viernes, 26 de febrero de 2016

Medidas económicas: insuficientes e inocuas


Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias

Los anuncios del presidente Nicolás Maduro han generado reacciones contradictoras. Entre los seguidores del oficialismo preocupados por la prolongada inacción gubernamental, estas medidas han sido celebradas como un signo de recuperación de una política económica en estado de coma. Mientras que en la oposición, los anuncios han sido valorados como un paquetazo rojo que encarecerá el transporte, alimentos y medicinas y, por tanto, empobrecerá más a la Nación.

Desde mi perspectiva, las medidas son insuficientes e inocuas para erradicar las causas estructurales de la caída de la producción y los consiguientes problemas de escasez, acaparamiento, especulación e inflación que devoran los salarios reales y destruyen el bienestar de la población.

Reconocer que “la red de mercados Bicentenarios se pudrió” tuvo que estar acompañado de un cambio radical de la agotada política de controles de precios e ineficientes subsidios que, al prolongarse exageradamente en el tiempo, degeneraron en una gama de incentivos perversos al desvío de alimentos y medicinas a los mercados informales e ilegales de buhoneros, bachaqueros y contrabandistas que encontraron la oportunidad de lucrarse aprovechando las desviaciones de la política económica. Sin embargo, la solución es inocua, toda vez que se basa en la creación de una Mega-corporación de Alimentos que será mucho más difícil de controlar, sus procedimientos serán muy opacos y terminará siendo otro caldo de cultivo para nuevos escándalos de corrupción. Mientras se sigan atacando las consecuencias del problema pero no se erradiquen las verdaderas causas, el remedio será peor que la enfermedad.

La creación de un estado Mayor para la fijación de precios tampoco resuelve el problema. Parte de un diagnóstico equivocado que confunde la especulación con la inflación. Creer que los precios suben porque inescrupulosos empresarios especuladores lograron vulnerar el sistema de controles y en adelante lo que toca es reforzarlos, ignora que el actual auge inflacionario es causado por el colapso del aparato productivo nacional que fue barrido por las importaciones baratas que se hicieron a lo largo de una década en la que prevaleció una tasa de cambio sobrevaluada que estimuló toda clase de importaciones que desplazaron y arruinaron la producción agrícola e industrial. Cuando se mezcla la escasez con el desbordamiento de la demanda que es causada por el financiamiento del déficit fiscal con desmesuradas emisiones de dinero sin respaldo, esta masa de dinero al ser inyectada a la circulación doméstica, salen a comprar productos y dólares cada vez más escasos, todo lo cual se traduce en una alza sostenida de los precios, así como del dólar paralelo. Si el PMVP se mantiene congelado mientras aumentan los precios de las materias primas, maquinarias, fuerza de trabajo, etc., llega un momento en que los costos de producción superan los precios congelados y, como nadie produce para perder, se desincentiva la producción  e inevitablemente estallan los problemas de desabastecimiento y escasez.

El nuevo esquema de precios de la gasolina no le permitirá a Pdvsa cubrir los costos de producción ni mucho menos generar un excedente para alimentar el Fondo de Misiones Sociales. Si se ajustan por inflación los últimos datos oficiales sobre los costos de refinación, transporte y comunicación de la gasolina, estos no bajan de 9 Bs/litro, lo que quiere decir que 1 o 6 Bs/litro Pdvsa seguirá soportando un ruinoso subsidio que deteriora sus finanzas. Mientras la diferencia de precios entre el mercado interno y los países vecinos sea superior a 150 veces, se mantendrán los incentivos perversos al contrabando de extracción que, según las propias denuncias del Ministerio de Petróleo y Pdvsa, superan los 100 mil barriles diarios. Estos siniestros incentivos se hubiese podido erradicar aplicando un ajuste escalonado en tres semestres: en el primero el precio sería equivalente al 50% del precio promedio en dólares de los países vecinos, el cual sería convertido en bolívares a la nueva tasa de 10 Bs/$; en el segundo se elevaría al 75% y en el tercer trimestre al 100 %, ya que solo así se desestimularía el contrabando de extracción. A lo largo del ajuste, las ganancias que se obtengan del nuevo precio de la gasolina serán invertidas en la modernización del sistema de transporte público, de tal forma que los principales beneficiarios sean los sectores populares que hasta no se han beneficiado para nada del escandaloso subsidio a la gasolina.

El nuevo Sistema de Divisas es otro saludo a la bandera y no resuelve los problemas financieros de Pdvsa ni representa un incentivo para la inversión extranjera o la repatriación de capitales. Si a 25 $/b de 159 litros de petróleo a Pdvsa se le obliga a vender su ingreso en divisas a 10 $/b, solo recibirá 250 bolívares por barril de petróleo. O sea, apenas 1,57 Bs/litro de petróleo. Los bolívares que obtiene Pdvsa al vender su ingreso en divisas a una tasa tan baja no le alcanzan para pagar una nómina de más de 140 mil trabajadores, pagar las deudas con proveedores, ni para transferir recursos a las misiones sociales. Por eso se endeuda con el BCV que es obligado a imprimir enormes cantidades de dinero sin respaldo. Y, al ser estos inyectados a una economía con creciente escasez de bienes, lo que se hace es agravar la inflación.

El aumento de sueldos y bonos de alimentación otra vez terminará siendo “pan para hoy y hambre para mañana”. Pura ilusión monetaria, ya que este aumento rápidamente quedará convertido en sal y agua por la voracidad inflacionaria y, aunque nominalmente ganen más bolívares, lo trabajadores que viven de un ingreso fijo podrán comprar menos bienes.

Los 14 motores no podrán ni siquiera despegar mientras no se corrija la turbulencia macroeconómica y cesen los gritos de guerra contra la inversión privada nacional y extranjera, la cual no vendrá al país bajo un clima de inseguridad jurídica y conflictividad laboral. @victoralvarezr                   

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