Víctor
Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
2015 comenzó con un anuncio que
sugiere el inicio de la corrección de una serie de distorsiones que -en el
contexto de las restricciones presupuestarias que surgen del descalabro de los
precios del petróleo- el país ya no puede soportar. El presidente Nicolás
Maduro autorizó reactivar 71 peajes
que serán administrados por las gobernaciones. Esta decisión comenzará con el cobro del peaje a los vehículos de carga y se
espera que luego sea extendida a los particulares, pudiendo quedar exonerado el
transporte público.
En 2008 se eliminó el cobro de peajes alegando que muchos no
cumplían con la distancia mínima entre ellos, que no
había una vialidad alterna y gratuita, y que la
recaudación no cumplía con mantener las vías en adecuadas condiciones. Al perder los gobiernos
regionales esa fuente de ingresos para mantener el sistema vial, se esperaba
que el Gobierno central asumiera su mantenimiento. Pero en los paseos que
hicimos en los días de asueto navideño pudimos comprobar que las vías siguen
llenas de huecos, sin iluminación, señalización, ni los servicios básicos que
requiere el usuario.
Gratuidades indebidas y cultura
rentista
En un país cuyos ingresos fiscales no reciben el torrente de una renta
por la exportación de un recurso natural, el mantenimiento de la
infraestructura vial se financia con los
peajes. Y esto no es nada nuevo. Desde la época colonial y luego en la
República, los caminos para tropas y carretas se construían bajo el régimen de
concesión y se cobraba un peaje por el
paso de bestias de carga y de personas. Por eso, el anuncio
de reactivar los peajes debe regir para
todos los vehículos, y no solo para el transporte de carga pesada. En todo
caso, éste debe pagar mayores tarifas por ser el que más deteriora el
asfalto de las vías, lo cual permitirá aplicar mecanismos de control de peso y
altura de los camiones de carga, en función de minimizar los daños a la
infraestructura vial.
Es propio de la cultura rentista exigir mejores vías con todos los
servicios, sin mostrar la más mínima voluntad de contribuir en algo con su
mantenimiento. Si realmente se quiere
mejorar la infraestructura del tránsito terrestre a lo largo y ancho del
territorio nacional, todos los usuarios estamos llamados a asumir la
corresponsabilidad en el mantenimiento de las vías que a diario usamos. Solo
así podremos tener vigilancia, zonas de atención a los usuarios, servicios de
grúas, sanitarios higiénicos, ambulancia, etc. Ya todo no lo puede seguir
pagando el petróleo y debemos contribuir a generar los recursos necesarios para
mantener en buen estado las vías. Es así como se construye una sociedad
solidaria, basada en los principios de cooperación y reciprocidad.
Corrección de errores
La orden de reactivar los peajes en
las principales vías del país revoca una decisión tomada por el Comandante Chávez
en 2008, y puede ser el inicio de la corrección de una serie de distorsiones
heredadas por el Presidente Nicolás Maduro, entre las cuales se destacan el anclaje cambiario, el
presupuesto paralelo a través de Fonden, el financiamiento del déficit fiscal
por parte del BCV, los rígidos controles de precios que desincentivan la
producción y los convenios de cooperación energética.
Mientras el país contó con un
abundante ingreso en divisas, la demanda que no fue capaz de satisfacer el
aparato productivo se cubrió con importaciones a una tasa de cambio
sobrevaluada. A la larga, el anclaje cambiario incentivó toda clase de
importaciones baratas que desplazaron la producción nacional. Pero al
desplomarse los precios del petróleo el país ya no tiene la misma capacidad
para importar. Esta restricción nos sorprende con un aparato productivo
contraído, el cual habrá que reactivar para compensar la escasez de productos
importados. De lo contrario, la mayor demanda derivada de los aumentos
salariales, al no tener su respaldo en el aumento de la oferta nacional,
desquiciará aún más los precios.
De nada vale congelar por varios años
los precios del producto final si los precios de las materias primas, insumos,
maquinarias y fuerza de trabajo no dejan de aumentar. Llega un momento en que
los costos de producción superan y dejan atrás los precios controlados,
generando pérdidas al productor. Y como nadie produce para perder, esto
desincentiva la producción agravando la problemática del desabastecimiento,
escasez, especulación e inflación.
Un factor propagador de la inflación
es la práctica instaurada a partir de la reforma de la Ley del BCV de financiar
el déficit fiscal con emisiones de dinero sin respaldo por parte del BCV. Esto
también debe ser corregido ante la tentación que representa la caída del
ingreso fiscal petrolero y la menor recaudación de ISR en 2015, debido a la
contracción del PIB. Antes que seguir sacrificando ingresos fiscales al vender
el 90% del presupuesto en divisas a tasas de Cencoex y Sicad I, el fisco puede
obtener más recursos si unifica a 35 Bs/$ el actual régimen de cambios
múltiples que degeneró en un perverso incentivo a la especulación y la
corrupción. Así, en lugar de aumentar la liquidez, más bien retiraría bolívares
de la circulación, aliviando presiones de demanda y sobre el paralelo. Esto
desaceleraría la inflación y favorecería la preservación del salario real.
Compensar la caída de los precios del
petróleo para evitar un déficit fiscal aún mayor pasa por adecuar los convenios
de cooperación energética a las nuevas circunstancias de restricciones
presupuestarias. No se trata de interrumpir el suministro sino de cobrar en 90
o 120 días la factura petrolera que se financia a 15-20 años de plazo. Otro error
que hay que corregir es el de los millardarios subsidios que caotizan los
precios al dejarlos muy por debajo de su verdadero costo de producción, lo cual
termina siendo el verdadero incentivo al contrabando de extracción de gasolina,
alimentos y medicinas.
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