Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
Un gobierno puede equivocarse, pero solo ha fracasado cuando empieza a
culpar a otros de sus propios errores. En los supuestos del Decreto de
Emergencia Económica se afirma erróneamente que “las estrategias de
desestabilización económica han provocado una caída abrupta de los precios de
nuestra principal fuente de ingresos, como lo es el petróleo”. Esta interpretación
ignora el comportamiento cíclico de los precios del petróleo, cuya causa esencialmente
se debe al curso de la economía mundial, al desequilibrio entre la oferta y la demanda
debido al desarrollo de nuevos tipos de petróleo, así como a las tensiones
bélicas en los países del Medio Oriente.
Lo que está “afectando gravemente los ingresos fiscales y de divisas del país,
generando un obstáculo a la ejecución y cumplimiento de los objetivos trazados
en el Plan de la Patria, Segundo Plan Socialista de Desarrollo Económico y
Social de la Nación 2013-2019” es la falta de previsión. Creer que los
precios del petróleo siempre seguirían subiendo llevó a crear fondos para
gastar todo el ingreso petrolero, en lugar de alimentar el Fondo de Estabilización
Macroeconómica, tal como lo ordena el artículo 321 de la CRBV.
Noruega, un país que hace 50 años era
una de las economías más pobres de Europa, pasó a ser, según las Naciones
Unidas, la más igualitaria del mundo. La explicación: el ahorro de la renta
petrolera para atender las necesidades futuras. Con el fin de financiar a largo plazo su Estado de
bienestar, Noruega deposita en el Banco Noruego de Inversiones casi toda la
renta petrolera que recauda a través de impuestos al sector petrolero, regalías
por yacimientos y dividendos por su participación mayoritaria en Statoil, la empresa
petrolera noruega. En lugar de crear fondos para gastar
las reservas excedentarias o todo el ingreso petrolero que se reciba por encima
de precio presupuestado del barril de petróleo, Noruega creó fondos para
ahorrar dinero como un mecanismo de previsión para encarar los malos tiempos y
evitar carencias para las generaciones futuras.
Pero en Venezuela, en lugar de sincerar el
Presupuesto 2016 que fue calculado con base en un precio de 40 $/b y presentar
una nueva regla fiscal en la que el Poder Ejecutivo se compromete a no presentar
proyectos de presupuesto con un déficit superior al 5% del PIB y,
adicionalmente, ahorrar en el FEM el 50% de todo dólar adicional que el país
reciba por encima de 25 $/b, lo que hace es tensar aún más las relación con la
AN al presentar un Decreto de Emergencia Económica con el que, entre otros
fines, pretende hacer un uso discrecional de los saldos del presupuesto 2015 y
del 2016, sin mayores controles por parte de la AN.
Es un Decreto lleno de contradicciones que agravará
la crisis. Paradójicamente, mientras en el numeral 10 del artículo 2 del mencionado Decreto se plantea: “Adoptar las medidas necesarias
para estimular la inversión extranjera (…) para la generación de nuevas fuentes
de empleo, divisas e ingresos” -y justo cuando acaba de crear un nuevo Ministerio
para la Inversión Extranjera-, en el numeral anterior (9) incluye una medida
que espanta y aleja al inversor al plantear que “el Ejecutivo Nacional podrá
requerir a las personas naturales o jurídicas propietarias o poseedoras, los medios de transporte, canales de
distribución, centros de acopio, beneficiadoras, mataderos y demás
establecimientos, bienes inmuebles y mercancías que resulten necesarios para
garantizar el abastecimiento oportuno de alimentos a los venezolanos, así como
otros bienes de primera necesidad”.
El espíritu autocrítico brilla por su ausencia en
el texto del Decreto. En lugar de reconocer el fracaso de un modelo basado en
la estatización de empresas que eran productivas -pero una vez expropiadas
terminaron quebradas por el burocratismo, el pseudosindicalismo y la corrupción-,
en el numeral 8 plantea sin pudor autocrítico “Requerir a empresas del sector público y privado incrementar sus niveles de
producción así como el abastecimiento de determinados insumos a los centros de
producción de alimentos o de bienes esenciales, para garantizar la satisfacción
de necesidades básicas de las venezolanas y los venezolanos”.
La
solicitud para disponer de los saldos presupuestarios y asignar recursos
extraordinarios a proyectos aunque no estén previstos en el presupuesto, así
como la dispensa de los requisitos y controles con el argumento de agilizar los
procedimientos administrativos referidos a contrataciones públicas, trámites
cambiarios e importaciones gubernamentales, refleja la inercia de un gobierno
acostumbrado a administrar los recursos públicos sin mayores controles por
parte del Poder Legislativo. Con este Decreto, el Ejecutivo intenta abrir una
vía de escape para evitar el análisis de créditos adicionales y contratos que
deben ser aprobados por la AN, la cual ahora está controlada por la Oposición.
Si el Gobierno se obstina en financiar proyectos no incluidos en el Presupuesto
2016 con créditos del BCV, la desmesurada emisión de dinero sin respaldo será
el atajo perfecto para la hiperinflación que pulverizará los salarios y
deteriorará aún más los precarios niveles de vida de la población que vive de
un ingreso fijo.
No es necesario un Decreto de
Emergencia Económica
La
emergencia económica es una forma de estado de excepción que permite al
Gobierno dictar medidas que pueden sobreponerse a las Leyes vigentes en materia
económica. Una vez habilitado, el Ejecutivo regula los derechos fundamentales
cuyas garantías han sido restringidas, tales como la libertad económica y la
propiedad privada. El Gobierno aspira
que la AN apruebe por unanimidad el Estado de Emergencia Económica para “adoptar
las medidas que permitan atender eficazmente la situación excepcional,
extraordinaria y coyuntural por la cual atraviesa la economía venezolana”.
Pero para adoptar las medidas necesarias para superar la
crisis no se necesita ningún Decreto de Emergencia Económica, sino voluntad política para superar la
inercia y romper la inacción de un equipo de gobierno que pareciera no
comprender la naturaleza de la crisis, ni saber utilizar el importante margen
de maniobra que aún tiene el Ejecutivo Nacional para enderezar el rumbo
económico del país y evitar perores consecuencias que las ya sufridas por la
inmensa mayoría de la población. @victoralvarezr
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