viernes, 5 de febrero de 2016

Lo que reveló el Decreto de Emergencia Económica


Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias

El análisis del Decreto de Emergencia Económica (DEE) que fue rechazado por la Asamblea Nacional (AN) ayuda a revelar la orientación de la política económica para el año 2016. Sobre esta base podremos evaluar la pertinencia y relevancia de las medidas que impulsará el Gobierno y que pudieran estar contempladas en otras formas de estado de excepción.

Según la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y la Ley de Estados de Excepción, la emergencia económica es una forma de estado de excepción que permite al Gobierno dictar medidas que pueden sobreponerse a las Leyes vigentes en materia económica. Una vez habilitado, el Ejecutivo regula los derechos fundamentales cuyas garantías han sido restringidas, tales como la libertad económica y la propiedad privada.

El Gobierno quiso que la AN le aprobara por unanimidad el Estado de Emergencia Económica para “adoptar las medidas que permitan atender eficazmente la situación excepcional, extraordinaria y coyuntural por la cual atraviesa la economía venezolana”. La AN negó el Decreto argumentando que para adoptar las medidas necesarias para superar la crisis el Gobierno ya cuenta con un marco legal vigente y, por lo tanto, no se necesita ningún Decreto de Emergencia Económica. , sino voluntad política para superar la inercia y romper la inacción de un equipo de gobierno que pareciera no comprender la naturaleza de la crisis, ni sabe cómo utilizar el importante margen de maniobra que aún tiene el Ejecutivo Nacional para enderezar el rumbo económico del país.

El Gobierno no entiende la naturaleza de la crisis


Al analizar el alcance de las medidas contempladas  queda claro que el gobierno no entiende la naturaleza de la crisis y se empeña en aplicar controles, medidas administrativas y arremetidas de fiscalización, sin detenerse a reflexionar sobre el impacto de los desequilibrios macroeconómicos y sectoriales como verdadera causa de la crisis.

El gobierno se empeña en prolongar una política económica basada en controles, multas y penas de cárcel que alejan la inversión y agrava los problemas de escasez, acaparamiento y especulación. Antes que un DEE, la superación de esta problemática impone la necesidad de aplicar un programa básico de medidas macroeconómicas, sectoriales e institucionales que permitan reactivar la económica y asegurar un crecimiento estable y sostenido.

Un gobierno puede equivocarse, pero solo ha fracasado cuando empieza a culpar a otros de sus propios errores. En los supuestos del Decreto de Emergencia Económica se afirma erróneamente que “las estrategias de desestabilización económica han provocado una caída abrupta de los precios de nuestra principal fuente de ingresos, como lo es el petróleo”. Esta interpretación ignora que el comportamiento errático de los precios del petróleo se debe a los altibajos de la economía mundial, al desequilibrio entre la oferta y la demanda debido al desarrollo de nuevos tipos de petróleo, así como a las tensiones bélicas entre los países del Medio Oriente. Sin embargo, confundiendo el fenómeno con su esencia, se insiste en los fundamentos del DEE que el colapso de los precios del petróleo está “afectando gravemente los ingresos fiscales y de divisas del país, generando un obstáculo a la ejecución y cumplimiento de los objetivos trazados en el Plan de la Patria, Segundo Plan Socialista de Desarrollo Económico y Social de la Nación 2013-2019”. Lo que ha provocado esta crisis fiscal que amenaza con quebrar las finanzas públicas es la falta de previsión. Creer que los precios del petróleo siempre seguirían subiendo llevó a crear fondos para gastar todo el ingreso petrolero, en lugar de alimentar el Fondo de Estabilización Macroeconómica, tal como lo ordena el artículo 321 de la CRBV, para poder enfrentar los tiempos de escasez.

Noruega, un país que hace 50 años era una de las economías más pobres de Europa, pasó a ser, según las Naciones Unidas, la más igualitaria del mundo. La explicación: el ahorro de la renta petrolera para atender las necesidades futuras. Con el fin de  financiar a largo plazo su Estado de bienestar, Noruega deposita en el Banco Noruego de Inversiones casi toda la renta petrolera que recauda a través de impuestos al sector petrolero, regalías por yacimientos y dividendos por su participación mayoritaria en Statoil, la empresa petrolera noruega. En otras palabras, el ingreso petrolero no se gasta sino que se invierte, y el Gobierno solo puede hacer uso de los rendimientos. Actualmente maneja un monto superior a los 850 mil millones de dólares. Ese 4% que pudiera lucir como un porcentaje muy bajo, cuando se calcula sobre semejante monto, se traduce en términos absolutos en una considerable cantidad de recursos financieros, toda vez que el Fondo no deja de aumentar y asegura una creciente suma de petrodólares para completar el gasto del gobierno que se financia sobre todo con impuestos.

La obstinación por evadir el control de la AN

Si algo se le ha criticado al actual Gobierno es la falta de transparencia a la hora de rendir cuentas sobre la administración  de los presupuestos públicos. Una y otra vez se le ha solicitado al gobierno transparencia sobre el destino y resultados de presupuestos anuales, créditos adicionales, así como los recursos del Fonden, Fondo Chino y otros fondos paralelos. Administrar sin facilitar información degeneró en un estímulo perverso a la corrupción, con casos que han estremecido a la opinión pública y que incluso fueron denunciados por exministros y altos funcionarios del propio Gobierno.

Sin reparar en este clamor nacional, el Gobierno solicitó un DEE para “disponer de los recursos provenientes de las economías presupuestarias del ejercicio económico financiero 2015” y “asignar recursos extraordinarios para proyectos previstos o no en la ley de presupuestos” sin autorización previa de la AN. Esto resulta inadmisible y activa las alarmas, toda vez que el Gobierno se propone  incrementar el precio de la gasolina y la simplificación cambiaria, decisiones que generarán recursos extrapresupuestarios que el Gobierno pretende utilizar de forma discrecional, sin control de la AN, y pueden convertirse en otro caldo de cultivo para que fermenten nuevos escándalos de corrupción. @victoralvarezr

 

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