Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
Precios del petróleo relativamente
bajos dominarán la escena económica durante 2015. Debido al auge inflacionario y la
restricción de divisas, resulta difícil que la expansión fiscal sea suficiente
para reactivar la economía sin provocar más inflación. La disminución de los
ingresos fiscales, la propensión a financiarlo
con emisiones de dinero inorgánico, reservas internacionales en el piso, la brecha
cambiara que estimula la especulación y la corrupción, los pagos de deuda
externa, la destrucción del sistema de precios relativos, el desplazamiento del
aparato productivo por más de una década de importaciones subsidiadas y por los
rígidos controles de precios son los grandes retos que el gobierno del
Presidente Nicolás Maduro tendrá que encarar en el año 2015.
El problema que más agobia a las
familias venezolanas es la inflación que devora el poder de compra del ingreso
familiar. Una verdadera revolución en 2015 sería derrotar la inflación y así revertir
la distribución regresiva del ingreso que origina el ascenso de los precios. Los
salarios no aumentan a la par de la inflación y mientras se logra un aumento,
parte del ingreso de quienes viven de un ingreso fijo es transferido al
capital, que es quien realmente controla los precios.
La tarea es difícil pero no imposible.
Comienza por distinguir las causas de los factores propagadores de la inflación.
El gobierno destaca la recuperación del consumo en los hogares a través de más
20 aumentos de sueldos en 15 años, el subsidio a los servicios públicos y las
gratuidades de las misiones sociales. Efectivamente, la combinación de esos
factores ha fortalecido el consumo privado, que ha llegado a una ser una fuerza
motriz de la actividad económica tan importante como el gasto público. Para que
el fortalecimiento de la demanda privada no cause inflación, es necesario que
tenga su debido respaldo en un aumento equivalente de la oferta de bienes y
servicios.
Mientras el país contó con un
abundante ingreso en divisas, la demanda que no fue capaz de satisfacer el
aparato productivo se cubrió con importaciones a una tasa de cambio
sobrevaluada. A la larga, el anclaje cambiario incentivó toda clase de
importaciones baratas que desplazaron la producción nacional. Pero al desplomarse
los precios del petróleo el país ya no tiene la misma capacidad para importar.
Esta restricción nos sorprende con un aparato productivo contraído, el cual
habrá que reactivar para compensar la escasez de productos importados. De lo
contrario, la mayor demanda derivada de los aumentos salariales desquiciará aún
más los precios.
Un factor propagador de la inflación
es el déficit fiscal y la propensión a financiarlo a través del BCV. La caída
del ingreso fiscal petrolero y una menor recaudación de ISR en 2015, debido a
la contracción del PIB, sentencian un déficit fiscal no menor a 18% del PIB. Antes
que seguir sacrificando ingresos fiscales al vender el 90% del presupuesto en
divisas a tasas de Cencoex y Sicad I, el fisco puede obtener más recursos si unifica
a 35 Bs/$ el actual régimen de cambios múltiples que ha degenerado en un
perverso incentivo a la especulación y la corrupción. Así, en lugar de aumentar
la liquidez, más bien retiraría bolívares de la circulación, aliviando
presiones de demanda y sobre el paralelo. Esto desaceleraría la inflación y
favorecería la preservación del salario real.
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