a personas naturales y jurídicas realizar directamente operaciones de compra-venta, sin intermediación del BCV.

Este último mercado persigue activar una creciente oferta de divisas no petroleras que abata el dólar paralelo y dependerá de que no se frene artificialmente la tasa de cambio. Si bien al inicio ésta puede lucir muy alta, a medida que aumente la oferta de divisas proveniente de la inversión extranjera, la repatriación de capitales, el turismo internacional y las exportaciones no petroleras, este mercado irá encontrando su nivel de equilibrio. De lo contrario, se mantendrá el paralelo con las irracionales cotizaciones que ha alcanzado el mismo. 

El impacto de este tercer mercado puede ser muy positivo, pero es necesario analizar también cuál será el impacto de las otras dos tasas de cambio en la economía. Veamos:

Tasa de cambio y productividad

La tasa de cambio equivale al monto de moneda nacional que se entrega por cada unidad de divisa extranjera. Entre dos economías normales (sin la distorsión del ingreso rentístico) la tasa de cambio suele estar determinada por la productividad de cada una, toda vez que en el proceso de intercambio comercial lo que pasa de un país a otro son bienes y servicios. Por lo tanto, la expresión monetaria que hace equivalentes los diferentes niveles de productividad es la tasa de cambio.

Cuando el 95 % del ingreso en divisas proviene de una renta internacional -y no de exportar bienes con valor agregado nacional- encontrar una  tasa de cambio que exprese la productividad de la economía real no es una tarea fácil, ya que el abundante ingreso en divisas no es consecuencia de los niveles de productividad alcanzados por el aparato productivo del país, sino de la actividad extractiva que genera dicha renta. El Estado-propietario recibe unos dólares del resto del mundo que no tienen una contrapartida en el esfuerzo productivo interno, por lo que su venta generalmente se hace a un precio o tasa de cambio que el gobierno decide unilateralmente y nada tiene que ver con la productividad nacional.

A través de la tasa de cambio oficial, el Estado propietario del 95 % del ingreso en divisas pone en manos privadas la renta que es propiedad pública. Si vende los dólares baratos, entonces entrega más poder de compra externo del que recibe a cambio de unos bolívares que cada vez compran menos en el mercado interno. En consecuencia, el impacto de la nueva y única tasa Sicad sobre el aparato productivo dependerá del nivel al que se fije la misma. Una tasa Sicad todavía baja brinda la posibilidad de convertir pocos bolívares en muchos dólares, lo que permitirá comprar más productos afuera que adentro. Por lo tanto, entre producir e importar, seguirá siendo mejor negocio comprarle al resto del mundo lo que con esfuerzo y constancia debería producirse nacionalmente.

Pero si en lugar de frenar la nueva tasa Sicad se permite que ésta  alcance un nivel que refleje la verdadera productividad de la agricultura e industria, esto estimulará la producción nacional, lo que se traducirá en un importante impulso a la transformación de la economía rentista e importadora en un nuevo modelo productivo exportador. Así será posible sustituir importaciones, diversificar exportaciones, ahorrar divisas y generar nuevas fuentes de ingreso externo que permitan compensar la baja del ingreso petrolero.

Inflación vs reactivación

Si bien la importación de alimentos y medicinas a 6,30 Bs/$ ayudará a contener el alza de los precios en dos renglones clave de la canasta básica, la consecuencia no deseada es que estimulará la importación ventajosa de esos bienes que castigan y desplazan la producción nacional, perjudicando los objetivos y metas de la soberanía alimentaria y productiva.

 Al mantener una tasa tan baja de 6,30 Bs/$ para la importación de alimentos y medicinas, la producción nacional no tiene ninguna opción de crecer y desarrollarse frente a la competencia de productos foráneos altamente subsidiados. La industria local para poder cubrir los costos domésticos -que en los dos últimos años han aumentado 56,3% y casi 70%-, y obtener una ganancia razonable, necesitaría que las importaciones con las que tiene que competir se hicieran a una tasa de cambio considerablemente superior.

La obsesión antiinflacionaria de la política cambiaria frena el crecimiento de la agricultura e industria, impidiendo así la transformación productiva. Mientras el intercambio de bienes con otro país se haga a una tasa de cambio que no relacione adecuadamente la productividad relativa de las economías, la producción nacional siempre estará en desventaja.

Si un mecanismo para distribuir la renta petrolera se ha profundizado en la V República, al extremo de crear distorsiones sin precedentes en el funcionamiento de la economía y de la sociedad venezolanas, este ha sido precisamente el bajo precio oficial de la divisa, lo cual ha retrasado la transformación del capitalismo rentístico e importador en un nuevo modelo productivo socialista y exportador. Ojalá y los cambios anunciados por el Presidente Nicolás Maduro se profundicen y, una vez superado este año electoral, se avance hacia la convergencia y unificación cambiaria a un nivel que exprese la verdadera productividad de la economía nacional. @victoralvarezr

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