Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
Los anuncios del presidente
Nicolás Maduro han generado reacciones contradictoras. Entre los seguidores del
oficialismo preocupados por la prolongada inacción gubernamental, estas medidas
han sido celebradas como un signo de recuperación de una política económica en
estado de coma. Mientras que en la oposición, los anuncios han sido valorados
como un paquetazo rojo que encarecerá el transporte, alimentos y medicinas y,
por tanto, empobrecerá más a la Nación.
Desde mi perspectiva, las medidas
son insuficientes e inocuas para erradicar las causas estructurales de la caída
de la producción y los consiguientes problemas de escasez, acaparamiento,
especulación e inflación que devoran los salarios reales y destruyen el
bienestar de la población.
Reconocer que “la red de mercados
Bicentenarios se pudrió” tuvo que estar acompañado de un cambio radical de la
agotada política de controles de precios e ineficientes subsidios que, al
prolongarse exageradamente en el tiempo, degeneraron en una gama de incentivos
perversos al desvío de alimentos y medicinas a los mercados informales e
ilegales de buhoneros, bachaqueros y contrabandistas que encontraron la
oportunidad de lucrarse aprovechando las desviaciones de la política económica.
Sin embargo, la solución es inocua, toda vez que se basa en la creación de una
Mega-corporación de Alimentos que será mucho más difícil de controlar, sus
procedimientos serán muy opacos y terminará siendo otro caldo de cultivo para
nuevos escándalos de corrupción. Mientras se sigan atacando las consecuencias
del problema pero no se erradiquen las verdaderas causas, el remedio será peor
que la enfermedad.
La creación de un estado Mayor
para la fijación de precios tampoco resuelve el problema. Parte de un
diagnóstico equivocado que confunde la especulación con la inflación. Creer que
los precios suben porque inescrupulosos empresarios especuladores lograron
vulnerar el sistema de controles y en adelante lo que toca es reforzarlos,
ignora que el actual auge inflacionario es causado por el colapso del aparato
productivo nacional que fue barrido por las importaciones baratas que se
hicieron a lo largo de una década en la que prevaleció una tasa de cambio
sobrevaluada que estimuló toda clase de importaciones que desplazaron y
arruinaron la producción agrícola e industrial. Cuando se mezcla la escasez con
el desbordamiento de la demanda que es causada por el financiamiento del déficit
fiscal con desmesuradas emisiones de dinero sin respaldo, esta masa de dinero
al ser inyectada a la circulación doméstica, salen a comprar productos y
dólares cada vez más escasos, todo lo cual se traduce en una alza sostenida de
los precios, así como del dólar paralelo. Si el PMVP se mantiene congelado
mientras aumentan los precios de las materias primas, maquinarias, fuerza de
trabajo, etc., llega un momento en que los costos de producción superan los
precios congelados y, como nadie produce para perder, se desincentiva la
producción e inevitablemente estallan
los problemas de desabastecimiento y escasez.
El nuevo esquema de precios de la
gasolina no le permitirá a Pdvsa cubrir los costos de producción ni mucho menos
generar un excedente para alimentar el Fondo de Misiones Sociales. Si se
ajustan por inflación los últimos datos oficiales sobre los costos de
refinación, transporte y comunicación de la gasolina, estos no bajan de 9
Bs/litro, lo que quiere decir que 1 o 6 Bs/litro Pdvsa seguirá soportando un
ruinoso subsidio que deteriora sus finanzas. Mientras la diferencia de precios
entre el mercado interno y los países vecinos sea superior a 150 veces, se
mantendrán los incentivos perversos al contrabando de extracción que, según las
propias denuncias del Ministerio de Petróleo y Pdvsa, superan los 100 mil
barriles diarios. Estos siniestros incentivos se hubiese podido erradicar
aplicando un ajuste escalonado en tres semestres: en el primero el precio sería
equivalente al 50% del precio promedio en dólares de los países vecinos, el
cual sería convertido en bolívares a la nueva tasa de 10 Bs/$; en el segundo se
elevaría al 75% y en el tercer trimestre al 100 %, ya que solo así se
desestimularía el contrabando de extracción. A lo largo del ajuste, las ganancias
que se obtengan del nuevo precio de la gasolina serán invertidas en la
modernización del sistema de transporte público, de tal forma que los
principales beneficiarios sean los sectores populares que hasta no se han
beneficiado para nada del escandaloso subsidio a la gasolina.
El nuevo Sistema de Divisas es
otro saludo a la bandera y no resuelve los problemas financieros de Pdvsa ni
representa un incentivo para la inversión extranjera o la repatriación de
capitales. Si a 25 $/b de 159 litros de petróleo a Pdvsa se le obliga a vender
su ingreso en divisas a 10 $/b, solo recibirá 250 bolívares por barril de
petróleo. O sea, apenas 1,57 Bs/litro de petróleo. Los bolívares que obtiene
Pdvsa al vender su ingreso en divisas a una tasa tan baja no le alcanzan para
pagar una nómina de más de 140 mil trabajadores, pagar las deudas con
proveedores, ni para transferir recursos a las misiones sociales. Por eso se
endeuda con el BCV que es obligado a imprimir enormes cantidades de dinero sin
respaldo. Y, al ser estos inyectados a una economía con creciente escasez de
bienes, lo que se hace es agravar la inflación.
El aumento de sueldos y bonos de
alimentación otra vez terminará siendo “pan para hoy y hambre para mañana”.
Pura ilusión monetaria, ya que este aumento rápidamente quedará convertido en
sal y agua por la voracidad inflacionaria y, aunque nominalmente ganen más
bolívares, lo trabajadores que viven de un ingreso fijo podrán comprar menos
bienes.
Los 14 motores no podrán ni
siquiera despegar mientras no se corrija la turbulencia macroeconómica y cesen
los gritos de guerra contra la inversión privada nacional y extranjera, la cual
no vendrá al país bajo un clima de inseguridad jurídica y conflictividad
laboral. @victoralvarezr
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